AEGON

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Una vez que sus tropas aplastaron los últimos reductos de resistencia y hubieron terminado, Aegon entró en la ciudad. El montón de cadáveres ante la puerta destrozada era tan grande que tardaron casi una hora en abrirle camino para que entrara. Pasó a caballo junto a edificios quemados y ventanas rotas, por calles de adoquines cuyos sumideros estaban atascados de cadáveres hinchados y rígidos. Se detuvo frente al Gran Septo de Baelor, donde los pocos supervivientes estaban arrodillados y pedían clemencia.
Aegon hinchó el pecho, lleno de orgullo. Por primera vez se sentía rey.

- Quiero a vuestros líderes – les dijo - ¿Dónde están Cersei y Jaime Lannister –
- No lo sé, mi señ... Alteza – respondió uno de ellos, que parecía el más valiente – Ser Jaime peleó junto a nosotros en la puerta, quizá haya muerto –
Pero no había muerto. Jon Connigton entró en la plaza a caballo, seguido por un grupo de jinetes que escoltaban al león de Lannister, herido y cargado de cadenas.
- Ser Jaime Lannister – anunció uno de ellos, como si hiciera falta.
- Mi rey – dijo el prisionero con media sonrisa – cuando desperté esta mañana no sabía que me entrevistaría con un Targaryen –
- Mátalo, alteza – dijo Jon – Los traidores como él no merecen otra cosa –
- No – replicó Aegon – nos es más útil vivo que muerto –
Miró desafiante a los ojos del Lannister. Quiso percibir miedo, pero solo vio una violenta calma. ''Tiene la mirada de un asesino ''.
- ¿Dónde está vuestra hermana? – le preguntó.
- No la veo desde esta mañana – respondió el Lannister – Si no se ha movido, seguirá en sentada en el Trono –
- ¿Es que no sabe que la guerra está perdida? –
- ¿Qué guerra? – preguntó – ¿La mía o la vuestra? –
- Ya he ganado, ¿no lo veis? La ciudad es mía, os he derrotado en menos de un mes –
- Sí, a nosotros sí. Pero no a Daenerys Targaryen, que ha desembarcado en Rocadragón con un ejército y tres dragones –
Un escalofrío le subió por la espalda. Miró a Jon Connington buscando una mirada cómplice, pero su rostro estaba serio. ''No puede llegar todavía, es muy pronto...''
- Voy a ser claro, Lannister – dijo acercando su rostro a un palmo del Matarreyes – necesito esta ciudad ya, no puedo permitirme un asedio prolongado a la fortaleza, así que os propongo una cosa. Vos entráis ahí y sacáis a vuestra hermana y a cambio yo os perdono la vida –
Jon se acercó a él y le cogió del brazo.
- Es una mala idea, alteza – le dijo al oído – no podéis confiar en el Matarreyes –
- Os agradezco vuestro consejo – respondió liberándose de un tirón – pero es la última vez que me contradecís delante de testigos – Se giró entonces hacia Jaime – ¿Y bien? ¿Qué me decís? -

SUYA ES LA CANCION DE HIELO Y FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora