Marca

1.4K 118 29
                                    

Akaza regresaba al bosque, por más que quisiera quedarse no iba poder aguantar las ganas de follarselo.
Iba caminando tranquilamente pues el sol iba a tardar en salir, terrible idea.

Akaza-dono, al fin puedo volver a verte. - Lo miraba con una cara burlona, podía imaginarse qué estaría pensando ese imbecil.

Lárgate, no sé que haces aquí. ¿Te volvieron a decir que me castigues?.- No creía que fuera eso, intentaba Obtener una respuesta de Muzan pero estaba tranquilo.

Oh no, no, nada de eso. Solo quería pasar a ver como estabas.- Se tapó la boca con su abanico.- Después de todo esa noche te dejé muy lastimado ¿Como te sientes ahora?

Maldito bastado, no tenía ganas de pelear ni responderle. Solo quería que se fuera para estar tranquilo.

Me encuentro bien como puedes ver, así que regresa por donde viniste.- Respondió cortante siguiendo su camino.
No esperaba que el otro se acercara rápidamente para tocar su cintura y acercarlo a el.

Vamos Akaza-dono, no seas tan frío, vamos a pasarla bien.- Dijo susurrando en su oído, eso le daba asco. No quería ni tenerlo cerca.
Quería intentar separarse pero el más grande logró tumbarlo.
¿Sentía miedo? Si, así era.
No quería volver a repetir lo de la vez anterior, se quedó quieto, no podía moverse.
Sintió como iba tocando su cuerpo rasguñando levemente su piel.
No sé dieron cuenta del ataque qué venía.

¡Sueltalo!- Gritó el Pilar de la llama, se veía furioso.
La segunda luna se separó rápidamente, le había logrado cortar un brazo.

Vaya, llegaron a tu rescate.-Su mirada mostraba odio hacía el Pilar.- Realmente odio a los omegas. Mejor me voy yendo, no quiero pelear contra los dos.

Se escabulló rápidamente del lugar dejando a esos dos solos.

¡¿Por qué no te defendias?!-Volvió a gritar el rubio.- ¡Eres un demonio fuerte! ¡No dejes que vuelva a hacer lo que quiera!
Sus ojos se llenaban de lágrimas, por coraje e impotencia.

No llores Kyojuro, me duele verte así.- Era verdad, no sabía desde cuando le importaba tanto no verlo sufrir. Quería verlo feliz y cómodo.

Consolaba al otro abrazandolo, el menor estaba sentado encima de el  mientras enterraba su cabeza en su hombro llorando en silencio.

Vamos, te llevaré a tu casa.-Lo cargó tiernamente como si fuera una novia. El rubio lo abrazo del cuello dejandose llevar.
El que debería de estar llorando debería ser Akaza, el fue el que pasó por eso pero sabía que este no podía hacerlo... O no quería.

Volvió a dejarlo en su cama, tapandolo para que durmiera.

Quedate conmigo... No quiero que te vayas.- Lo agarró de la muñeca evitando qué se fuera.- No podré dormir tranquilo si te vas ahora.
Quería negarse a eso pero tampoco quería perturbar el sueño del menor, así que decidió quedarse.

Si tu padre me ve aquí, te toca protegerme. No podré huir por la luz del sol.-Hizo un puchero, pues era verdad que no iba a poder defenderse como debía.

No hará eso, te lo prometo.-El Pilar pegó su cabeza en el pecho del otro, lo abrazaba con sus brazos y piernas para evitar que se fuera.

Tenemos que tapar esa ventana, sino ya no tendrás pareja cuando abras los ojos.- ya se imaginaba desintegrandose pues la ventana era grande.

Oh, es cierto, vamos a hacerlo.- Empezaron a tapar la ventana y todo lugar por donde pudiera entrar la luz del sol.

Bueno, está hecho, vuelve a dormir. Mañana será un gran día, tienes que estar lo mejor posible.- Le dijo con una sonrisa pícara, ya sabía a que se refería.

Hasta el atardecer Akaza x Rengoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora