Capítulo 2

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Blaise me miraba por encima de la copa mientras disfrutaba de su whisky de centeno.

—Seguro que te escuece, Draco. Pero ¿qué quieres que haga?

—Quiero otro trabajo. Eso es lo que quiero que hagas. Búscame uno.

Soltó la copa con una carcajada seca.

—Ya lo hemos discutido. Con tu currículum, puedo conseguirte cualquier trabajo que quieras… menos aquí. Hay dos peces gordos en Victoria y tú trabajas para uno de ellos. Si por fin estás dispuesto a mudarte, dímelo. Tendré ofertas de empleo para ti en cualquier ciudad de las importantes que se te ocurra. Toronto está creciendo como la espuma.

Resoplé, irritado.

—No quiero mudarme. Me gusta Victoria.

—¿Hay algo que te retenga aquí?

Tamborileé sobre la mesa con los dedos mientras sopesaba la pregunta.

No sabía por qué me negaba a mudarme. Me gustaba la ciudad. Me gustaban su cercanía al agua, los restaurantes y los teatros; me gustaba el ajetreo de una gran urbe en una ciudad pequeña y, sobre todo, me gustaba el clima.

También había algo más, algo que no terminaba de comprender y que era lo que me retenía. Sabía que podía mudarme; de hecho, parecía la mejor solución, pero no era lo que quería.

—No, nada tangible. Quiero quedarme. ¿Por qué no puedo conseguir un puesto en Black Group? Tendrían que darse con un canto en los dientes por contar conmigo. Mis campañas hablan por sí solas.

Blaise carraspeó al tiempo que golpeaba la copa con una uña bien cuidada.

—Lo mismo que tu personalidad.

—Ser directo y exigente funciona en la industria publicitaria, Blaise.

—No me refiero a eso precisamente, Draco.

—¿Y a qué te refieres exactamente, joder?

Blaise hizo un gesto para que nos sirvieran otra copa y se acomodó en el asiento, colocándose bien la corbata.

—Tu reputación y tu nombre te preceden. Sabes que si te llaman Dray, no siempre lo hacen como diminutivo. Lo de «capullo» te pega bastante. —Levantó un hombro—. Por motivos evidentes.

Me encogí de hombros. Me daba igual cómo me llamara la gente.

—Black Group es una empresa familiar. A diferencia de Anderson, dirigen el negocio basándose en dos principios: la familia y la integridad. Son muy selectivos a la hora de elegir clientes.

Resoplé.

Anderson Inc. trabajaría para cualquiera. Mientras se pudiera sacar dinero, crearían una campaña… daba igual lo desagradable que fuera para algunos consumidores. Yo lo sabía y me daba igual. Sabía que Black Group era mucho más selectivo con respecto a sus clientes, pero podía trabajar dentro de sus límites.

David detestaba Black Group: irme de Anderson Inc. y ponerme a trabajar allí lo cabrearía tanto que me ofrecería ser socio con tal de recuperarme. Incluso podría ofrecérmelo al descubrir que me iba. Tenía que conseguir que sucediera.

—Soy capaz de controlarme y trabajar según sus condiciones.

—No se trata solo de eso.

Esperé a que el camarero se marchara tras traernos las copas. Observé a Blaise un momento. Su cabellera recortada relucía y tenía un brillo travieso en los ojos marrones. Estaba relajado y se sentía a gusto consigo mismo, mi dilema no lo preocupaba en absoluto.

Contrato de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora