Capítulo 24

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Miré a Penny de reojo con el ceño fruncido.

Me emocioné al ver que el mismo trío de jazz que ya habíamos visto actuaba de nuevo, pero ella había estado rara toda la noche. En más de una ocasión, había levantado una mano para secarse una lágrima que resbalaba por su mejilla. Cuando le pregunté, preocupado, si se encontraba bien, se desentendió de la pregunta con un gesto impaciente.

—Estoy bien.

Sin embargo, no parecía estar bien en absoluto.

Empujé la silla de ruedas para llevarla de vuelta a su habitación con la esperanza de que la sorpresa que le tenía preparada la animase. Harry había mencionado que Penny llevaba un par de días que no comía bien y que parecía cansada.

Esa noche, su cuidadora me dijo que apenas había tocado la cena y que solo había almorzado porque Harry le había dado de comer.

Sabía que Harry estaba preocupado. Había pensado en cancelar la clase de yoga, pero yo lo animé a que fuera. Le recordé que solo le quedaban dos clases y que después podría reunirse con nosotros los martes.

Echaría de menos el tiempo que pasaba a solas con Penny, pero las clases comenzarían de nuevo un mes más tarde, de modo que volveríamos a estar solos.

Mi momento preferido de la noche era cuando Penny me contaba historias de Harry. Solían estar plagadas de anécdotas graciosas y bochornosas que me arrancaban una carcajada.

Me senté junto a Penny y abrí la caja de la pizza con una sonrisa.

Voilà!

Cuando descubrí que, además de las hamburguesas de queso, las pizzas eran su perdición, empecé a llevarle pizzas. Al personal de la residencia no le importaba, y me aseguraba de que ellos también recibieran algunas. Un día, llevé tantas pizzas que todos los residentes pudieron comer si así lo deseaban. Aquel día me convertí en un héroe.

Ese día, sin embargo, era solo para Penny.

Tomó una porción, pero no hizo ademán de comérsela. Con un suspiro, se la quité de la mano y la devolví a la caja. Le rodeé la frágil muñeca con los dedos y froté la delicada piel de la palma de la mano.

—Penny, ¿qué pasa? ¿Qué te preocupa?

Soltó un suspiro profundo, que pareció agotado y resignado.

—Estoy cansada.

—¿Quieres que vaya en busca de Connie? Puede ayudarte a acostarte.

Tami tenía la noche libre, pero Connie le caía bien.

—No, no quiero acostarme.

—No lo entiendo.

Se zafó de mi mano y se frotó la cara con gesto frustrado.

—Estoy cansada de todo esto.

—¿De tu habitación? —Si quería otra, se la conseguiría.

—De estar aquí. En esta… vida, si se puede llamar así.

Nunca la había oído hablar de esa forma.

—Penny…

Extendió el brazo y me sujetó la mano.

—Se me olvidan las cosas, Draco. El tiempo pasa y no recuerdo si estoy en el mismo día que hace un momento. Harry viene a verme y no recuerdo si ha estado hace unas horas, hace unos días o hace un minuto. A veces, no reconozco nada y me da miedo. Sé que hay días en los que no lo reconozco a él. —Le temblaba la voz y tenía los ojos llenos de lágrimas—. No me conozco a mí misma la mayoría de los días.

Contrato de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora