33; Ella miraba por la ventana, y el la miraba a ella.

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Los días habían pasado.

Se podría decir que los consejos de Rodri, Sergio y Nico tuvieron éxito.

Rena estaba bien, recuperada.

El brillo que se daba por perdido en sus verdes orbes volvió a su lugar.
Y las lagrimas saladas ya no tenían presencia.

Pero las cosas dieron un gran giro.

Como un panqueque en la sarten.

O una tortilla de papa, aunque a Rena no le salía darla vuelta.

Porque ahora era Emiliano quien estaba atrás de Renata, y no Renata atrás de Emiliano.

La noche anterior, mientras comía helado mirando una película, Emiliano apareció en la puerta de la casa de su hermano con los ojos llorosos y la nariz roja, —y Santi, que siempre estaba presente—.

I love you las pelotas.—Sergio cruzó las piernas a la vez que fruncía la ceja.—Bien que hace unas semanas se pasaba el I love you por el ane.

—Bueno che, para un poco.—Leo absorbió el agua de la bombilla, negando con la cabeza.

—Mi opinión nomas...—Levantó las manos, y justificándose.

En el patio, Renata ocupaba el sillón mas grande acostada como una oruga, al lado, en un sillón individual, estaba el Kun, y en frente, la pulga sebando mates.

—Yo creo que deberían hablar... Ma' que nada por los melli'... Y Santi, ¿no?—Miraron al nene que se encontraba jugando con Ciro en el pasto.

Cuando Rena, literalmente, echo a Emiliano de la casa, Santi saltó de los brazos de su padre para ir con su mami, y no se separó de ella ni hasta cuando le insistieron; así que Emiliano tuvo que volverse al hotel solo.

Estaban en modo tenencia compartida.

—Si, si, obvio que vamos a hablar. Pero que no se piense que voy a volver corriendo a sus brazos cuando, prácticamente, se olvidó de mi, ¿y ahora que? ¿vuelve cuando la otra se fue? No, así no es.

Sergio aplaudió orgulloso.—Claro que si, así se habla. Que sufra el doble... No, mejor el triple. Que le duela bien fuerte, como cuando le meten un gol que era re fácil de atajar, o como cuando te pisan el tobillo en la cancha... Bueno, ya me calmo.

Si que estaba nervioso.

Muy nervioso.

Se había mandado millones de cagadas, y ahora tenía que arreglarlas.

Casi que tuvo que arrodillarse para que Rena accediera a salir a merendar con el.

Y cuando la vio entrar, su aliento se secó, y el alma abandonó su cuerpo.

Un vestido blanco con flores azules adornaba su cuerpo, haciendola ver mas hermosa de lo que ya era. Ademas, marcaba su vientre, que, cabe aclarar, se encontraba enorme. Y la sonrisa, que, obvio no era para el, llamaba la atención de todos.
Todo aquello hizo que Emiliano se arrepintiera mucho mas, si es que se podía, del error que había cometido.

Quiso ayudarla con su bolso, y luego a sentarse, pero Renata se negó, diciendo que podía sola.

—Yo voy a pedir dos croissant, con unos tres macarons de limon, dos éclair de chocolate, una taza de leche... y una agüita, porfavor.

red thread!    d.martinez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora