Narra Eddie :
Vi se ha ido, no quería que así fuera, pero me dijo que estaría bien, y que simplemente se encerraría en su cuarto hasta mañana. Sé que es valiente cuando quiere, sé que ella puede, pero Josh es un monstruo en el cual jamás podría depositar confianza.
Aprovecho parte de tarde "libre" y bajo las sábanas de mi cuarto, es mejor lavarlas y eliminar cualquier rastro de lo que sea que haya pasado anoche porque no pienso dar detalles.
Y voy con un montón de sábanas en mis brazos, cuando mamá entra a la casa, y me mira con algo de risa. Yo hago esfuerzos por intentar esconderlas, pero es algo imposible y un tanto obvio.
- ¿Y esas sábanas Eduardo? - yo trago saliva - ¿Te ayudo a llevarlas a la lavadora?
- Oh, no, gracias - lo digo rápido y mamá se ríe - ¿Qué pasa? - pregunto y ella se ríe un poco más fuerte.
- No nací ayer. Tu padre hacía las mismas cosas cuando apenas salíamos. No soy tonta, aunque creas que sí lo soy. Pero de todos modos no tiene nada de malo- ella sonríe, y yo paso por su lado, completamente rojo y sin saber qué decirle.
Dejo las sábanas en la lavadora y camino hasta la sala de estar, mamá me observa algo malhumorada.
- ¿Qué hice ahora? - pregunto.
- La pregunta es ¿Qué no haces? - arquea una ceja y me observa algo cabreada- Alguien cortó las rosas del patio....Eran para tu abuela - Sé que no está molesta realmente, sé que ya se ha armado una idea de la situación, sé que sabe que ando con Violet y cuando quiero confesar que estoy saliendo con ella, mamá va hasta mí, me abraza y se pone a llorar de la nada, y yo abro mis ojos, respondo a sus caricias de madre, siempre hemos tenido una relación de amigos. Mamá me tuvo muy joven, a los quince, y mi padre murió en un accidente cuando tenía apenas dos años - Lo siento, mi Eduardo. Es sólo que estoy un poco sensible y necesito contarte algo.
- Pues... Sólo dime. Me asustas.
Vale, lo primero que pienso es que mamá está enferma y le quedan segundos de vida. Siempre pasa, en todas las películas y series.
Nos sentamos en el sofá, ella toma mis manos y solloza.
- Dios, dilo... Por favor - cierro mis ojos - ¿Estás enferma? ¿No es así? - Debo reconocer que soy algo dramático con esas cosas, quizás en la escuela las cosas parecen importarme poco, pero cuando se trata de cosas familiares y personales, suelo pasar por momentos de ansiedad.
- Edward Munson, no digas eso. Dios mío - lleva su mano al pecho y yo respiro algo más tranquilo.
- Bueno, dime... ¿Qué pasa? - pregunto.
- Vale, espero que te lo tomes bien. No creas que ha sido fácil aceptarlo por mi parte.
- Me asustas más...