Capítulo 5

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El edificio donde se encontraba la sede de Black Group era diametralmente opuesto al de Anderson Inc.

A diferencia del enorme rascacielos de acero y cristal en el que trabajaba todos los días, ese edificio era de ladrillo, solo tenía cuatro plantas y estaba rodeado de árboles.

Aparqué el coche tras hablar con el guardia de seguridad de la entrada, que me sonrió con amabilidad y me ofreció un pase de visitante. Antes de entrar en el edificio, otro guardia de seguridad me saludó y me indicó que el despacho de Remus Lupin se encontraba en el último piso, tras lo cual me deseó un buen día.

Al cabo de unos minutos, una secretaria me condujo hasta una sala de juntas, me ofreció una taza de café recién hecho y me dijo que Remus se reuniría conmigo en breve. Me distraje observando todos los detalles de la estancia en la que me encontraba, sorprendido de nuevo por las diferencias entre ambas empresas.

Anderson Inc. había apostado por llamar la atención. Los despachos y la sala de juntas estaban equipados con tecnología punta, y decorados con las tendencias más novedosas, siendo el blanco y el negro los tonos predominantes. Sillones modernos y duros, mesas y escritorios con superficies de cristal grueso, suelos de madera de color miel. Todo era frío y distante. Si esa estancia era indicativa, iba a estar como pez fuera del agua en Black Group.

Las paredes estaban forradas con cálidos paneles de madera de roble; la mesa de juntas era de forma ovalada, de madera, y estaba rodeada por cómodos sillones de cuero; el suelo estaba cubierto con una mullida moqueta.

A la derecha, había una amplia zona con una eficiente cocina. En las paredes colgaban los anuncios de sus campañas más exitosas, todos enmarcados y colocados con mucho gusto. Varios trofeos se alineaban en las estanterías.

En un extremo de la estancia, se emplazaba una pizarra para anotar ideas. Había garabatos e ideas esbozadas. Me acerqué para analizar las imágenes y capté con rapidez la estructura de la campaña que estaban diseñando para una marca de calzado. Iban por mal camino.

Una voz ronca me sacó de mis pensamientos.

—A juzgar por su expresión, no le gusta el concepto.

Mis ojos se encontraron con la expresión jocosa de Remus Lupin.

Nos habíamos visto varias veces en algunos eventos del sector, y siempre se había mostrado educado y distante. Un apretón de manos profesional y un breve saludo sin más. Era un hombre alto y seguro de sí mismo, con un abundante cabello castaño que brillaba bajo la luz.

De cerca, la calidez de sus ojos azules y el timbre ronco de su voz me sorprendieron. Me pregunté si habían dejado a propósito la pizarra con las ideas. Si sería una especie de prueba.

Me encogí de hombros.

—No es un mal concepto, pero no es nuevo. ¿Una familia que usa el mismo producto? Está muy visto.

Remus se apoyó en el borde de la mesa y cruzó los brazos por delante del pecho.

—Está muy visto, sí, pero funciona. El cliente es Kenner Footwear. Quieren llegar a un público amplio.

Asentí con la cabeza.

—¿Y si se hiciera, pero con una sola persona?

—Me gustaría que elaborara esa idea.

Señalé la imagen de la familia, colocando el dedo sobre el niño más pequeño.

—Empezamos aquí. Centrándonos en él. La primera compra del producto: unos zapatos que le han comprado sus padres. Seguimos su trayectoria mientras crece, centrándonos en algunos momentos importantes de su vida, durante los cuales lleva la misma marca de calzado: sus primeros pasos, el primer día de colegio, una excursión con los amigos, practicando deporte, durante una cita, la graduación, el día de su boda… —Guardé silencio.

Contrato de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora