Estaba tan ansioso porque él llegara que llamó a su madre para pedirle la receta de su carne asada. Preparó la comida y se aseguró de que la casa estuviera en perfecto orden. Quería saber la reacción que tendría él al verlo de nuevo. Esperaba tener un gran reencuentro y estaba tan ansioso que miraba impaciente el reloj de la pared.
Una hora después, su celular comenzó a sonar, así que corrió a atender con el corazón que se le iba a salir del pecho. Estar sin él por veintiún días había sido terrible, y lo extrañaba demasiado. Sobre todo en las noches, cuando hacía frío y no podía sentir sus fuertes brazos alrededor de su cintura, veintiún noches sintiéndose solo y desprotegido.
—¡Alex! ¿Ya estás aquí, cariño? —dijo y sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción.
Oyó una pequeña risa por parte de Alex y su estómago pareció dar un vuelco. —Sí, ya estoy aquí.
—Bien, iré a buscarte.
—No, no —se apresuró a decir—. Hace mucho frío afuera y parece que va a llover en cualquier momento, no quisiera que te enfermaras, Miles... Quédate en casa, tomaré un taxi.
Miles sonrió y apretó el móvil contra su mejilla con más fuerza. —Claro, entonces te esperaré aquí.
Subió las escaleras de la casa corriendo y se observó en el espejo de cuerpo completo, tan sólo quería comprobar que su ropa y su cabello estuvieran en orden. Había decidido ponerse sus pantalones negros ajustados y una camiseta rayada blanco y negro. Su cabello estaba algo alborotado, pero lo dejó así. Finalmente llegó la hora, Alex tocó el timbre de la casa y esperó a que Miles abriera la puerta. Cuando lo hizo, ambos sonrieron, Miles se abalanzó hacía él y lo abrazó con muchísima fuerza.
—Te extrañé tanto, Alex.
—Yo también, Miles.
Tras cerrar la puerta, Miles no pudo contenerse y lo besó. Lo besó como si hubiera esperado una eternidad para hacerlo, y así le había parecido a él. Alex no decía mucho, simplemente intentaba apretar sus cuerpos mientras se besaban con mucho cariño.
—La próxima vez iré contigo —susurró Kane apoyando su cabeza en el hombro de su amado.
—No habrá próxima vez, Miles. Te lo prometo —le sonrió y luego miró la casa intentando descifrar de dónde venía ese increíble aroma—. ¿Tú cocinaste? —Miles asintió y se rió levemente.
Comieron entre risas y anécdotas de los Arctic Monkeys en Los Ángeles, sin embargo, Alex tenía algo. Y era nada más, ni nada menos que arrepentimiento. Se sentía mal, Miles estaba tan contento de verlo, y él sólo quería decirle que había cometido un error, que se había acostado con Alexa Chung en Los Ángeles, en su antiguo departamento.
—Al, ¿te encuentras bien? —preguntó.
—Sí, es sólo que... Hace frío.
Miles sonrió enormemente y asintió. Sabía que Alex amaba el café caliente, y quizás eso lo hiciera sentir en casa, así que, sin decir nada, se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina. Pudo oír desde la cocina como Turner entonaba una canción que no pudo reconocer.
—Miles, tengo que decirte algo —murmuró cuando el café estaba servido en la mesa. No tenía ganas de probarlo siquiera, pero siendo un agradable acto de cariño de Miles, lo tomó. Él lo miraba a los ojos esperando que comenzara a hablar, eso lo hacía sentir mal, terriblemente mal y arrepentido, no tenía idea por cual parte comenzar, tan sólo quería disculparse por haber sido un idiota.
—Dime.
—Estando en Los Ángeles... —su cabeza divagó un momento, justo a tiempo para arrepentirse. —Me di cuenta de lo importante que eres para mí, de lo mucho que te necesito a mi lado y que no quiero a otra persona, sólo te quiero a ti, Miles.
Por un lado, no sentía eso en verdad. Miles era importante, pero no tanto. La culpabilidad era por haberse acostado con Alexa mientras mantenía una relación estable con Miles Kane, no porque él fuera tan importante.
—Creo que mereces una buena bienvenida, Al —comentó, con una sonrisa ladina. Alex se estremeció por completo cuando Miles se sentó en su regazo y le robó un suave beso. Sabía perfectamente cuales eran sus intenciones, y aún no estaba preparado. Necesitaba torturarse algunos días más sobre lo que había hecho en Los Ángeles.
—¿Sí? Es que... Estoy un poco cansado por el vuelo, además... Tenemos mucho tiempo para eso —intentó excusarse, se notaba a leguas como intentaba zafarse de la situación. Pero Kane era perseverante, no lo iba a dejar ir sin que lo hiciera suyo una noche más, después de tanto tiempo.
—También tendremos mucho tiempo para descansar —contraatacó, y depositó un beso en el cuello de su mejor amigo, o novio, o amante. Turner cayó rendido. No pudo resistirse a aquellos besos en el cuello y las frías y delicadas manos de Miles Kane recorriendo su pecho.
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00:35 a.m › milex
FanfictionLo vuelve loco con cada sonrisa que le regala, cada vez que se ríe sentiente millones de mariposas en su estómago y como su corazón bombea fuerte. Sin embargo, no cree que todo eso sea bueno. Alex es como su hermano, su mejor amigo de toda la vida...