Capítulo 21

1.3K 140 9
                                    

Mientras desayunábamos, Hermione recibió una llamada de Ron que le dijo que no regresaría hasta el domingo.

Dado que las tormentas continuaban, le aseguramos que podía quedarse ese día en casa hasta que él la recogiera al día siguiente. No había alternativa. Además, lograba hacer reír a Harry, y me gustaba oír el sonido de su risa. Quería oírlo con más frecuencia.

Los tres fuimos a ver a Penny acompañados por los truenos lejanos de la tormenta. Insistí en que el menú consistiera en hamburguesas de queso, y solté que acostumbraba a llevarle una a Penny a escondidas.

Harry se sorprendió al descubrir todas las visitas que yo había hecho sin que él se enterara. En sus ojos brilló el agradecimiento mientras se acercaba para besarme, un gesto que me pilló por sorpresa.

Tiré de él para estrecharlo contra mí, aprovechándome del hecho de tener a Hermione de audiencia, y lo besé hasta que estuvo colorado y avergonzado. Hermione me miró y me guiñó un ojo mientras yo aceptaba la pesada bolsa de las hamburguesas con una enorme sonrisa.

Penny estaba silenciosa pero lúcida cuando llegamos. Se echó a reír cuando le dije que llevaba uvas para Joey. Al pájaro le gustaba picotearlas y yo no tenía que cortar nada, ni tenía que sobornar a Tami a fin de que lo hiciera por mí.

La tienda de bombones donde compraba seguramente habría tenido un aumento en las ventas durante las últimas semanas, y el personal de la residencia estaba deseando que apareciera por la puerta para ver qué llevaba en cada ocasión. Nunca los decepcionaba.

Hermione estaba casi recuperada, volvía a ser una mujer alegre y habladora, y entretuvo a Penny con las historias de su familia. Eso me ofreció la oportunidad de sentarme y observar a Harry con Penny.

Estaba a su lado y le había tomado la mano. De vez en cuando, le acariciaba una mejilla o le pasaba la mano por la frente para apartarle algún mechón suelto mientras hablaba o se reía. Bromeaba con Penny y la animaba a comer. También le puso una servilleta al cuello mientras la reñía por mancharse. Penny le pellizcó la nariz a modo de respuesta.

—Deja de ser tan mandón, Harry.

—Sí que lo es —murmuré—. Se pasa todo el día dándome órdenes.

—Es mi venganza —susurró él.

—¡Para eso están los esposos! —exclamó Hermione con una carcajada.

Harry y yo nos quedamos helados. No le habíamos dicho a Penny que nos habíamos casado. Nuestras miradas se encontraron por encima de la cabeza de la anciana, sin saber muy bien qué hacer.

Penny se enderezó en la silla y dejó de comer. Nos miró a uno y a otro.

—¿Os habéis casado? —Se volvió hacia Harry—. ¿Os habéis casado sin decírmelo? Harry, ¿Cómo has podido ocultármelo?

Harry negó con la cabeza.

—Por favor, Penny, escúchame. No es lo que crees.

—Pero os habéis casado.

—Sí.

Penny me miró y apartó la bandeja del almuerzo.

—Me gustaría hablar con mi hijo en privado.

●●●

Caminé de un lado a otro del pasillo sin dejar de mirar la puerta cerrada. Gemí al tiempo que me dejaba caer contra la pared y apoyaba la cabeza en la dura superficie.

—Draco, lo siento mucho —se disculpó Hermione—. No imaginaba que Penny no lo sabía. Ni siquiera se me ocurrió la posibilidad de que no se lo hubierais dicho.

Contrato de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora