LO SIENTO

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El amor es tan admirable como abominable

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Acababamos de terminar un caso, y de nuevo, su brillante y admirable mente me sorprendió, es increíble que a pesar de que no le interesen las mujeres, sea tan cortés y galán con estas.

Les sonríe, les besa la mano y hasta coquetea con alguna de ellas, pero.. Siempre es con el fin de conseguir pistas de un caso o solo son pruebas para un experimento social.

Al entrar a casa ーun apartamentoー me topé con Sherlock en bata y con una pipa frente a la chimenea sentado en su acojedor sillón favorito, poseía de un periódico en las manos, lo conozco suficientemente como para saber que no lo leía, sin embargo tenía la mirada perdida en el papel viejo.

Lo saludé con una sonrisa, no recibí respuesta. Me senté en el sillón de al lado ーambos sillones se miraban cara a cara dandole el lateral a la chimenea, y en el medio habia una mesa redondaー.

- John... - Susurró, parecía asustado, eso era inusual en él así que lo miré con seriedad.

- ¿Sí? - Respondí igual de serio que mi mirar.

- Tengo algo importante que decirte, mi querido Watson.

- Le escucho. - Respondí concentrado en sus intentos en vano de esconder sus temblorosos labios detrás del periódico, en como su ceño se fruncía ーtambién temblorosoー y su pie daba golpes al suelo de madera. Era un tema serio, pero que muy serio.

Se levantó de su sillón, se acercó a mi y se mantuvo callado durante unos segundos, que para él seguramente eran horas.

- Yo... - Murmuró, temblaba. - Cometí un crimen.

No entendí muy bien su miedo, sus temblores ¿Acaso no cometió ya bastantes crimenes, no se acostumbraba?

- ¿Cual crimen? - Pregunté seriamente.

Otra vez silencio.

- Enamorarme de ti. - Balbuceó, no pude escucharlo bien.

- ¿Perdone?

- Me gustas. - Susurró, su voz temblorosa lo hizo ver muy afectado.

Abrí los ojos estupefacto.

- M-me... Gustas, Watson. - Repitió más asustado ante mi reacción.

- Sherlock... - No supe que decir, ni como reaccionaría si le dijera la noticia que tenía preparado.

- No me lo digas, por favor, no lo digas.

En mi vida solo lo vi llorar dos veces: La muerte de Copí y cuando volvió de su encuentro con Mycroft estando colocado hasta arriba de Cocaína.

Pero ahora, estaba él frente a mi, lagrimeando sin dejar de mirarme.

- Me voy a casar. - Dije, sentí una presión en el pecho, pero no fue nada comparado con lo que presencié.

Sherlock sollozó cayendo de rodillas frente a mi, no supe como reaccionar, pero al menos lo que hice no lo rechazó.

Me incliné hacia adelante abrazando su cabeza, apoyándola sobre mi regazo.

De pronto, dejé de escucharlo llorar, no se despegó de mi y yo no lo aparté.

- ¿Estás mejor? - Temí que se volviera a colocar.

- No... - Respondió ronco

Acaricié su cabeza durante un rato, me di cuenta de que tenía el pelo suelto.

- ¿Con quién...? - Volví a escuchar su voz ronca.

- Una mujer preciosa.. Se llama Mary Morston. - Respondí y sonreí inconscientemente mirando a la chimenea.

- Se nota que la aprecias mucho, m-mi querido Watson, aunque ya no podré llamarlo así. - Lo miré, estaba con la vista fijada en mi con tristeza.

- Oye.... Me alaba que usted sienta eso por mi. - Sonreí ligeramente.

Se levantó rápidamente y dio media vuelta mientras se limpiaba las lagrimas. Me habia dado la espalda, me pregunto si.. ¿Seguirá llorando?

- Tendrás que irte ¿no? - Había acertado, sabía lo que venía ahora.

- Sí.

GUIADOS POR EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora