Final alternativo.

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Dedicado a TheRealShipper quién me comentó que el final había sido innecesario. Me pregunté qué había hecho mal, si había sido muy cliché o tan sólo fuera el hecho del final de no-ficción. Me gusta ser realista a la hora de escribir sobre Miles y Alex... Yo quise narrar una historia que abarcara casi toda su amistad, como habrán leído, la historia comienza con el éxito posterior a The Age Of The Understatement y temina con el lanzamiento de AM (en realidad me equivoqué bastante, pero bueno), la idea era que fuera cien por cien realista, que no estuvieran por la calle a los besos o algo por el estilo porque por lo menos yo no he visto ni una sola foto de una situación similar, ellos -desde mi punto de vista- tienen una relación frustrada, casi prohibida, y en eso me basé.
Siento mucho si no cumplí con sus expectativas, en verdad jamás en los cuatro años que estoy en wattpad (esta es una cuenta super secreta para escribir esta clase de cosas, jejjjje) he escrito un final feliz... ¡PERO HOY ESE JAMÁS SE ACABA! Les traigo un final feliz alternativo, y sí, después de más de dos meses de haber finalizado la historia...

Haré una breve explicación y recomendación; lo que narraré será lo que pasó luego del capítulo veintiuno, sería genial que releyeran el capítulo para refrescar la memoria y no encontrarse confundidas.

Alex llegó a su casa una hora después, tal y cómo había dicho. Se veía muy mal, jamás lo había visto peor. Tenía un fuerte olor a cigarros y su cabello estaba desordenado de tal manera que le parecía increíblemente atractiva. Quizás sólo fuera lo ebrio que estaba, o quizás realmente fuera así. Lo único que quería era aferrarse de su cuello, respirar su aroma, impregnarse de aquel olor a tabaco y colonia, besar la curva de su cuello, y rogarle amor. Aquel amor que jamás le había dado, quería corroborar que realmente iba a cambiar, que lo iba a querer tanto como él lo quería, que se iba a entregar a él para siempre.

-Al -murmuró él con la voz temblorosa y casi rota, a la vez que Alex entraba a la casa. No pudo decir nada más porque no podía armar una oración en su cabeza, se encontraba más ebrio que en cualquier de todas aquellas noches que pasó solo en Birkenhead antes de creer que lo había olvidado por completo.

-Miles...

-Perdóname, me he comportado como un imbécil -dijo, con un nudo en la garganta y un pequeño sollozo. Los ojos adiendo por las lágrimas que estaba intentando retener-. Sigo creyendo que esperé mucho tiempo por tu amor, tú no me mereces ni yo a ti, pero Alex, por favor, quédate conmigo.

-No sabes lo que dices, estás ebrio, mañana te arrepentirás -dijo y caminó por la casa buscando las pocas cosas suyas que quedaban.

-Eres difícil aún cuando me estoy entregando a ti una vez más -musitó.

-No me quedaré con la conciencia limpia jamás, ni aunque me perdones, simplemente entendí que no estamos destinados a estar juntos.

Miles lo miró a los ojos, horas atrás lo había visto llorar por él y ahora se veía superado, y ya no parecía sentirse dolido por la situación, sin embargo a él le había dolido antes, le seguía doliendo y le dolería por siempre. -¡Al diablo el destino! ¿¡Puedes entender que te amo!? ¡Dios, Alex! He intentado tanto odiarte... Años, y aún te amo.

Alex lo miró a los ojos mientras los suyos comenzaban a humedecerse, y sin debatirlo siquiera un segundo lo acorraló contra la pared del pasillo y lo besó. No era un beso dulce y tierno, era uno lleno de necesidad y anhelo, donde Alex intentaba demostrarle que lo quería y que a partir de ese momento lo querría como él se merecía ser querido. Miles pareció deshacerse ante la calidez de sus labios chocando sobre los suyos una vez más, e intentó aferrarse a Alex todo lo que podía, lo tomó del cuello y lo apretó más contra su cuerpo, acortando cualquier distancia que hubiera entre ellos. Alex se dedicó a delinear su cintura con sus manos y empujar sus caderas contra las suyas. Miles siempre había sido una persona cariñosa, desde que habían empezado a vivir juntos actuaba de un modo muy dulce, lo cuidaba mucho, lo consentía con pequeñas cosas y sobre todas las cosas le demostraba aquello que Alex no podía demostrarle. A Miles los te quiero le brotaban de los labios cada vez que se besaban, las sonrisas sinceras y aquellas miradas que decían más que mil palabras... Alex, por su parte, se deleitaba cada vez que lo miraba, sobre todo cuando estaba distraído, cuando cocinaba o simplemente cuando tocaba la guitarra junto a él, por otro lado, ambos echaban de menos aquella época dónde solamente era amor de hermandad, sin embargo, ellos tenían esa chispa, y lo sabían.

-Te amo, Miles, de verdad te amo.

Y su corazón latió más fuerte que nunca, sus mejillas se tornaron de un color carmesí y una sonrisa se dibujó en su rostro. Y se sintió correspondido por primera vez, en su estómago parecía llevarse a cabo una nueva guerra mundial, y no pudo hacer otra cosa que juntar y su frente con la suya y disfrutar aquel momento, el haberse sentido correspondido luego de tantos años, de tantas tristezas, de tantos malentendidos, de tantas discuciones... Él era la razón tanto de su felicidad como de su tristeza.

-Di algo -susurró Alex con cierto nerviosismo.

-Gracias -alcanzó a decir antes de volver a juntar sus labios.

Así fue como con perseverancia, Miles logró tener su amor. Así fue como Alex, el muchacho de corazón gélido, aprendió a querer a alguien. Así fue como, luego de meses, formalizaron la relación frente a sus familiares y amigos. Así fue como Miles y Alex comenzaron a escribir una historia de amor.

00:35 a.m › milex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora