Epílogo

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¡¡Al fin!! siento tantísimo la espera T___T ¡Chúpate ésta Met que ni rompiéndome todos los ordenadores lograste impedir que lo publicara! muahahaha

Aiss dad las gracias a @OmniscienteSensual que ella tenía de milagro el manuscrito completo en un email de hace aaaaños *-*

Aquí está al fin, ojalá os guste :)

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EPÍLOGO

¿Pesadilla o realidad? Eso se pregunta la mariposa cuando despierta envuelta en la penumbra. Al principio no sabe dónde está, sólo sabe que siente miedo.

Sus pupilas se van dilatando poco a poco y la oscuridad va adoptando formas fantasmagóricas que le aterrorizan. Las cortinas auguran inquietantes susurros y el viento reverbera espectralmente.

Amara se despertó acostada sobre un lecho de sábanas de terciopelo. Examinó su cuerpo sin encontrar ni un simple rasguño, alguien le había curado por completo y le habían dejado prestado un vestido de encaje negro que olía a rosas negras. Esto le hizo marearse un poco, no estaba acostumbrada a la fuerte y exuberante fragancia. La cama era bastante amplia y tenía un cabecero metálico del que pendían más rosas trepadoras. Olía a él, podía sentir su esencia rodeándola.

Se encontraba completamente sola y la puerta estaba cerrada. No se filtraba ni un hilo de luz por lo que intuía que era de noche. Intentó levantarse, primero incorporándose un poco. Estaba helada de frió por lo que arrancó las sábanas y se aferró más a ellas.

Cascadas de encaje cayeron por el borde de la cama y sus delicados pies se posaron sobre el frío y liso suelo.

Tanteando llegó a una mesa de escritorio con papeles desperdigados por su superficie. Amara los cogió, abrió las cortinas comprobando aliviada que tras ellas no moraba ningún monstruo hambriento, y dejó que la desmayada luz de la luna iluminara el lienzo. Era ella, sufriendo y suplicando. La puerta se entreabrió súbitamente y aterrorizada, los papeles se le cayeron de las manos. Se agazapó temblorosa en la esquina, casi desgarrándose la piel a través de los pliegues de las sábanas a los que se asía con tanta fuerza.

—Gracias, Caín. Sabía que tú me entenderías —decía una voz femenina que a Amara se le hacía conocida.

—¿Entenderte? Claro, preciosa.

—Como mi torre ha sido destruida había pensado venirme a vivir contigo. ¿Por eso me has llamado, no?

—Acércate.

—Sabes que mis labios están disponibles siempre para ti.

—Pero yo no quiero tus labios.

—¿Entonces?

—¿Quieres saberlo? Acércate, Agneta —la voz de Caín se volvió casi un susurro. Amara tuvo que

agudizar el oído para escucharle—. Quiero matarte.

—¡Pero…!

—No es nada personal, pero me das asco. Te iba a haber matado nada más terminar el examen, pero he estado muy ocupado.

A continuación se escuchó un sonido violento, como el de la carne siendo atravesada, y un grito desgarrador. Después, el inconfundible goteo de la sangre golpeando la piedra. Amara sollozó, acurrucándose aún más.

—Una traidora menos —proclamó Caín abriendo del todo la puerta.

Amara le vio entrar, llevaba puesta su capa negra. No estaba solo sino que detrás le acompañaba alguien más, un demonio. La mirada de Caín se fue directa a la cama y un destello de preocupación inundó sus ojos grises durante una leve fracción de segundo que cambió por una sonrisa cuando la localizó hecha un ovillo.

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