Doce.

1.2K 142 133
                                    

Seis meses después...

Ella estaba colgando de su espalda mientras caminaba bajo la noche estrellada. Ella lo hacía sentir bien, se parecía a él en varios aspectos. Ambos eran tranquilos pero tenían ganas de divertirse. Caminar por las noches durante horas se les había vuelto algo casi cotidiano, siempre en silencio o a veces él comenzaba a cantarle. Cantaba canciones de amor, que sabía que le gustaban y trataba de hacerla sentir bien. Como había dicho Alex hace años.

—América quiere que vayamos a su casa mañana, ¿qué dices?

—Oh —soltó Suki, completamente desilusionada—. Mañana tengo un desfile, Miles.

— ¿Y qué haces aquí? Deberías irte a dormir temprano.

—No me importa, sólo quiero estar contigo —dijo y se colgó de su cuello para besarlo. Él le correspondió automáticamente, ella era la mujer con la que había soñado tiempo atrás, cuando Alex no irrumpía en su corazón—. Te amo.

No respondió con palabras, simplemente volvió a besarla. No se cansaría jamás de sus labios que sabían a cerezas.

El desfile de Suki comenzaría en cualquier momento y él aún no estaba ahí. Conducía con impaciencia, iba a llegar tarde y ella se enojaría mucho. Su celular comenzó a sonar y atendió con la vista en el camino.

—Hola.

—Miles, ¿dónde estás? Le pregunté a todo el mundo si te habían visto llegar pero nadie sabe de ti.

—Lo siento, se me hizo tarde y hay mucho tráfico.

—Está bien, te llamo en cinco minutos.

Y la llamada se cortó. Suspiró, estaba cansado y lo que menos quería era ver a un millón de mujeres desfilar ropa costosa. Quería estar en su casa y dormir todo lo que restaba del día. Su celular volvió a sonar y esta vez atendió sin mirar la pantalla.

—Cariño, ya estoy llegando, ¿qué quieres? —dijo un poco exasperado, estaba estresado con el desfile, sólo hablaba del desfile y de nada más.

— ¿Cariño? ¿Desde cuando me llamas así? Desaparces seis meses y ahora me llamas cariño.

Su corazón se detuvo y sus ojos se llenaron de lágrimas, dirigió el automóvil a un costado de la calle para poder tranquilizarse. Hacía seis meses que no lo veía, desde que él le dio a entender que prefería estar con Alexa. Además un tiempo después supo que se había mudado a Los Ángeles, y fue todo mucho más fácil teniéndolo lejos.

—Lo siento, yo... —su voz se cortó y una lágrima comenzó a caer por su mejilla. — ¿Cómo conseguiste mi número?

—Matt me lo dio.

— ¿Y qué es lo que quieres?

—Quiero que vuelvas —dijo como si fuera algo sencillo—. Mira, hoy daremos un concierto aquí en Londres, ¿qué tal si vienes y tocas 505 con nosotros?

—No lo haré, estoy yendo al desfile de mi novia.

—Oh, entonces, ¿tú dejas tu querida guitarra por un estúpido desfile? —soltó una risa que hizo que Miles enfureciera.

—Eres un imbécil, ¿qué demonios pasa contigo? De un día al otro quieres que regrese y pretenda que nada pasó entre nosotros, pero déjame decirte algo, pasaron muchas cosas. ¡Nos besamos más de una vez, tuvimos sexo y sabes que nada de eso fue un error! Yo estaba tan enamorado de ti, y tú sólo te burlaste y me diste falsas esperanzas, eras mi mejor amigo, tú dijiste que nada cambiaría después del primer beso, ¡puras mentiras!

—Sabías que supondría problemas justo desde el primer beso.

—Lo sabía, lo sabía, lo sabía, ¡maldita sea! —gritó y golpeó el volante con su puño. —Y no habrá día en el que no me odie por haberlo hecho, pero sigues siendo mi error más bonito, mi pesadilla favorita.

Se quedó en silencio llorando, esperando algún tipo de respuesta que lo tranquilizara. O que le contestara que también lo amaba y que no quería que se alejara. Era mentira, aún lo amaba. Lo amaba cada día de su vida, pensaba en él incluso cuando estaba con Suki y quería dejar de hacerlo, pero no podía. Turner había llegado un día a su cabeza y no parecía querer irse más, la cabeza de Miles Kane era su nuevo hogar.

—Necesito verte, por favor, regresa. —le respondió Alex, con un tono preocupado.

— ¿Para qué? ¿Para que vuelvas a reírte de mí? Olvídalo.

—Miles, estaba aterrado, jamás me burlaría de ti. Por favor, ven y toca con nosotros, luego del concierto podremos hablar de todo. Por favor. —suplicó, pero Miles cortó la llamada y arrojó el móvil al asiento trasero.

Prendió el motor nuevamente y siguió su camino. Su novia era más importante, ella sí lo amaba de verdad y no lo hacía sentir la peor basura del mundo. Miró su rostro en el espejo retrovisor y se asustó. Tenía los ojos rojos, y la nariz también. ¿Cómo disimularia eso frente a millones de cámaras? Su cabeza daba vueltas y vueltas pensando en Alex Turner. Pensando en qué era lo que pasaba por su cabeza para pedirle que volviera, pero no podía saberlo a no ser que fuera al concierto que daban en Londres. Sabía dónde se daría el concierto, hacía meses que veía los grandes carteles promocionando a los Arctic Monkeys y su vuelta a Inglaterra. Comenzó a conducir en dirección contraria al desfile. Ya no tenía idea de nada, no había planes, sólo actos inconcientes.

Mardy Bum comenzó y estaba observando todo desde el costado del escenario mientras ajustaba su saco rojo. Ya no estaba enojado, esa canción lo relajaba, muchísimo más siendo una versión acústica y ver a Alex cerrando los ojos y cantando con esa dulce voz, todo era nuevo. Él tenía un nuevo estilo ahora. Llevaba gel y un peine en su bolsillo. La gente gritaba la canción y alzaban los celulares en el aire junto con sus manos.

Jamás había sentido tanto con Mardy Bum como lo estaba haciendo ahora.

Alex volteó en la mitad de la canción y se sorprendió, pero Miles no hizo más que bajar la mirada y disfrutar la canción con la vista fija en el suelo. Cuando la canción termina, Alex comienza a decir que le agradaba estar de nuevo en Inglaterra y algo de Jimmy Savile, quién había muerto ese mismo día. Y luego, lo presenta. El sube al escenario aplaudiendo junto con el público, Alex se había arrodillado frente a él, pero no le importó mucho. Alex se levantó y lo abrazó, le dio unas rápidas palmaditas en la espalda incómodo y lo empujó levemente hacía adelante. Saludó al baterista, Matt Helders, tomó su guitarra y después saludó a Nick O'Malley, el bajista.

Justo cuando el teclado de 505 comenzó, Kane se acercó a Turner tomándolo por el estómago y susurró en su oído:

—Te ves totalmente ridículo con ese nuevo look.

—Lo sé. —dijo y tomó su mano, que aunque intentó soltarse, la sujetó con fuerza durante algunos segundos.

I'm going back to 505... If it's a seven hour flight or a forty five minute drive, in my imagination you're waiting lying on your side, with your hands between your thighs...

Hola, el vídeo que adjunto es del cual me inspiré para hacer el capítulo. Pueden verlo para entender mejor la situación.

-maryelizabeth

00:35 a.m › milex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora