1. Tomar las riendas

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⚠️ Mucha angustia ⚠️

1. Tomar las riendas

Observó la única caja repleta de libros y comics. Sintió nostalgia, también ganas de llorar. Una mano en su hombro le obligó a darse la vuelta. Con disimulo limpió sus lágrimas, antes de que una sonrisa gigante apareciera en su vista.

—¿Estás bien? —preguntó Maddy muy conmocionada.

—Sí. ¿Estás lista tú?

—Claro.

Zayn suspiró y ella lo besó en la mejilla. Ambos observaron la pequeña habitación que anteriormente sólo había pertenecido a Zayn, durante toda su infancia y adolescencia, y en la que ahora “viviría” con su novia de toda la vida. De alguna manera era como debía ser; ¿quiénes más que ellos serían los indicados para compartir el resto de su vida?

—Te voy a extrañar. —la voz de Maddy lo sacó de sus cavilaciones.

Antes de que Zayn respondiera, aparecieron sus padres. Ellos besaron la barriga pronunciada de Maddy y Zayn tomó la distracción a su favor, marchándose a la cocina. Sirvió café y marcó un número que se sabía de memoria. Después de varios pitidos, finalmente respondieron.

—¿Zayn? ¿Qué pasa, amigo?

—Ya me voy, Niall. Eh... llamaba para despedirme.

—¡Oh! Lo siento tanto, sé que dije que iría a despedirme personalmente, pero-

—No te preocupes. Sólo para que lo supieras. Ehm, y otra cosa... ¿Cuento contigo para que cuides de Maddy?

—Eso no se pregunta.

Zayn sintió alivio. Aunque sus padres eran los típicos abuelos primerizos que se desvivían por su primer nieto en camino —sin contar que Zayn era hijo único—, le daba pánico dejar a Maddy por su cuenta. Ella sólo tenía dieciocho años y ya estaba embarazada, no contaba con el apoyo de su familia y Zayn desaparecería por una larga temporada. Era necesario que todos a su alrededor la cuidaran mientras él no estaba para hacerse cargo de su familia.

Cuando Niall colgó, después de afirmarle que Louis estaría enojado porque no se fueron de parranda antes de que Zayn se marchara, su mamá le extendió una taza de té. Zayn no tenía estómago, pero de todas formas la tomó y agradeció.

—¿Estás seguro de que quieres esto? Tu papá dice que puedes ayudar en la tienda.

—No quiero depender de ustedes. Sólo seran seis meses y volveré.

—Pero te irás otros seis meses más.

—Estamos- Estoy a punto de ser papá, puedo tomar decisiones por mí mismo. —Zayn no tenía intención de que su voz saliera más ronca de lo normal, pero su madre enderezó la espalda de inmediato, como si cayera en cuenta de lo evidente: su hijo, al acabar el año, sería padre. Tendría su propia familia. Y ella no mandaba más en él.

—Bueno. Tienes razón. ¿Sabes? Te tuve a los dieciséis, sé lo que es un embarazo repentino... pero no te preocupes, te apoyaremos. Incluso podrás retomar tus planes universitarios después de que el bebé cumpla tres o cuatro años.

Zayn no pensaba lo mismo. Se sentiría incorrecto si él pudiera ir a la universidad, así fuesen clases virtuales, mientras que Maddy se dedicaba exclusivamente al bebé.

No quería pensar en ello.

Gracias al cielo, su papá apareció para avisarle que el carro estaba listo.

Tomó la caja con sus cosas de ocio, la maleta y se marchó. Lo último que vio fue a Maddy acariciar su panza, mientras limpiaba las lágrimas en su rostro delgado. Su casa de toda la vida se convirtió en un punto en la lejanía y Zayn se asustó, porque al no ser capaz de verla más, se alegró.

•••

El viaje en carro duraba cuarenta y cinco minutos. Su padre no era fan de la música, pero todavía permitía que Zayn dejara la radio encendida. Faltando quince minutos para arribar en el que se convertiría en su nuevo hogar, escuchó que el hombre mayor carraspeó con fuerza.

—¿Estás seguro, hijo?

—Sí. —Zayn rodó los ojos. No iba a mentir, era cansino aguantarse tal sobreprotección y falta de confianza.

—Podría-

—No quiero que te endeudes... más. Puedo con esto. Fue mi culpa que ella se quedara embarazada y perdiera la ayuda de sus padres. Yo tengo que hacerme cargo y no quiero más discusión al respecto. Debí pensarlo más. Debí - Pero no lo hice, y me merezco esto. Tengo que tomar las riendas.

—La paternidad no debería ser un castigo.

“Para mí lo es”, quiso responder, pero mejor se quedó callado. Se rascó el tatuaje de un micrófono en su brazo y suspiró. Le picaban los ojos y llorar aliviaría la desesperación que amenazaba con consumirlo; sin embargo, ¿su orgullo sobreviviría tal humillación? No se permitió averiguarlo.

•••

El resto pasó como un borrón. Zayn asentía continuamente y permitió que un grupo de hombres lo revisara desnudo y le diera ropa adecuada para moverse en el gran edificio. Finalmente se despidió de su padre, quien estuvo todo el tiempo a su lado. Por el cariño que sabía que siempre le había tenido, Zayn evitó comportarse como un idiota. Recibió el beso en la frente y prometió llamar.

Meterse a policía luego de que sus planes universitarios se fueran al caño por un embarazo adolescente era la única solución factible. Recibir ayuda de sus padres significaba quedarse en su pequeño pueblo y torturarse a sí mismo. Vería a Niall y Louis, sus amigos de la infancia, disfrutar de su adolescencia, al mismo tiempo que él se ahogaba en recibos, pañales y leche materna.

No era capaz.

Sentiría envidia, era un ser humano.

—Ven por aquí, Malik. —escuchó a un hombre mayor.

Zayn lo siguió hasta un ascensor. Todas las habitaciones estaban numeradas. Llegaron a la que tenía el número 25 en la puerta, y el hombre la abrió sin llamar. Adentro habían dos camas, dos veladores, una ventana y un pequeño escaparate.

—¡Buenos días, señor! —exclamó una voz jovial. Zayn observó con curiosidad al chico de cabello corto y cuerpo tonificado. De repente sintió no haber ido al gimnasio cuando Niall lo convidó.

—Él es Payne, tu compañero de cuarto. Payne, te presento a Malik. Bienvenido.

Después de la breve introducción, el hombre se marchó. Zayn se rascó detrás de la oreja con nerviosismo. No se dio cuenta de que el tal Payne le quitó la caja de las manos hasta que lo vio limpiarse la frente con dramatismo.

—Vaya, está pesado.

A juzgar por los músculos que se podían apreciar a través de la camisilla casi traslúcida, Zayn estaba seguro de que estaba actuando.

—Un poco. —de todas maneras respondió.

—Puedes llamarme Liam. Oh, se te ve excelente el corte intrusivo. No se puede decir lo mismo para todos. —sonrió, y sus labios gruesos se estiraron.

—Gracias. Ehm, voy a ubicarme, si no te molesta.

—¿Cómo es tu nombre?

—Es Zayn. —respondió en automático. Abrió la caja, sacó los libros y los dejó en la parte interior del único velador vacío. Al parecer Liam ya había tenido tiempo de ubicarse a sí mismo y a sus cosas.

—El closet lo compartimos.

—Gracias.

Liam resultó ser conversador. Zayn no tenía muchas ganas de conversar, pero se obligaba a contestarle así fuese con monosílabos. Hasta que Liam se cansó y se sumergió en su crucigrama.

Descubrió que la ventana daba un bosque espeso y verde que lo maravilló. Las yemas de los dedos le picaron, y supo que tenía ganas de dibujar la vista, pero no sabía si sería oportuno sacar su papel y lapiz ahora mismo. No con Liam allí, quien seguramente haría preguntas.

Decidió abrir su libro de poesía y sumergirse en la lectura. Al día siguiente, las clases daban inicio, y Zayn no podía desperdiciar su batería social.

Aunque se dio cuenta de la mirada de Liam, decidió ignorarlo, hasta que se quedó dormido y no fue capaz de sentir más.

Fatalidad | ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora