Capítulo 1

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—Caricias, este es el joven del que te hablé— Comentó el padre mientras extendía uno de sus brazos a su lado, donde estaba Coco con las manos en los bolsillos observando la construcción y a sus futuros compañeros de trabajo.

—Ajá, ya puede irse— Respondió cortante hacía el mayor mientras a él lo saludaba con un simple movimiento de cabeza antes de darle la espalda al dúo que acababa de llegar al terreno donde se estaban construyendo nuevos departamentos.

Si era sincero, no estaba tan animado de comenzar este trabajo, en realidad, si fuera por él, claro que le gustaría trabajar en un lugar con mínimo un horario fijo, pero era lo que había.

De todos los trabajos de medio tiempo en los que estuvo antes, este era el mejor pagado, aunque fuera casi horario completo, y Coco no podía darse el lujo de rechazar la oferta que el padre le había ofrecido con un niño al cual darle manutención.

Lima le había dicho que entendía su situación actual, que no debía de preocuparse por eso, pero a Coco nunca le había gustado la idea de dejar a su expareja y su bebé sin algo de gasto para la semana, aun así agradecía que la chica fuera muy comprensiva, ventajas de llevarse bien con su exnovia.

Suspiró y se giró en dirección al padre —Muchas gracias por esto padre— Se inclinó en una pequeña reverencia más que nada como agradecimiento.

—Hijo mío, no hay nada que agradecer, siempre estoy dispuesto de ayudar a los que lo necesiten, cualquier cosa, por favor avísame— El oso de gafas le devolvió la reverencia con una sonrisa antes de agitar su mano en forma de despedida.

Coco decidió ignorar la extraña atmósfera de incomodidad que había entre su nuevo jefe y el padre de la iglesia cercana, dejó su mochila color rosa con estampado de caricatura infantil para niñas junto con el resto de mochilas antes de acercarse a su jefe para saber en qué podía ayudar.

—¿Sabes hacer de todo niño, o esta es tu primera vez en una construcción?— Habló Caricias mientras varios trabajadores cargaban bolsas de cemento sobre su hombro detrás de ellos.

—Ayudé a mi padre a construir los nuevos cuartos de la casa, así que algo debo de saber— Se alzó de hombros para después cruzarse de brazos.

—Bien, entonces novato, ayuda a traer las bolsas junto con ellos— Ladeó la cabeza hacía la fila que los trabajadores hacían para cargar algunas bolsas.

Asintió, rápidamente el resto de sus compañeros comenzaron a saludarlo y preguntarle sobre su vida mientras comenzaban a hacer la mezcla para la construcción.

—Aún no iré a comer— Habló su colega con un cigarro en los labios, un oso igualmente amarillo de mirada cansada. Ya llevaban toda la mañana trabajando que estaba a punto de ser medio día.

 —De aquí a dos calles a la derecha hay una calle donde hay puros locales de comida, ve a buscar algo ahí, igual yo traigo mi almuerzo, planeo comer aquí.

—Bien, entonces en un rato regreso— Se alejó de Grimaldo para tomar su mochila y ponerla sobre su hombro con intención de ir a buscar en donde almorzar, de mientras observaba los edificios del centro totalmente atento y fascinado por la arquitectura.

Antes de sus trabajos de medio tiempo en plazas, solía trabajar en fábricas alejadas en terrenos vacíos y pocos poblados, pero cuando se enteró que Lima iría a vivirse a la capital decidió seguirla para no tener que hacer más viajes y recorridos de los que ya hacía antes para ver a su pequeño, así que ahora vivía en las afueras del centro de la ciudad, porque aún era demasiado caro vivir en la capital.

Pocas veces había ido de visita, así que, si era sincero en sus adentros, se sentía como un niño fascinado por conocer un nuevo lugar.

Después de pasar las calles señaladas se adentró a la calle observando de reojo los carteles y lonas de los locales donde ofrecían millones de cosas por comer, le dio un recorrido de inicio a fin a la calle hasta que decidió ir a una repostería llamada Abel.

La vida que merezco [ CocoBerry / Coco x Gordi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora