Capítulo 6.

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El incidente con su "fan" lo dejó muy pensativo durante los días siguientes, haciéndolo ver el costado más duro de ser streamer. De acuerdo, siempre había sabido que entre su público había muchos que solo lo veían por su apariencia, pero una cosa era saberlo y otra era experimentar una propuesta indecente en pleno stream. Otros lo hacían, era cierto, pero él nunca se lo había planteado. No tenía nada contra los colegas que accedían a ciertas peticiones especiales, como jugar en ropa interior, o comer con actitud provocativa… pero él simplemente no se veía haciendo eso. Era demasiado tímido y demasiado orgulloso para venderse así por dinero, aunque no tuviera nada de malo. Prefería seguir jugando como lo hacía siempre, a tropezones y cometiendo fallos de novato, pero sin involucrar su vida personal.

-Aunque si te decidieras a hacerlo, probablemente te llenarías de dinero. Eres una belleza- observó su amiga Elaine, mirándolo con aire crítico.- Y serías aún más atractivo si te peinaras un poco. Sólo digo.

-Elle, por favor. ¡No empieces! Tú eres preciosa y no me ves diciéndote que abras un OnlyFans por eso- respondió con cierta brusquedad, más que nada por la vergüenza que le dio pensar en ese tema. 

-No lo haría porque tengo novio y no quiero preocuparlo, pero si estuviera soltera lo pensaría. ¿Acaso se puede discutir con el dinero, Leo? Todos necesitamos dinero. Y solo dije que si le dieras el "sí" a algunos pedidos extras de tus suscriptores podrías juntar billetes más rápido, no dije que lo hicieras. Te conozco y sé que no podrías sentirte cómodo.

-En efecto, no podría. Sería casi como… como prostituirse, sí. De acuerdo que el dinero siempre hace falta, pero todavía no estoy tan desesperado para caer en eso.

-Bueno, bueno, no te alteres más, ven. Come un poco, que hice demasiadas viandas y no quiero desperdiciarlas. Llévate alguna a casa si quieres. 

-¿Qué pasó con tu emprendimiento de vender viandas en la universidad? ¿Te lo prohibieron?- preguntó con cortesía a su amiga, que negó al tiempo que le servía una cerveza para acompañar la comida.

-No, pero no es tan fácil como parece, sabes. He estado súper atareada con los trabajos de un par de clases, así que no me ha quedado mucho tiempo para las ventas. Le dije a mi novio, "ayúdame a vender un poco, que el Terror de las Letras me tiene entre ceja y ceja y si no hago sus encargos…"

-Espera un minuto- la interrumpió Leo, con los ojos muy abiertos.- ¿Quién?

-¿El Terror? Así le decimos al profesor de Literatura Clásica, es un ogro. Es inflexible con su materia y siendo sincera, da miedo- le explicó Elle sin reparar en su cara de incredulidad.- Y nada, le dije a mi novio que me ayudara a vender las viandas para que no se echen a perder, porque tenía demasiadas tareas, pero no pudo (o no quiso, ve tú a saber) y ahora las tuve que traer de vuelta. ¿Al menos están ricas?

-¿Eh? Ah, sí… sí, muy rico todo. Tienes una buena mano para la cocina.

Ese Terror que decía Elaine, ¿sería el suyo? Es decir, su suscriptor premium. El que más donaba por semana, el hombre gentil que le soltaba piropos y le había asegurado que podía contar con él siempre, en caso que otro indeseable apareciera. Sería demasiada coincidencia que dos personas tuvieran el mismo apodo, ¿verdad? Y sin embargo, algo no encajaba. Elaine lo había descrito como un ogro, el tipo de profesor que haría llorar a un alumno por su mal desempeño en el aula, pero el Terror que él conocía no era para nada así.

"De acuerdo, no lo conozco en persona, pero lleva mucho siguiéndome y jamás me ha dado un problema, al contrario. Y lo sé, lo percibo, es una buena persona. ¿Podría ser el mismo hombre?"

-Oye, nena. Si quieres ayuda con las ventas, yo podría echarte una mano alguna tarde de éstas- se ofreció casual, pero picado en la curiosidad de saber la identidad del Terror. 

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