13. El ángel blanco

2.6K 90 35
                                    

Hoy quería publicar el Especial de Halloween que ecribí en su día porque me venía perfecto para la situación pero está en mi ordenador viejo que no se enciende así que no he podido recuperarlo :/ en su lugar traigo un capi muy revelador xD

19

La ciudad de Enoc se erguía en medio del mar Negro. Cuando Caín mató a su hermano Abel, fue desterrado por Dios y maldecido por toda la eternidad. Entonces, caminó y caminó, desamparado por las peligrosas tierras infestadas de demonios, pero ninguno le atacó. Estaba protegido por la marca de Dios. Allí conoció a Lilith y tuvieron su primer hijo. Para celebrarlo, fundó una ciudad sobre las tierras deshabitadas de Nod, y la llamó igual que su retoño. Así surgió Enoc. O aquello era lo que contaban los viejos libros de historia, aunque Gabriel sabía que aquello no era del todo cierto, pues fue Caín el que liberó a Lilith y demás demonios del Infierno.

Las afueras de esta ciudad estaban compuestas por lo que se denominaba "El bosque maldito". Una terrible ciénega cuya vegetación se alimentaba de la sangre y energía vital de quien ambulase por ellas. Recordaba cómo, cuando era más joven, se escapaba a aquel lugar a entrenar y matar diablos. Ahora no tenía tiempo ni ganas de entretenerse con las molestas plantas. Un enorme arco de mármol negro se alzaba ante él, mostrándole que si lo cruzaba, se hallaría en Enoc. Enormes torres desafiaban el cielo, amenazantes. Estaba completamente seguro de que allí se encontraba Selene. No tenía muy claro por qué lo sabía, pero sentía la necesidad de volver al último lugar en que la había visto.

No le costó ningún esfuerzo encontrar el lugar. En cuanto vio una estatua decapitada, sabía que era ahí donde había ocurrido todo. Se trataba de un estrecho callejón que al final daba lugar a un ensanchamiento, donde se erguía la estatua del arcángel Uriel decapitado. Incluso pudo distinguir el punto exacto. La piedra del edificio estaba arañada, las marcas de las manos de su hermana en un intento de resistirse seguían allí. Alguien se había molestado en limpiar la sangre, pero no su sufrimiento. 

Se apoyó contra la pared intentando reprimir sus sentimientos. Ahora entendía por qué nunca se había atrevido a regresar. Algo afilado cortó su cuello. Sintió un aliento frío sobre la nuca y al girar la cabeza como pudo, se topó con dos ojos grises.

—Bienvenido a mi ciudad, señor Leirbag. ¿O debería decir Gabriel?

El ángel intentó materializar su guadaña, pero algo le estaba oprimiendo.

—No... —seguía hablando Caín—. Definitivamente el nombre más adecuado para ti es Lucifer.

—¿Dónde está Selene?

—Donde nadie pueda ponerle sus manos encima —le siseó, oprimiéndole con más fuerza aún. Enroscó su reptiliana cola alrededor de su cuello y comenzó a estrujarle los huesos.

Aquel demonio era bastante fuerte y sabía demasiadas cosas. No estaba la situación como para escatimar, así que no le importó a Gabriel desatar su poder más de los límites que se había autoimpuesto. Comenzó a emitir una suave luz blanco-azulada y Caín tuvo que apartarse repentinamente al sentir un calambrazo. Las partes de su cuerpo que habían estado en contacto con el ángel le dolían intensamente además de que algo no iba bien, no parecían responderle a su voluntad.

—He alterado las corrientes nerviosas de tu cuerpo —le explicó Gabriel mientras se colocaba en su sitio los huesos del cuello.

Efectivamente, el diablo había perdido el control de sus manos y de su cola. Ésta última se enrolló esta vez alrededor de su propia garganta mientras intentaba reprimir que sus propias manos agarrasen su sable sin su permiso. Podía sentir la impasible mirada de su adversario clavada sobre él. El diablo intentó pronunciar unas palabras en una lengua que Gabriel no entendió y unos caracteres rojos se iluminaron sobre la hoja de su arma. El sable se elevó y cortó la extremidad que le estaba oprimiendo a su amo. Una vez liberado, descargó su propia energía oscura sobre sí mismo, para volver a ajustar su sistema nervioso. Gabriel seguía traspasándole con la mirada. Caín se incorporó como pudo y, extendiendo el ala hacia atrás, hizo que surgiesen del suelo seis clones suyos. Sin embargo, ni siquiera habían terminado de salir y comenzaron a deshacerse.

Dolce InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora