SEBASTIÁN MORAN

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Prefiero tu felicidad que la mia propia

Entre los maniquíes un hombre fortachón con rayas sobre su piel y pistolas en su pecho. Su cabello verde pantano se movía por la ligera brisa con principio inexistente.

- ¿Esto era lo qué buscaba? ¿Esto es el corazón del señor William? Está impregnado con referencias de ese estúpido hombre.

- ¿Sr. Moran?

Escuchó a sus espaldas. Sonrió con amplitud y dio media vuelta encontrándose con Mycroft detrás de William.

- Aléjate de él. - Gruñó Moran.

William alzó una ceja confundido por su inapropiada reacción, pensó que habia alguien detrás de él, sobre todo Mycroft. Y así fue, al girar su rostro hacia atrás observandolo. Mycroft golpeó el suelo con el cetro provocando que dos de los maniquíes que había en su entorno se movieran para sujetar a Moran por los brazos.

- ¿Qué haces aquí? - Preguntó Mycroft.

- Mycroft ¿Por qu-

- Él no debería estar aquí, no debe de haber nadie que conozcas, William. - Contestó el mayor sin dejar que terminara su duda.

El rubio miró con más curiosidad a Moran.

- ¿Cómo llegaste aquí? - Preguntó Mycroft con suma seriedad.

- Están en el mismo hospital, fue fácil. - Respondió la víctima de los maniquíes.

William que lo habia escuchado todo, se interesó por la respuesta de su amigo.

- ¿A qué te refieres? - Preguntó William.

Y de nuevo, Mycroft golpeó el suelo con el cetro, otro maniquí sujetó a William, a este le sujetaron por las orejas provocando una sordera sorprendente, hasta el punto de ni siquiera oír sus propios pensamientos.

Pero aunque estuviera sordo hasta que Mycroft decidiera lo contrario, sus ojos escarlata se mantenían en la conversación muda ーpara Williamー que mantenían sus compañeros. Sebastián se enloquecía y William supo claramente que era por el maniquí que le tapaba las orejas.

- ¡Suéltalo! - Gritó Moran furioso.

- Vuelve a la habitación del corazón de mi hermano. - Ordenó Mycroft.

- Suéltalo primero. - Insistió.

- No. Él no puede escuchar la verdad ¿por qué estas aquí? - Comenzaba a perder la paciencia.

- Es.. Agh ¡Will no merece estar con ese tal Sherlock! ¡Él merece a alguien mucho más respetable y no a un drogáta egoísta!

Los ojos escarlata consiguieron ver a Mycroft pasar por su lado antes de llegar frente a Moran, tenía un semblante terrorífico a ojos de cualquiera. Se tensó, abriendo con sorpresa y miedo aquellos ojos rojos. Vio una amenaza clara, tan clara como el mismísimo agua, una amenaza que consistía en acercar el zafiro del cetro al cuello de su fiel y querido amigo.

- ¡No le hagas daño! - Gritó preocupado llamando la atención de ambos hombres, pero rápidamente volvieron a mirarse ignorando al Moriarty.

- Mi hermano no es un drogáta, vuelve a tu posición. - Ordenó.

Sebastián frunció el ceño.

- Vale, pero suelta a Will.

Mycroft le dio la vuelta al cetro y golpeó el suelo con el
zafiro, el maniquí que sujetaba las orejas de William volvió a su posición antigua al igual que los dos que sujetaban a Moran.

- Will.. - Murmuró Moran abrazandolo con cuidado aún sabiendo que detestaba el contacto físico sin permiso.

- Sebastián. - Dijo William con un tono algo autoritario.

- Sí sí lo siento. - Respondió Moran separandose del corto abrazo.

- William, no me podré quedar contigo mucho tiempo pero te advierto qie ese hombre no es digno de ti, lo tuve delante mia créeme.

- Vamos. - Insistió Mycroft con la orden comenzando a enfurecerse de nuevo.

Con un último bufido, Sebastián se marchó.

- No entiendo algunos fragmentos de lo que a pasado aquí. - Desvió la mirada al peliazul.

El mayor suspiró agotado y golpeo el suelo con el cetro. William notó que uno de los maniquíes que tenía detrás del Holmes comenzaba a formar forma de silla hasta volverse un trono y Mycroft se sentó.

- Sebastián Moran no debería haber estado aquí. - Comenzó a explicar. - A Moran no le gusta tu futura y posible pareja y vino aquí para decirte que no estes con él por temas más personales.

- ¿Temas más personales? Sé que Moran siente un aprecio especial por mi, pero no creí que fuera capaz de hacer esto.. Amm.. Bueno, sobretodo porque es la primera vez que estoy aquí.

- Tengo.. Tengo el ligero presentimiento de que no solo vino aquí a advertirte. - Comentó.

- ¿Ya a vuelto a donde tenía que estar? ¿Dónde era, al corazón de tu "amigo"? - Preguntó William preocupado por lo que sería capaz de hacer su secuaz para mostrar su aprecio.

- No lo sé. Pero si sigue en este vestuario lo encontraré.

- Por favor, no le hagas daño. - Pidió William con amabilidad.

- No le haré daño, pero le echaré de aquí a patadas si hace falta.

GUIADOS POR EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora