20. El amante que nunca fue amado

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20. El amante que nunca fue amado

Zayn se alejó de Maddy por completo. Aunque ella trataba que pasaran tiempo juntos, inventaba excusas y salía a beber con Louis. Muchas veces terminaba rondando el barrio de Liam, observaba las llaves que él le había dado y rogaba por tener la valentía de visitarlo, besarlo, ahogarse en sus brazos, en su interior.

Lo extrañaba tanto, que dolía físicamente. Estaba más delgado, más disperso. Ya ni siquiera podía fingir que no lo miraba con anhelo en el trabajo, lo que ocasionaba un par de burlas «inocentes» por parte de Marshall. Sin embargo, él le temía a Liam, en especial luego de la paliza que le había dado.

Louis y Niall le hicieron una especie de intervención antes del cumpleaños del rubio. Zayn aseguró que todo estaba bien, sólo estaban pasando un «parche aspero», como antaño lo había llamado su madre.

Pero Zayn reprimió el enojo que le causó la hipocresía de Niall, quien se atrevió a fingir una preocupación tan falsa, como odiosa.

Mientras estaban en la barra del club que habían escogido para pasar la noche, y aprovechando que Louis y Maddy se movían al son de algún ritmo latinoamericano en la pista de baile, Zayn se acercó al oído de Niall y le gritó:

—¡Sé que estás enamorado de ella!

A pesar de que eran apenas las once de la noche, Zayn estaba más que encendido. Tal vez incluso borracho.

Niall, por otro lado, tuvo la decencia de lucir pasmado.

—¿Qué? —Zayn leyó sus labios.

—¡Que estás enamorado de Maddy! ¡¿Desde cuándo?!

Niall huyó, Zayn lo siguió a través del mar de gente. Louis les hizo un gesto de pregunta, pero Zayn lo tranquilizó con una sonrisa amigable. O eso intentó. Al menos, Louis le dio un pulgar en alto y continúo bailando con Maddy.

El club afuera estaba completamente en silencio. El cambio dejó en Zayn un zumbido en sus oídos.

—¿A qué mierda te refieres? —Niall se cruzó de brazos.

—Eso mismo que entendiste —Zayn sacó una cajetilla y golpeó lo suficiente como para que un solo cigarrillo sobresaliera. Lo tomó entre sus labios, guardó la cajetilla y sacó el encendedor— ¿Me crees estúpido?

—Para nadie es un secreto...

—Que estás enamorado de ella. —Zayn interrumpió.

—Que la quiero. —Niall lo corrigió sin esfuerzo. Era un maldito buen mentiroso.

—¿Desde cuándo? —repitió— No me voy a volver loco. Comprendo que te hayas enamorado de ella, yo también estuve loco por ella, alguna vez en el pasado... Es buena chica.

Niall se rio con sarcasmo y se acercó, pero no para golpearlo —lo que inconscientemente deseaba Zayn—, sino para robarle un cigarrillo. Niall sólo fumaba cuando estaba muy borracho. Pero en esta ocasión ni siquiera había tomado tanto como él.

—Es buena chica. —repitió, y volvió a reír como desauiciado.

—Haz un movimiento.

Niall casi se ahogó con el humo.

—¿Estás loco?

—No la merezco, tú sí.

—¡Lo sé! —Niall explotó— ¡Créeme que lo sé, Zayn! ¡Pero ella siempre se murió por tus estúpidos huesos melancólicos! ¡Tu maldito abatimiento poético! ¡Porque es lo que le gusta a las chicas, ¿no es así?!

Mal momento para salir del club siendo mujer, pensó Zayn, con respecto al par de chicas a las que Niall cuestionó en gritos su pregunta retórica.

»—Siempre he estado aquí, para ella. Desde que ganó su medalla por ser la mejor estudiante de la escuela, hasta que sus padres se decepcionaron porque tú la embarazaste. ¡Tú! ¡Tú eres su mayor problema! ¡Ella todavía esta enamorada de ti! Yo nunca la dejaría por un niñito atractivo que cae bien, pero no tiene idea de la vida...

—No metas a Liam en esto. —Zayn se descubrió a sí mismo mascullando.

—Lo siento, quien lo metiste fuiste tú, al joder con él.

Zayn rozó su nariz con Niall, la mandíbula de ambos apretada, al igual que sus puños. Estaba rogando que el chico diera el siguiente paso, para iniciar un enfrentamiento físico. Zayn ansiaba que lo golpeara, se lo merecía.

Pero Niall le profesaba la suficiente estima para detenerse a sí mismo. Le dio una mirada de lástima y caminó hacia su auto.

La sangre de Zayn ardía como lava.

—¿Sabes por qué nunca te quiso? —le preguntó a la distancia. Niall se detuvo, todavía dándole la espalda— Porque no eres suficiente hombre para ir por ella. Yo sí lo fui. La invité a salir y le di todo de mí, la amé con cada célula de mi cuerpo... hasta que no. Hasta que... no la pude imaginar a mí lado en la vejez. ¿Tú qué has hecho para tenerla, Niall? ¿Actuar como su paño de lágrimas? ¿Amarla en silencio ruidoso? ¿Ahorrarle las ganas de obtener su propio maldito perro faldero? —Zayn sabía que estaba cruzando un límite invisible, pero empujó de todas formas— Ella sabe que tú la amas, sabe que yo no la amo, y ¿sabes que hizo la otra noche? —el cuerpo de Niall se tensó, pero le dio la cara— Que sabe de Liam. No le importa un carajo. Soy el hombre que ella quiere, aunque me haya cogido a una maldita perra.

Allí estaba: La furia de Niall. Él dio zancadas, lo agarró del cuello de su camisa e inició una ronda de golpes que Zayn disfrutó.

Era la prueba del mal amigo y mal novio que era. Se lo merecía y lo tomó con una sonrisa en el rostro. Sonrisa que, por supuesto, Niall interpretó como una burla, y lo golpeó con más fuerza.

Era la venganza de un amante que nunca había sido amado. Lo peor era que, muy en el fondo, sabía que lo que dijo era verdad. Maddy quizá se regocijaba en el amor infinito que Niall le profesaba. Tal vez adoraba ser la luz de sus ojos, aunque amaba a Zayn. Pero Zayn no la quería de vuelta, ya no, y todo se reducía a una cadena de corazones rotos.

El primero en romperse, fue el de Liam, con los malos tratos de Niall el día en que Maddy lo invitó a la reunión en casa.

Entonces, también era la redención de Zayn, porque había roto el corazón de Niall con una verdad inminente.

•••

Louis fue quien los separó. Maddy se enojó con Niall, quien no tenía un solo golpe en el cuerpo, por lo que nadie le creyó su versión de los hechos.

—¡Él comenzó! —el pobre mártir juraba.

Maddy lo castigó con el silencio y Louis con las palabras. Era tan típico, que le hacía gracia.

—Esta vez te pasaste. —dijo Louis.

Niall se fue con los ojos más tristes que Zayn alguna vez le vio. Maddy insistió en llevarlo al hospital, pero Zayn se negó rotundamente.

—Quiero dormir. Él tiene razón: Yo soy el culpable. Lo que hizo fue una reacción consecuente.

—¡Es una bestia! Nunca pensé que... Oh, Zayn, déjame echarte...

—Es mejor que lo dejes dormir y ya está. —dijo Louis, y la sacó de la habitación con un brazo alrededor de los hombros.

Poco después, concilió el sueño.

Soñó con un par de labios gruesos, rosados. Había manos grandes, suaves, dedos largos y masculinos. Era el cuerpo musculoso de un amante que tampoco había sido amado completamente, a pesar de que el objeto de su afección le correspondía en cuerpo y alma.

Pero no debía ser.

Zara demostró que no debía ser cuando rompió en llanto y Zayn tuvo que interrumpir su sueño vívido.

Fatalidad | ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora