parte 36

388 52 3
                                    

imagina

Inuyasha está trabajando en el café, se ha vuelto un buen barista, ha aprendido de los tonos y aromas, ser un Omega cuyo sentido del olfato se super desarrolló le es grato en un lugar así. Muy diferente a la ropa sucia, además, el aroma a café le recuerda a su persona especial.

La mayoría de los clientes son omegas, algunos incluso le coquetean cómo un juego dado que el chico tiende a sonrojarse con facilidad.

Los únicos beta que se han aparecido por ahí son su par de amigos de siempre. Sobretodo Bankotsu cuando va acompañado de Jakotsu por un buen café y un ambiente básicamente libre de alfas.

Es poco usual que un Alfa guste de ir a un café evidentemente de omegas, decorado en tonos blancos y ros pastel, incluso el mandil que utiliza es de un rosa muy suave. Todo huele a café y a dulce. Incluso está aprendiendo algo de panadería y horneado.

En un ambiente así, tan cómodo para los omegas, es raro ver a un Alfa, el único que se ha visto ha sido Sesshoumaru mientras espera en la barra que acabe el turno de Inuyasha para que cierre y poder cenar juntos.

Después de un par de semanas, Inuyasha ha logrado recuperar el peso y color de antes de su separación. Fue muy duro para su Omega y para su cuerpo la separación. En ese momento pudo entender lo profundo de un vínculo destinado como el suyo, puede ser algo dulce y maravilloso, pero ya ha visto la oscuridad que se esconde tras esa luz.

Por lo mismo, la pareja ha mantenido las cosas tranquilas. Salen de fin de semana, hacen picnic en la terraza del edificio de Sesshoumaru, lo mismo que ir por un buen ramen callejero al barrio beta. Se dejan ver por los paparazzi tomados de la mano paseando en los grandes almacenes de ropa.

Inuyasha se pregunta si será un buen momento para ambos, para llevar las cosas más lejos, pero al recordar lo desolado y muerto en vida que se sintió, teme por su propio bien que ese amor acabe con él.

Teme que ese amor sea demasiado para su cuerpo, su mente y su corazón. A penas si domina a su Omega, aunque se ha acostumbrado ha estar con las orejitas fuera, pues esa imagen le gusta. Pero trata de parar en seco a su Omega cada vez que esté le pide dejar las pastillas, tanto las de celo como las anticonceptivas. Inuyasha no está seguro que Sesshoumaru quiera los diez cachorros que su alfa siempre le promete durante el sexo.

Francamente, Inuyasha tiene miedo de que Sesshoumaru no lo quiera para tener familia, y que, básicamente, lo que le dice durante el sexo es el instinto de cualquier macho alfa de embarazar a un Omega. Y no un deseo consiente de paternidad.

Aunque la sola idea de un cachorro de ambos, enternece hasta la médula al Omega de Inuyasha, quién le suplica que se aferren al nudo del alfa y no lo deje ir sin que le haga un cachorro o dos.

Solo pensar en un pedacito de ambos, oliendo a fresas con chocolate, le derrite el alma, pero no se atreve a hablar con el alfa.

- Inu estás muy pensativo hoy - dice Kagome dándole un caderazo a modo de travesura. Inuyasha reacciona y le sonríe, hace un ademán tratando de decir que no piensa en nada. - déjame adivinar, pensando en tu alfa.

- ... Jeh. - dice y vuelve al trabajo. La chica es muy amable con todos, sonríe todo el tiempo  y trata muy bien a los clientes. Inuyasha no sabe mucho sobre ella, y tampoco ha compartido mucho sobre él o su alfa. Ni siquiera los ha presentado, pues él es quien cierra en las noches.

- ¿Ve a venir tu alfa hoy?

- Yo creo que sí.

- Me alegra, al fin podré conocerlo, hoy cierro contigo.

- ¿eh? ¿quieres conocer a mi alfa?

- Claro, tengo mucha curiosidad. Debe ser una masita si viene a traerte la cena todos los días. Me lo imagino tan tierno.

- Puede que te decepciones, él no es tierno, no de la forma en que piensas. Solo me trata bien.

- Yo juzgaré eso. - dice guiñando un ojo y sonriendo.

Ya casi es hora de cerrar, la campanilla de la puerta hace su sonido característico cuando el alfa aparece. A pesar que el lugar entero huele a café, Inuyasha detecta quien es de inmediato, el olor específico de su alfa. No es el único, Kagome sale de la cocina para ver el aroma que tanto se pega a Inuyasha. Ahí está, el alfa de casi dos metros, de ojos dorados y cabellera plateada, con una larga gabardina beige y una bufanda roja anudada elegantemente, y dos bolsas llenas de comestibles.

La Omega se queda perpleja mirando como Inuyasha va hasta él, le besa los labios mientras toma una bolsa y empieza a acomodar la mesa.

- Quiero presentarte a mi jefa, ella es Kagome, la dueña del café. - le dice introduciendo uno al otro pero la chica sólo lo mira y parpadea un par de veces más, de arriba a abajo y de regreso.

- Mucho gusto, soy ...

- Taisho Sesshoumaru. - dice la Omega, Sesshoumaru se incómoda, Inuyasha detecta la amargura en su aroma de inmediato e interviene.

- ¿jefa tienes hambre? Alfa trajo ramen.

- Eh... no, gracias, cenen ustedes yo debo irme, un gusto conocerte. - y sin otra palabra se fue. Inuyasha se quedó mirando la puerta y después a su novio.

- Qué raro actuó Kagome, ella es mucho más amable que eso.

- Estoy acostumbrado. Mientras te trate bien a ti. Da lo mismo. - dice sacando las cosas de las bolsas.

- MMM... está bien. - comenzaron a comer, sorber los fideos y calentarse el cuerpo de ese diciembre con el rico caldo, un poco de panceta de puerco y un huevo cocido.

- Pronto será nuestro celo... - dice Sesshoumaru entre sorbos.

- Sí... alfa...

Era un buen momento para hablar el tema del emparejamiento permanente, pero Inuyasha duda. Sesshoumaru acerca su mano y entrelaza sus dedos con los del Omega.

- Tu aroma ha cambiado, ¿pasa algo? ¿qué pensamientos perturban a mi omega? - mi Omega, que dulce suena en los labios del alfa esas palabras.

- Yo... he estado pensando en... el emparejamiento... ya sabes... que me muerdas... en el cuello... - dice pasando su mano por la zona detrás de su cuello, lo hace de forma inconsciente, como si le picara la zona.

- oh... sobre eso... - Inuyasha esperaba más emoción que un simple oh...

- olvídalo no dije nada. - dice retirando la propuesta demasiado rápido.

- Inu...

- Está bien, alfa, si no quieres hacerlo, entiendo. En serio. Olvida que lo mencioné. - dice manoteando para alejarse pero Sesshoumaru le toma de las muñecas y lo abraza.

- Omega... escucha... escucha a tu alfa... - Sesshoumaru lo envuelve en sus brazos. - quería saber si estabas listo para un paso como ese. Una vez que te marque tu cuerpo no va a aceptar ningún otro alfa. ¿Lo entiendes?

- No quiero ningún otro alfa. Tú eres mi alfa. El único.

- Inu, si voy a marcarte, mi alfa querrá hacer un pequeño en tu interior. Un cachorro, entiendes ¿verdad?

Inuyasha se sonroja al tiempo que la mano de Sesshoumaru se ubica sobre su vientre. Se miran intensamente pero se besan suave sin prisas, ligeros besos sobre los labios.

- Mi Omega también quiere eso... pero...

- lo más importante es lo que tú quieres, ¿quieres que nos unamos en vínculo durante el celo y probemos suerte para tener cachorros juntos? - los ojos de Inuyasha brillaban por las lágrimas, se sentía sumamente dichoso, sus manos temblaban y su pecho se inflaba con fuerza, se miraban a los ojos, el aroma tan dulce que desprendían juntos, la forma tan gentil de acariciarse, se besaron y entre besos Inuyasha dio un suspiro.

- Es mi gran anhelo ser tuyo, y que seas mío, y que tengamos unos cachorros que serán nuestros...

Imagina el gozo que sus alfa y Omega sintieron mientras la pareja se compromete en una cena sencilla de ramen en una cafetería cerrada.

ImaginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora