13. La realidad

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13. La realidad

Después de tener sexo, Zayn acostumbraba a encender un cigarrillo, y Liam lo observaba fumar. De vez en cuando le pedía una calada. Pero, como Liam estaba leyendo un libro existencialista que Zayn le había recomendado, se decidió por adentrarse en él después del caliente revolcón, dándole la oportunidad a Zayn de ser quien lo observara.

Liam era guapo y masculino. Siempre pensó que, si estaba con un hombre, este evocaría características propias de una mujer; no tenían nada en común. Liam era blanco, castaño, musculoso, sociable y caía bien. Zayn se callaba incluso si sabía las respuestas de las preguntas, no porque le diera vergüenza, sino porque le importaba poco recibir elogios en medio de una clase. Su piel era amarilla y su pelo negro azabache, además de ser flaco.

—¿Sabes que es lo que más me gusta de este lugar? —preguntó Liam sin despegar su vista del libro.

—Sé que es lo que menos te gusta, porque coincidimos. Malditos mosquitos de mierda.

Liam se rio—. Estar tú y yo. No quiero regresar a casa.

Le dio la impresión de no estar leyendo.

—¿Puedo preguntar por qué?

Liam se encogió en sí mismo, apartó el libro y se acurrucó en sus colchas. Zayn quiso ir y abrazarlo, porque sentía que Liam era suyo para protegerlo. Asumía que cogerlo por el culo lo estaba convirtiendo en aquel ser sobreprotector. Nunca había tenido sexo sin sentimientos con nadie más, era extraño. Pero no se encontraba suspirando por Liam ni mucho menos. Era un condicionamiento pavloviano: Asociaba a Liam con momentos candentes, orgasmos inigualables y adrenalina; por lo tanto, era imposible separar su relación platónica con Liam de las que había mantenido en un pasado, incluso si aquellas habían sido con mujeres. Era el tipo de persona que se preocupaba por su pareja sexual en todos los ámbitos.

Hubo un guiño de culpabilidad al recordar a Maddy, su verdadera pareja oficial, con la que acababa de hablar por teléfono.

—¿Te acuerdas que te dije que mi familia no acepta que me incline por la policía? —Liam, gracias al cielo, interrumpió la línea de sus pensamientos.

—Sí.

—Bueno, es porque soy gay.

Zayn quedó en blanco.

—¿Eso qué tiene que ver?

—Este es un ambiente homofóbico. Todos aquí son machotes que se palmean las espaldas y miden sus pollas en las duchas. No... no me siento cómodo, por supuesto, pero trato. Más de lo normal —Liam hizo una pausa—. Porque de verdad quiero ayudar. Quiero pensar que haré la diferencia... incluso si esto no es el maldito Brooklyn Nine-Nine —sorbió—. Siempre lo he deseado. Es importante. Ellos no entienden.

—Lo has hecho bien, se darán cuenta de que se equivocan, Liam. —Zayn sonrió.

—Gracias. Pero no es tan fácil... Verás, cuando era un niño, solía ser enfermizo y gordo... No me querían en la escuela. Además de que era muy tímido. Para la adolescencia, decidí cambiar y entré al gimnasio, también empecé a correr... Superé mis problemas de salud, gané músculo, perdí grasa, mi cara se desarrolló de forma adecuada, pero no me desenvolvía bien con las personas... Seguía siendo tímido, y descubrí que, como cereza del pastel, también me gustan los hombres —se rio con sarcasmo—. Dios se pasó el día que me hizo —chaqueó la lengua—. El caso es que hice una fiesta, para mis dieciséis años. Invité a un par de chicos con los que hablaba en el gimnasio, y otros tantos de la escuela. Pudo haber salido bien, pero invité a un chico... uno con novia al que me declaré por Facebook. Él me rechazó muy cordialmente y yo lo tomé como un buen chico. Sin embargo, él... Él...

Fatalidad | ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora