BOSQUE ESCARLATA

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Que te caiga mal no es razón moral para llamarlo idiota


🚬


Dos hombres los cuales hablaban mientras caminaban, aunque uno de ellos parecía más un niño, y lo era. Así es, son Fred Porlock y Sebástian Moran.

- No me creo en serio lo que está pasando, su corazón busca a nuestro señor. - Comentó Sebastián.

Sebastián Moran era un hombre fornido con rayas como tigre por todo el cuerpo simulando cicatrices del pasado y unos rifles de francotirador en su pecho sujetas por un cinturón, deben de pesar, sin duda, pero él lo hacía parecer como si fueran de pluma.

- Sí.. El señorito Moriarty es tan... Diferente. - Le siguió Fred un poco inseguro.

Y Fred Porlock era un muchacho con espinas en los brazos y cuernos hechos de un tallo floral como si de una cabrita se tratase, teniendo también su bufanda creada con pétalos de Peonias azules ceniza.

Ambos desviaron la mirada hacia un quejido, era lo que buscaban: Sherlock Holmes.

- Ahí está. - Anunció Moran posando sus manos en la cadera. Fred ni se inmutó. - Ahí... ¿Está? - Se acercaron más a él quien aún se encontraba de espaldas a ellos. - ¿Realmente está? - Preguntó Moran confuso a su acompañante al ver que el detective no reaccionaba a su presencia.

- Supongo que sí, al menos físicamente. - Contestó Fred.

Giraron al alrededor de Sherlock quedando frente a él. Lo vieron paralizado, entonces Fred supo de inmediato que le pasaba. - Se me olvidó que habian plantas paralizantes, las que hacian referencia al gran cerebro del señorito.

- ¿Qué?

- La Hiedra hace que tengas una parálisis, obviamente en la vida real es más grave. Como dije antes, hace referencia a la gran e impactante y paralizante intelecto del señorito. - Explicó Fred con su semblante serio sin expresión.

- Pues descongelalo, desgraciadamente tenemos que hablar con él así que...

- Ya, ya.

Fred abrió su bolsa marrón hecha de corteza y sacó una jeringa que inyectó en la piel del peliazul y quitó rápidamente.
Sherlock jadeó con ansias y cayó al suelo tosiendo. Los dos presentes le agarraron de cada brazo y lo llevaron a la sombra de un árbol ーdejandolo apoyado en el troncoー.

- ¿Estás bien? - Preguntó Porlock al ver que solo lagrimeaba y tosía.

- Oye... - Llamó Moran a Fred mientras miraba con temor a Sherlock. - ¿No se estará... despertando? - Preguntó algo espantado por la idea.

- Imposible, el corazón está concentrado en mantener esta habitación todo lo cerrada posible para que encuentre a su "amor" - Explicó algo temeroso. - Pero si es así...

De repente, Sherlock dejó de toser y se limpió las lágrimas.

- Agh - Se quejó. - mierda. - Murmuró ronco y los miró detenidamente, ya ni se sorprendía por sus aspectos inhumanos.

Moran y Fred se miraron con seriedad. El primero suspiró y miró a Sherlock.

- ¿Viste algo? - Preguntó de repente Sebastián.

- Casi. - Respondió con indiferencia. - Os escuchaba. - Añadió.

Eso les llamó la atención, sobre todo a Moran.

- Está acostumbrado a las sustancias. - Recordó Fred en voz alta haciendo que Moran tomara un semblante furioso.

- Joder, joder, joder.. - Comenzó murmurando con saña hasta un tono más elevado. - ¡¿Por qué nuestro amo del crimen está interesado en un drogadicto cómo él?! - Reprochó a su acompañante. - ¡Es injusto! - Finalizó alterado.

- Señor Moran. - Intentó tranquilizar Fred pero sus gritos de cólera lo callaron.

- ¡Si nos deja por tu culpa juro que te pego un tiro entre ceja y ceja! - Gritó aún más eufórico. - ¡Y estoy tan seguro de que tú le haras al-

- Él sabrá si vale la pena o no estar conmigo, su corazón aún lo está guíando hacia mi ¿no? por algo será. - Se defendió Sherlock con la poca información más lo que habia sacado de la corta conversación entre esos dos mientras estaba aún en los efectos de la Hiedra.

Eso hizo colmar el vaso. Sebastián lanzó una muy vulgar blasfemía y se marchó dando pisotones.

- Perdón por su comportamiento - Empezó Fred atrayendo la mirada de Sherlock. - yo no creo que merezcas a nuestro señorito pero si su corazón aún te busca y él no se rinde es porque eres mejor que su actual prometido.

- Que amable - Sonrió. - pero en parte él tiene razón. - Admitió Sherlock. - Se nota que le tienen mucho respeto y afecto, a lo mejor es verdad el no merecerlo. Igualmente quiero verlo y conocerlo, además, si su prometido es tan horrible cómo insinuas yo lo ayudaré. - Se levantó con dificultad y miró con más determinación al pequeño frente a él.

- Eso me alivia. Se supone que ahora tengo que llevarte a una cabaña y darte pistas sobre mi señor.

- Antes, quiero asegurarme de algo. - Anunció el detective. - Mi "amor verdadero" es un noble aristócrata que mata a los de los suyos, ósea, un asesino en serie que es también muy amigo de Albert James Moriarty ¿Voy bien? - Se quiso asegurar.

- Em... - Fred miró sorprendido al hombre frente a él. - Sí.. Bueno, más-.... Sí. - Dudoso, le dio la razón aunque no del todo la tenía.

- Dudas, no acerté en algo.. ¿O sí? - Ahora Sherlock dudaba.

- Sí acertaste, vámonos ya. - Fred caminó entre los arbustos esquivando árboles siendo seguido por el detective. - El señor Moran estará allí, sino, estará en su "hogar". - Explicó.

- Probablemente no. - Opinó. - Por cierto ¿quién eres? - Preguntó acelerando su paso hasta quedar a su lado.

- Fred Porlock, y mi acompañante es, bueno, puedes quedarte con solo "Moran" - Respondió Fred sin desviar la mirada de su camino.

- ¿Qué relación tienes con la persona que busco? Vosotros lo llamaisteís "señorito" o "señor", sois algo así como sus sirvientes ¿no? - Sonrió con orgullo al recibir un asentimiento como respuesta.

- Holmes, antes de llegar te pido con amabilidad que no le comentes a nadie sobre lo que viste o escuchaste paralizado.

- ¿Por qué, es malo que sepa que si estoy herido puedo salir de esta locura de lugar? - Preguntó con tono burlón.

- Sí. - Respondió Fred seriamente. - Te dije ya que mi amo está en peligro a manos de su prometido y yo junto a dos más somos los únicos que pensamos que la única solución eres tú. - Explicó.

- Oh.. Bueno...

Al llegar a la cabaña entraron de inmediato, habia una mesa de madera en el medio con unas tazas y tetera coloreadas de blanco y rosa pastel. Habian tres sillas del mismo material que la mesa y sin rastro de Moran, Sherlock ya lo habia deducido así que no mostró sorpresa alguna.

- ¿Qué es esto, la hora del té? - Bromeó Sherlock mientras se sentaba en una de las sillas.

Fred se sentó en frente suya y comenzó a echar té en una de las tazas que había, llenó solo una taza y habló.

- Mi señor, como tú anteriormente dedujiste, es un noble que mató a varias personas de su mismo título y prestigios, sin embargo, no con el mismo pensar... Se suponía que tenía que hacerte varias preguntas para descubrir su afición al asesinato de seres vulgares, pero lo dedujiste antes de que llegaras aquí así que se me ocurrió invitarte al mismo juego de preguntas pero con respuesta diferente. - Hablaba mientras le acercaba la taza llena de té y dejaba la tetera en su lugar.

- Entendido. - Contestó concentrado en sus palabras.

- ¿Cuál es su afición, señor Holmes?

Sherlock pensó, no podía ser asesinar porque iba a tener respuesta diferente, no encontró ninguna referencía en el bosque escarlata de una segunda afición.

- No lo sé. - Admitió Sherlock a regañadientes, era la primera vez que se culpaba por no ser el triple de atento en su momento.

- Esto es té normal, bebe y luego ve a buscar pistas sobre su afición. - Indicó Fred.

- Bien.

GUIADOS POR EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora