JEONG [Tk/Vk]

XXXII

Seokjin sonrió al ver a Hoseok salir de su oficina. Ya estaba en ese punto al que tanto había ansiado llegar. Destruir a su querido hermano y quedarse con el negocio de su padre.

El que debió heredar.

Habían pasado muchos años en los que estuvo buscando, teniendo a Hoseok de su lado, quien sin duda era su mejor apoyo.

El hombre que se encargaba de la seguridad de la enorme mansión del mafioso Kim Taehyung, quien cuidaba a la pequeña Jun mientras el traficante hacia sus negocios, alguien de quien sin duda no dudaría ni un segundo.

Sobre todo, teniendo a Namjoon rondando en sus pensamientos sobre la posible traición. Mientras Hoseok era el apoyo incondicional del gran mafioso.

Después de un intento fallido de quitarle a su única debilidad, la pequeña Jun, ahora todo lo tenía aún más fácil. Pues no era una sola debilidad la del mafioso, si no dos.

Y una de ellas, era más fácil de arruinar pues la sociedad lo haría primero.

– Señor – Hoseok hizo una corta reverencia una vez entró al almacén. Se acercó de inmediato a su jefe y extendió el sobre amarillo que tenía en sus manos – encontramos esto en la habitación de Namjoon mientras buscábamos pistas. Dejó todas sus cosas, se fue sin nada.

Taehyung arrebató el sobre y lo abrió, sacando montones de fotos. Jungkook entrando a antros donde se sabía que ofrecían servicios sexuales exclusivos de hombres. Fotos de él junto al empresario, en sus vacaciones de Rusia, él entrando a la casa de su esposo, entre otras.

– ¿Esto estaba entre sus cosas? – preguntó Taehyung, viendo a Hoseok asentir – ¿Había algo más?

Jung negó.

– Solo ropa, dinero, teléfonos, armas, esas cosas. Nada que llamara la atención más que esto.

Taehyung suspiró. Empujó el sobre contra el pecho de Hoseok y volvió su vista al cargamento que estaba ingresando.

– Date prisa y encuentra a Namjoon, ya sea vivo o muerto lo quiero aquí.

– Señor, usted...

– Te estoy dando permiso de asesinarlo – murmuró Taehyung, sin atreverse a voltear.

Hoseok asintió antes de resignarse, sonriendo en cuanto se dio la vuelta. Al parecer todo estaba yendo tal cual al plan.