Capítulo 11.

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Había sido bendecido con una belleza natural abundante, según Elaine, pero si quería conquistar a un señor mayor (eran palabras de ella; él no creía que treinta y cinco años fueran sinónimo de viejo), tenía que esforzarse un poco más para lograrlo. 

-El Terror…

-Tiene nombre, Elle.

-Bueno, bueno. El profesor Price es un hombre muy culto y fino, es de familia de plata según escuché, así que vamos a suponer que tiene estándares altos para buscar pareja. Eso, o está solo por culpa de su carácter de…

-¿Podemos saltear la parte en la que hablas mal del tipo que me gusta?

-Está bien, lo siento… aunque al menos ahora admites que te gusta- expresó ella contenta.- ¡Pero a lo que iba! No puedes ganarte el corazón de un hombre así de exigente con esas pintas. Puede que te siga en las redes, pero la vida real es un poco diferente. 

-¿Es decir…?

-No sabemos si te sigue porque le gustas, o porque se quiere distraer con un contenido relajado. No es por ofender, por supuesto, pero trato de ponerme en su lugar. Es un sujeto muy serio como ya he dicho, así que no creo que tu belleza natural sea suficiente. Debes adecentarte un poco, peinarte, ponerte una ropa menos maltratada, cosas así, para que vea que estás a su altura.

-Sé que tienes buenas intenciones, pero me estás asustando- masculló Leo incómodo, principalmente porque temía que ella tuviera razón. A lo mejor a Nathan no le gustaba en persona, a lo mejor solo quería admirarlo por internet porque era un desahogo y nada más, y esa idea por cierto que le atemorizaba. Llevaba tiempo incubando un interés especial en él, y ese interés no hacía más que crecer con cada pequeña interacción virtual. El TerrordelasLetras había vuelto a participar en sus streams, a hablarle normal y dulce, pero Elaine tenía razón y la vida real era otra historia. ¿Qué había visto Nathan en él aquel día en la universidad? Un joven ojeroso y despeinado, con ropa que le quedaba demasiado grande y una rotura en la pierna izquierda del jean. Y no una rotura hecha a propósito por la moda, si no una rotura de desgastado.

-Oh por dios. Soy un zarrapastroso- se quejó de repente, mirando a Elaine con súplica.- Por favor ayúdame, o jamás sabré si le gusto a Nathan. Y quiero saberlo, ¡así sabré si tiene sentido que me siga ilusionando o no!

-Ternurita- se burló ella con cariño, haciéndole una seña para que se sentara.- Para tener veinticinco años eres muy inocente, ¿lo sabías? Y en mi opinión eso es mucho mejor que ser un arrogante idiota como la mayoría de los hombres.

-¿Oye? ¿Estoy aquí?- protestó Frank desde su escritorio, mientras Elaine reía. 

-Tú eres otra excepción, querido. Por suerte… ahora, ¡a lo que vamos! Vamos a tu departamento a ver qué ropa tienes que sea decente. Y si no tienes, ni modo, iremos a comprarte algo. Al fin y al cabo las donaciones de tus suscriptores están hinchando tu billetera, no pasará nada por tomar un poco para cambiarte el vestuario.

-Me siento ridículo, como en esos reality show de cambio de imagen- confesó Leo suspirando, pero tomando su mochila de todos modos. Elaine bufó.

-Esos programas basura no sirven para nada, solo para mostrar su snobismo. Yo te voy a dejar más bonito de lo que ya eres para ti, para que no te sientas nervioso cuando enfrentes al profesor. Después de todo, ya lo dije: eres hermoso por naturaleza, solo necesitas un poco de cuidado para relucir al máximo de tu capacidad.

Offline LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora