Rudbeckia

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—Incluso si no es tu intención pareces bastante descuidado, ¿ ahora vas a ser un gonfaloniere?

—Al menos sería mejor que Enzo.

Vaya, en serio va a ser un gonfaloniere.

Si el Papa realmente muriera, sería un gran comienzo para Cesare.

Después del final del gobierno de los Borgia, la familia podía desmoronarse.

Aunque ya se estaba desmoronando.

—¿Qué estás pensando?

Murmuró hacia mí, mirando en silencio el paisaje urbano.

—Es solo que me siento un poco vacía.

—¿Qué?

—Bueno, supongo que pensé que tu plan sería más grandioso. En cambio solo envenenaste a mi padre y mataste a uno de tus hermanos para traer al otro. Es demasiado silencioso.

—Solo quería traerte, ¿realmente necesito esforzarme tanto?

Parece que esto es realmente suficiente.

No sé si es realmente suficiente, o si solo quiero creer que es puramente suficiente.

—Parece que ser un Gonfaloniere es el puesto que mi hermano quiere ocupar en su propio reino.

—...

—Entonces, ¿no hubiera sido mejor no traerme? ¿No soy un obstáculo para tu ambición?

El suave viento del sur sopló y esparció mi cabello.

Su apariencia es tan diferente como la noche y el día, muy familiar y desconocida al mismo tiempo...

—Sí, eso es correcto.

En cierto modo, era como un susurro suave, pero sonó como un gruñido para mí.

Sin embargo, no parecía ser una amenaza o advertencia.

—A veces tengo la necesidad de deshacerme de ti.

—¿Por qué?

—Pero aun así quería dejar todo y estar a tu lado. Al igual que la historia de la isla de la que estaba hablando en ese momento

—¿Es por eso que me vendiste? Eso es terrible.

—Sí, es terrible.

Bebió de nuevo.

Yo también tomé un sorbo de mi propia taza.

Creo que la vista desde este balcón es la misma que vi arder en mi sueño..

¿Cuál fue ese sueño?

—¿Entonces por eso te desquitaste conmigo?

—No.

—¿Entonces pensaste que me arreglarías?

—No sé.

—¿Cómo que no lo sabes? Por supuesto que lo sabes. ¿Eres idiota?

—Lo sé, supongo que soy idiota.

—No importa lo idiota que seas, deberías haberlo sabido antes de que fuera demasiado tarde.

Una mirada azul medio borracha me miró fijamente.

Por otro lado, yo solo apreciaba el paisaje urbano.

—Podría haber al menos simpatizado contigo.

—...

—¿Ahora qué debería hacer?