FLASHES | Enzo Fernández.

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CAMILA

La semana había pasado volando, literal, desde la llamada de Julián mi vida puso primera o cuarta y aquí estoy, comprando unos rollos en nada más ni nada menos que Buenos Aires, había llegado hace dos horas para una entrevista con el grupo de marketing de la selección, básicamente los que se encargan de las fotos y redes. Había hablado con una tal Carolina, que era la que se encargaba de seleccionar a las personas y organizar todo, y también estaba Lucas, que era fotógrafo. En teoría íbamos a trabajar juntos.

Estaba que me moría de los nervios, primero porque no tuve tiempo ni de procesar todo lo que había pasado en una semana, había conseguido laburo, que era lo que no me dejaba dormir este último tiempo, y quería gritarlo a los cuatro vientos pero en teoría no tenía a nadie a quien contarle salvo a mi amigo que fue el que me consigo esto y al bauti, pero el ya sabía. ¿Amigas mujeres? No tenía.

Siempre me consideré muy solitaria, es por eso que soy amiga de Julián, los dos somos Yam diferentes pero al mismo tiempo iguales... no sé si me explico, quizás es que estoy cansada y mi cabeza está en cualquiera.

—¿Entonces llevas esos cuatro rollos? —me pregunta el señor tras el mostrador y yo asiento feliz. —Gran proyecto ¿eh? —me dice. Ay señor si supiera...

—Demasiado —Le digo sonriendo.

—¿sos modelo? —me pregunta y yo frunzo el ceño. Niego repetidas veces.

—Ya veo, yo en todo caso sería la asistente.

El señor se ríe sonoramente. —¿pero dudas de que puedes ser modelo? —me pregunta y no sé si me está chamuyando o está siendo buena persona.

—Si señor, lo dudo demasiado —le sonrío mientras le doy el dinero. Y después de una corta despedida de dos palabras me retiro.

Llego al hotel después de caminar un poco por la gran ciudad, dejo mis cosas y me siento en la gran cama que jamás tuve.

Mi teléfono suena al instante y es un mensaje de carolina, dándome la dirección de donde tenemos que vernos.
Entro a google maps y por suerte queda cerca así que decido ir caminando. Sin perder ningún momento las increíbles imágenes que me regala el cielo de Buenos Aires.

—Bueno cami la verdad que estamos muy satisfechos con el trabajo que estuvimos viendo estos días —me dice Caro mientras nos sentamos en el gran sofá en una oficina de sueños.

—Gracias de verdad —le digo cordialmente pero sin dejar de sonar como una nena chiquita.

—Julián te tenía guardada ¿eh? —dice riéndose y yo frunzo el ceño. Ay dios... cree que soy la novia de Julián.

—No no yo no salgo con Julián.

—¿Ah no? —pregunta ella. Y ahora mismo dudo de si trabaja para LAM.

—No no, es mi mejor amigo, nos conocemos desde que tenemos cinco. —le explico. —El es literalmente mi hermano.

—Ay perdón entonces —me dice y la noto sincera. —La efusividad de Julián al hablarnos de vos realmente nos hizo dudar mucho, ya que sabes que el no dice ni "mu"

Ambas nos reímos. —Si, cuando quiere. —le digo haciéndole saber que una vez que Julián te conoce y entra en confianza es capaz de cantarte un disco completo de cualquier Banda de cuarteto que exista. Pero emito ese detalle o seré cenizas.