Cap 2: Condename

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Siento como el frío en mi zona lumbar comienza a sentirse con más fuerza, y el pánico que siento por lo que acababa de preguntar mi hermano hacia todo peor.

—Esta muerta.— y si bien fue un susurro, siento que lo dijo tan fuerte por este silencio sepulcral  que nos envuelve a todos.

Escucho como alguien gimotea a mi lado y con pasos torpes, veo como Bianca se acerca al cuerpo de Enid.

— Despierta…—La escuche decir en un murmullo ahogado.— Despierta por favor mi niña.—Ahora su voz se mezclaba entre los gimoteos de un llanto silencioso e incredulidad por todo lo que estaba ocurriendo. Se sacó su chaqueta y la puso sobre el cuerpo inerte de Enid.

Vi a Xavier gatear torpemente hacia Pugsley, pronto logro ponerse de pie y tomar a mi hermano para levantarlo también.

— ¿Qué haremos ahora?.—le preguntaba Xavier a pugsley.  su agarre se volvía más fuerte.—¿Qué mierda vamos hacer?, ¿Cómo pudiste hacer algo…—pero no lo dejaron continuar.

—¿Qué insinúas…?. — el tono de pugsley ahora se escuchaba más ronco, firme y con rabia mal contenida.—¡compórtate como un puto hombre!.— pugsley lo movía de un lado al otro como un juguete, ahora los roles habían cambiado y era Xavier quien era tomado por su ropa.— no vengas a limpiarte de culpa, por qué yo no te puse sobre la chica— Lo soltó con fuerza haciendo que este cayera de espalda.

La respuesta de Xavier era llorar y al alzar la vista se topo con la mía, pero a estas alturas no sabía si en mis ojos habría alguna emoción reflejada, pues podía sentir un montón de angustia y dolor, pero a la vez sin derecho de sentir ninguna de ellas.

Luego mire a mi hermano, este solo me esquivo la mirada y dirigía su vista a Bianca, que estaba ahí sin emitir sonido alguno, mis pensamientos se vieron interrumpidos al ver como Pugsley se acerca a Enid y quitaba la chaqueta de Bianca, para  tirarsela a ella.

—Entra al auto y llévate tu chaqueta contigo.—Bianca no hacía nada así que con menos brutalidad pugsley hacia el amague para que Bianca se pusiera de pie.—Tenemos que sacar de este lugar todo aquello que nos pueda inculpar.— La empujó levemente hacia el auto.—Tu también entra al auto con Bianca — apuntaba a Xavier.  El solo se limito a ponerse de pie y hacerle caso.

Me sentia participe de ellos en toda esta situación, pero al mismo tiempo me sentía tan ajena a todo esto.

Vi a mi hermano mirar a muchas direcciones y tomar una botella vacía de ron,viendo una última vez, para corroborar que no quedase nada que nos vinculara.
Estaba atónita con todo esto, mientras yo era un sinfín de sentimientos aún por procesar, el se movía con una tranquilidad que me inquietaba.

volví a enfocar mi vista en Enid, aquel cuerpo que en un principio tenía color, al correr los minutos se comenzó a tornar violeta, y mis lágrimas volvian a aparecer junto con mis lamentos.
Tambaleante me acerque a ella y torpemente me arrodille a su lado, mis rodillas resienten mi mala caída.
Mis lágrimas caen con más fuerza y es cuando me percate que estoy llorando sobre ella. Ahora con la escasa luz que me otorgaba el alba, comencé a notar el estado en el cual se encontraba el cuerpo de Enid, y si entre penumbras el acto se veía repudiable, las marcas solo hacían peor la sensación, comencé a detallar cada llaga que mostraba su cuerpo, desde los moretones que estaban en todo su torso, sus senos llenos de magulladuras, con marcas de las mordeduras y con ligeras líneas de sangre que ahora se encontraba seca.

¿Tanto tiempo estuve en trance?, ¿Toda la noche estuvieron violando a Enid? ¿Tanto tiempo tuvo Enid que soportar semejante sometimiento? ¿Tanto tenía que sufrir antes de morir?...

Con mis manos temblorosas, sintiéndome impropia del acto, comencé a abrochar su chaqueta. El pensamiento inutil de que de alguna manera podría sentir frío no me dejaría descansar hasta terminar mi labor de abotonar.
Con una tranquilidad impropia de la situación, uno a uno fui cerrando su chaqueta y viendo como cada botón iba tapando las lesiones.
Mire hacia abajo y note como también sus piernas desnudas y estiradas  estaban sobre el césped, me comencé a sacar la chaqueta y como si un acto tan insignificante la ayudase, la deje sobre ella.

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