Día de entregas (part. 1)

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Ya había pasado más de una semana desde que el grupo Karmaland había llegado a Tortillaland. ¿Que qué había pasado con el resto? No lo sé. Vegetta y Rubius en todos estos días casi no había salido de la isla Naranja y había estado en sus asuntos.

Vegetta, por un lado, no paraba de construir. Los últimos días lo único que había hecho era estar ayudandole a Spreen con su ciudad, ya saben, colocando casitas y otros establecimientos.

Cuando estos se quedaban sin recursos, Spreen debía salir a buscar materiales y Rubius siempre le acompañaba. Y ya de por si, seguían practicando con el instinto en el camino para que Spreen fuera aprendiendo como manejarlo. Ya que todos sabemos que si lo probara en pleno pueblo...la cosa no iría tan bien.

Esto hizo que Spreen se despejará un poco del trabajo. Por suerte, Mariana y Robleis podían encargarse de la pollería solos y el negocio de las revistas siempre podía pausarse por un tiempo.

Bueno, eso cambiaría hoy. Sabiendo que ya tenía un buen tiempo sin sacar una revista y ya tenía un poco de noticias acumuladas, Spreen decidió que ya era tiempo de hacer una nueva entrega. Rubius y Vegetta, quienes se había vuelto algo cercanos al menor, se ofrecieron para ayudarle a este con las entregas. Bueno, más bien Rubius se ofreció por los dos.

Spreen dudo un poco de esto, ya que este era un trabajo que solía hacer el solo. Pero al ver que tenía mucho que hacer y mucho terreno que cubrir, decidió aceptar por esta vez algo de ayuda.

—Bien, ustedes tomen está mitad y repártanlas por la isla naranja. Yo me encargaré de la isla verde y el pueblo central. Cuento con ustedes para estar aquí al anochecer, ¿De acuerdo?

—Vale. Lo que tú digas, niño– había dicho el oso mayor, entusiasmado de ayudar al menor.

Una vez tuvieron todas las revistas listas, la pareja se separó de Spreen y tomaron caminos distintos.

Pov de Spreen:

Spreen se encontraba poniendo sus revistas en los letreros que antes eran del profeta que, una vez derrotado, pasaron a ser el encuadre personal de la revista de Spreen de Tortillaland.

Una vez terminó con el pueblo central se dirigió al portal de la Isla Verde para entregar las revistas destinatarias a sus compañeros y vecinos.

—¡Pol, mi viejo amigo! Que onda?– dijo el híbrido al saludar al mayor.

—Spreen! Que tal estas amigo, llevaba algunos días sin verte, eh?–dijo el mayor mientras regaba sus cultivos.

—Si, he estado algo ocupado con mi ciudad–dijo y seguido a esto le entrego la revista del día.

—Ah, Que es cierto! Rubius me comentó el otro día que ha venido a pescar que él y Vegetta te iban a ayudar.–dijo este mientras tomaba la revista– ¿Que tal les va? No ha habido... contratiempos?– dijo el viejo guiñándole un ojo.

—No, de hecho me han caído bien los chavones. Son...agradables, de cierto modo.

—Mmm ya veo. Bueno Spreen, no te quito más tiempo. ¡Gracias por la revista!

—Nah, de nada wacho, hablamos luego – dicho esto se despidió y se fue.

Una vez se fue de ahí, Spreen siguió repartiendo sus revistas al pueblo verde. Haciendo el recorrido que hacia casi siempre, paso por las casas de sus amigos sin decir mucho más que buenos días. Aunque claro, habían algunos lugares especiales en donde debía parar más tiempo.

—Ibai! ¡Traigo la revista del día!

—¡Hola muchacho! ¿Que te trae por aquí?– estás palabras asustaron a Spreen quién inmediatamente se volteó con un brinco.

...Mamá?...Papá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora