Contrato de Matrimonio

Capítulo 27

Hola! Yo sé que no he estado actualizando tan seguido; pero en mi defensa me caí por las escaleras en mi trabajo y estuve en recuperación algunos días... y porque me quedé sin internet. Pero aquí estamos de nuevo.

Ahora sí, disfruten su capítulo :)

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Contemplé los terrenos de la extensa propiedad a través de la ventana.

Por mi cabeza pasaban los recuerdos de aquel primer día, cuando traje a Harry. Lo nerviosos y aprensivos que nos sentíamos. Lo bien que él interpretó su papel.

Desvié la mirada hacia la terraza. Al recordar la cena con la que celebramos nuestra boda, sentí una opresión en el pecho. Harry estaba guapísimo y encajaba a la perfección entre mis brazos mientras bailábamos. Lo que solo debería haber sido una pieza más de mi plan acabó siendo un día alegre. ¿Ya lo quería entonces?

—Draco.

Me volví para mirar a Remus, que me ofreció una humeante taza de café.

—He pensado que te vendría bien.

Acepté la taza con un asentimiento de cabeza y me volví de nuevo hacia la ventana. Mis pensamientos eran caóticos. No sabía cómo empezar la conversación, pero sabía que debía mantenerla. Necesitaba aclararlo todo para poder decidir mi siguiente movimiento.

Tras inspirar hondo, me volví de nuevo hacia Remus. Estaba apoyado en su mesa con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos, disfrutando de su café. Demostraba la misma actitud serena de siempre, si bien su expresión era intensa.

—No sé por dónde empezar —admití.

—El principio suele ser la mejor elección.

No estaba seguro de cuál era el principio en mi caso. ¿El motivo real por el que me marché de Anderson Inc.? ¿El acuerdo al que llegué con Harry? ¿Los cientos de mentiras y engaños que lo siguieron?

—¿Por qué te ha dejado Harry, Draco?

Me encogí de hombros, sintiéndome indefenso.

—No lo sé. ¿Tal vez porque no sabía lo que siento por él?

—¿Y qué sientes, exactamente?

—Lo quiero.

—¿Tu esposo no sabe que lo quieres?

—No.

—Creo que has encontrado el principio.

Asentí con tristeza, consciente de que tenía razón.

—Te mentí.

—¿En qué sentido?

Me senté y dejé la taza de café en la mesa. Si la sostenía, era posible que acabara aplastándola entre las manos o que la estampara, sin importarme el contenido, contra la pared. Ninguna de las dos posibilidades pintaba bien durante una conversación civilizada, aunque tal vez esa no lo fuera.

—En todos. Todo fue una mentira.

Remus se sentó frente a mí y cruzó las piernas. Se pasó los dedos por la raya del pantalón y después alzó la vista.

—¿Me mentiste para conseguir el puesto en Black Group?

—Sí.

—Dime por qué.

—No me nombraron socio cuando me tocaba y quería cabrear a David, pero también quería quedarme en Victoria. Me gusta la ciudad. Me enteré de que había una vacante en Black y fui a por ella.