Las cosas se salieron de control...

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En el pasado...

Era una noche tormentosa. Los relámpagos se oían mientras la lluvia caía furiosa. Parecía que se quedaría así toda la noche así que Rubius y Vegetta trataron de dormir como podían.

Más sin embargo, un relámpago estruendoso caería una vez más. Haciendo que nuestros héroes se despertarán y no pudieran recuperar su sueño. Aunque...no por las razones que ustedes creen.

Ah...–se quejó el de ojos verdes ante el llanto de su hijo– ¿Quieres ir tú o voy yo?

—Mh...es tu turno. Yo me encargue ayer– dijo el de ojos morados entre dormido para luego reacomodarse en la cama. Lo cual indicó al oso que no tendría más opción.

Se levantó de la cama y fue hasta el cuarto de su pequeño, en donde estaba el bebé llorando en su cuna. Se acercó hasta él y lo cargo para colocarlo en su hombro mientras lo arrullaba.

—Shh shh shh, ya mi amor, no llores más– decía el castaño mientras suavemente mecía a su bebé. Lentamente, se fue acercando al sofá que tenían en aquel cuarto para estas situaciones precisamente.

Mientras aún mecía al pequeño, este aún soltaba pequeños hipos por llorar, y el sonido de la lluvia y los truenos no ayudaba mucho a Rubius.

En un momento, el niño dejo de llorar y ya solo le quedaba arrullarlo hasta que se durmiera. Más sin embargo, otro relámpago cayó asustando de nuevo al pequeño, haciendo que volviera a llorar.

—Ahj...en verdad no me eres de mucha ayuda...– dijo el híbrido mayor refiriéndose a la lluvia que caía. Volvió a concentrarse en su pequeño, creyó que si hablaba un poco con el dejaría de llorar–...Jeje, ya no llores chiqui, la lluvia no te hará nada.– en eso, alzó a su bebé para que esté chocará su frente con la de él, haciendo que el pequeño se riera por un momento al creer que era un juego–. Mi pequeño niño valiente, mamá está aquí...y siempre va a estar aquí.

Esto hizo que el pequeño lentamente dejará de llorar y estuviera más tranquilo. Al lograr su cometido, Rubius decidió cantarle una canción de cuna para hacer que su bebé consiguiera el sueño.

Como me apena...verte llorar...– trataba de calmarlo pues aún seguía algo asustado– Toma mi mano...siéntela...– ante esto, puso a Iván en el regazo de su brazo derecho mientras le ofrecía su mano izquierda para que jugara con ella– Yo te protejo de... cualquier cosa...–esto lo dijo mientras volvía a mirar a la ventana, viendo la lluvia caer. Para luego volver a prestar atención a su pequeño– No llores más, aquí estoy...

(...)

Tiempo presente:

Tan pronto vieron al menor salir corriendo, ambos tenían claro que tenían que hacer. Rubius se giró a ver a su esposo para estar seguro de esto.

—¿Vegetta?

—Ya se. Tenemos que ir por él.

—"Genial...y ni siquiera estoy en el atuendo para la ocasión"- pensó el oso quién todavía se encontraba con su look de ama de casa.

Dicho lo último, Vegetta se dirigió rápidamente a su sala de cofres donde guardaban sus mochilas ya equipadas para este tipo de situaciones donde tendrían que salir rápido de casa. Salieron y se dirigieron corriendo hacia la dirección en la que se había ido Spreen.

Vieron que este corría hacia la dirección de los portales a los otros pueblos por lo que no tardaron en ir en la misma dirección. Una vez estuvieron enfrente de los mismos, el oso se dio cuenta de algo que hizo que se detuviera.

...Mamá?...Papá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora