parte 31

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imagina

Inuyasha está recostado aquella mañana, se siente hundir, sus ojos se llenan de lágrimas pensando en lo que dijo, en lo mucho que desearía no haberlo dicho.

- olvida lo que dije, por favor, te necesito aquí, alfa.- solo decirlo lo mata por dentro, por todas las cosas que dijo, por las cosas que no dijo. Se siente caer en esa espiral de tristeza. Nunca sintió un corazón roto como ahora. Tener ese sentimiento que nunca más se verán, le quita el aire, es difícil respirar.

No soporta la idea de no volverlo a ver, se aferra a los hechos de que el alfa sigue pagando la renta, de que le llega sin falta la despensa a su puerta, se ha quedado en el apartamento esperando que el alfa aparezca pero no, quisiera borrar sus palabras, jamás haberlo dicho. Claro que lo necesita, solo basta mirar el mar de lágrimas que es en su ausencia. Su lobo está tan decaído.

Se levanta con pesar, ya no le apetece usar esa ropa linda que compraron juntos, solo anda en pantalones deportivos, sudaderas y tenis. Lava su cara enjuagando esas lágrimas. Se mira al espejo, "Yo tampoco saldría conmigo mismo si me viera así", nota las ojeras en su rostro, los surcos testigos de sus noches sin dormir extrañando al alfa. La ropa de Sesshoumaru ya está perdiendo el aroma. Inuyasha está desesperado, como si fuera una adicción olerlo.

Prepara café y le vierte chocolate, es solo un placebo para su necesidad. Solo necesita acurrucarse entre sus brazos y aspirar fuertemente la base de su cuello y saber que todo estará bien. ¿Es mucho pedir ahora?

Se alista para salir, unos vaqueros, una remera, una chamarra de cuero roja, botines igualmente rojos. Sale sin muchas esperanzas. Al menos aún es capaz de levantarse de la cama.

Está cabizbajo caminando por la zona Omega. Aún está buscando trabajo. Aunque sus ánimos y esperanzas son muy bajos. Se siente sin fuerzas hasta que un poderoso aroma a café y chocolate lo hace estremecerse, su lobo ha estado muy decaído, aún si él quisiera, no logra sacar las orejitas ni esa apariencia, ahora parece de nuevo su viejo yo, irónicamente ya no le sienta bien, es tan extraño, ahora que vive entre omegas se siente un Beta nuevamente, será que no encaja en ningún sitio.

Su lobo está tan deprimido desde la pelea con Sesshoumaru, ha pasado una semana y no ha sabido nada del alfa, mira y mira su teléfono, mira el último mensaje, el frío OK que recibió cuando le dijo que no estaría esa noche, ese día que se vieron en el hospital de Miroku.

Se arrepiente de haber dicho esas cosas, quizás no le pidió nada, pero si estaba agradecido con el Alfa, simplemente no sabe cómo arreglarlo. Piensa que primero debe encontrar trabajo y así lo verá con orgullo. Su maldito orgullo, ambos son demasiado orgullosos.

Pero el aroma hace que su lobo despierte del letargo, corre hacia el aroma solo para toparse un café. Se desilusiona demasiado, tanto que sus ojos se llenan de lágrimas, es su lobo aullando por su Alfa destinado.

Trata de calmarse, seca sus ojos y respira. comienza a  hiperventilar, no logra calmar sus nervios.

- ¿te encuentras bien? - pregunta una mesera, es una chica Omega, su voz es dulce al igual que su aroma a flores.

- Sí... perdona... - dice pero su voz se quiebra.

- No pasa nada, ven, siéntate, toma un poco de café. La casa invita. - dice sirviéndole una taza. Inuyasha no tiene fuerzas para rechazar el gesto generoso, se deja manejar, ser sentado.

De pronto está a solas con sus pensamientos mirando el negro de la taza. Siente como si en su pecho hubiera un agujero así de negro, como el café, y se expande más y más a cada minuto lejos de Sesshoumaru. Toma la taza entre sus manos y aspira el aroma que lo hizo llorar. No es que efectivamente el café oliera exactamente al Alfa, es más bien la añoranza en su corazón lo que lo ha ilusionado de esta manera. Inuyasha da un sorbo, para calentarse el pecho. Para pensar en su alfa. Aún lo siente suyo.

- Alfa... - dice suavemente mientras sus labios casi tocan el líquido. Es difícil pasar el trago cuando tienes un nudo en la garganta. Respira hondo ese aroma. - olvida lo que dije, no es lo que pienso realmente. - repite perdido como si se lo dijera.

- ¿estás mejor? - pregunta nuevamente la chica. Inuyasha alza la mirada que tenía encajada en la taza, y la Omega queda flechada por los hermosos ojos dorados brillantes por las lágrimas. - wow eres un Omega muy bonito. Oh lo siento, dije algo malo. - pregunta angustiada cuando sus palabras en vez de halagar lastiman al chico.

- es que ... no soy bonito, no lo suficiente, mi alfa me dejó... - dice Inuyasha con las orejas abajo, no sabe en qué momento esa apariencia salió, probablemente fue el café y la nostalgia.

- oh, los alfas son seres crueles a veces, pero eso no te hace menos bonito. Déjame adivinar, tu alfa huele a café. - Inuyasha asiente y bebé de nuevo.

- Café y chocolate... - dice... - pero cuando estamos juntos tiene un olor más dulce que amargo...

- ¿Él te hizo daño? ¿te abandonó?

- No... solo peleamos por cosas bobas y ahora no sé cómo verlo de nuevo.

- ¿qué tan bobas?

- Mi ex...

- oh...

- No sé porqué te cuento esto, no te conozco.

- Me llamo Kagome, soy la dueña de este café. Y créeme que no eres el primero que me cuenta sus problemas, a veces es más fácil hablar con una persona que no nos conoce.

- Soy un inútil, mi alfa es un hombre poderoso y yo no puedo ni encontrar trabajo, todos me miran mal, solo porque fui atacado. No es mi culpa, ¿es mi culpa?

- ¿Te atacó un Alfa?

- Sí... mi ex...

- Entiendo... entonces buscas trabajo.- Inuyasha asiente en silencio. - que te parece si secas tus ojos y miras el letrero que tenemos. - Inuyasha lo hace, un letrero de se busca mesero es lo que encuentran sus ojos cansados de llorar. - estoy segura que un Omega tan bonito como tú sería un buen mesero en nuestro café.

- ¿de verdad?

- Claro. ¿Cómo te llamas?

- Inuyasha...

- que bonito nombre, Inu.

- Gracias.

- Yo, no puedo decirte que hacer pero, si todavía hay oportunidad, deberías hablar con tu alfa.

- Sí... - dice y sonríe, al fin su aroma está un poco más estable y menos amargo.

- Si estás interesado en el trabajo puedes traer mañana tus papeles y llenar una solicitud, toma, ojalá te animes.

- Sí, gracias. - Inuyasha guardó con cuidado el papel. Se levantó y agradeció el café. Al menos ha solucionado uno de sus dos problemas. Mira su celular, nada. Aparece conectado, pero no le escribe.

Decide que lo mejor es hacerlo en persona. Busca la dirección de la empresa de Sesshoumaru y toma un taxi por aplicación.

En la ventana del automóvil mira el camino desde el barrio Omega al barrio Alfa, está tan deprimido, y siente tanta ansiedad, solo quiere verlo y disculparse. Ni siquiera sabe que quiere decir, solo extraña mucho a Alfa. Cuando llega a Taisho Incorporated, se queda impactado.

El barrio alfa es un rascacielos tras otro pero, la torre de verdad parece salida de un cuento futurista. Entra por una puerta giratoria y avanza hacia el mostrador. Trata de encontrar el aroma de su Alfa pero todo el lugar está lleno de olores de Alfa, todos ahí, hasta la recepcionista, son Alfas, lo que le aturde.

La zuela de hule de sus botas rechina de forma molesta contra el mármol del piso recién pulido. Este simple hecho le hace detenerse a medio camino. El simple hecho que Sesshoumaru es dueño de todo eso.

"No eres suficiente para él, ¿qué haces aquí? no vengas más".

Se gira abruptamente con los ojos ahogados en lágrimas, temblando. Yendo en contra de los gritos internos que su lobo le da. Huyendo de su destino tan violentamente que, al chocar contra la espalda de alguien, cae dolorosamente al suelo, ni siquiera quiere levantar la mirada, no tiene fuerzas para huir ni para avanzar, paralizado en el dolor y la tristeza.

- ¿Inuyasha? - el destino es una puta cruel, piensa Inuyasha, de todos los alfas que entran y salen de esa oficina, tenía que chocar contra Sesshoumaru en persona.

Solo imagina.

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