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—Todos saben que era una bailarina pagana, pero no era el tipo de bailarina que comúnmente se ve en los países continentales. Es difícil de entender, pero en términos simples, era una chamán que bailaba para los sacrificios a los dioses. Era una hechicera.

¿Qué demonios es...?

—Ya era terrible ser un esclava pagana, pero también practicaba hechicería. Sin embargo, Feanol... él...

Intenté volver a moverme, pero fue inútil.

—A cambio de estar con él, decidí tirar todo mi pasado. Sí, como sabe, juré fidelidad al Vaticano, me convertí a su religión y me bauticé. A veces bailo sola como lo hacía antes, pero solo para distraerme. Todo mi pasado se borró con ese voto de conversión, así que tomé prestado el poder de un demonio pagano, aunque sea solo una vez. Aquellos que posean el Santo Grial lo notarían de inmediato. Por supuesto, pensé que usted no se daría cuenta.

No dije nada.

No pude decir nada.

Estaba completamente estupefacta.

—Será inútil gritar pidiendo ayuda. Porque nadie podrá escucharla.

—¿Qué...?

—Sabe muy bien, Lady Rudbeckia, cuál es la posición de Arien en este país y quién es probable que asuma el próximo trono. No, no es una probabilidad, ya es un hecho. El Norte es una tierra peligrosa y dura donde debes sobrevivir día a día. En esta tierra, el poder no es una opción, sino una forma de vivir. Es obvio que no aceptarán a una princesa que tiene sangre mezclada con una vulgar pagana como reina.

—Yo nunca... nunca pediría algo así. Ni yo ni él...

—Lo sé, Lady Rudbeckia, su esposo no es el tipo de persona que pensaría eso. Pero incluso si no lo quiere en este momento, ¿cuánto tiempo puede durar eso? Nadie nunca sabe que sucederá con el paso del tiempo y cómo las circunstancias pueden cambiar. Sé que hay muchas personas que no están contentas con el rey debido a mí y quieren hacer a su esposo, el sucesor al trono.

De repente me quedé sin palabras cuando intenté intervenir.

Fue porque vino a mí la extraña conversación del otro día en la cueva de Rom.

Lo que dijo Isuke en ese momento, y sus ojos que ardían con determinación...

—Además, su esposo tiene más sangre real que cualquier otra persona. ¿Qué pasaría si la familia y los amigos de su esposo, sus colegas y camaradas se acercaran y lo presionaran? ¿Qué pasaría si, mientras lo presionaran, él descubre que quiere darle algo mejor a su esposa? A mis ojos, él es un hombre que sería capaz de hacer eso. Entonces el destino de mi hija sería obvio, ¿cierto?

—Incluso si sucede eso, nunca lastimaría a la princesa...

Logré abrir la boca en medio de la dolorosa sensación de mi cuerpo, y de pronto una chispa se encendió en los ojos color limón, mezclándose con la culpa y la tristeza.

—Lady Rudbeckia dice eso porque no tiene forma de saber cuán fríos y aterradores son. Sin mencionar al Duque de Omerta, ni el joven duque ni la princesa miraron a Arien. Aunque es natural que me rechacen, la princesa es la hija de su tío materno que se preocupa tanto por ellos, pero nunca la miraron apropiadamente. Si fueran diferentes en primer lugar, Arien no estaría en la posición en la que está hoy.

Incluso en medio de mi confusión, me irrité.

¿A quién culpas ahora por todo lo que tu esposo no hizo bien?

¿Por qué los culpas a ellos por eso?

Sufrieron la trágica perdida de una persona a la que amaban. Trataron de recuperarse y armarse a sí mismos en medio del dolor y sufrimiento, pero, ¿estás tratando de echarles la culpa de algo que, se supone, es tu responsabilidad?

RudbeckiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora