Supo que ese día no sería bueno en cuanto ingresó en el edificio.Era martes en la mañana y se había levantado con un humor sombrío, antes de que su despertador siquiera emitiera algún sonido. Bajo los tenues rayos del sol que indicaban el inicio del otoño se alistó, y luego de asegurarse cinco veces de que el hervidor quedara desenchufado y el pestillo estaba echado salió rumbo a su trabajo.
No se molestó en tomar desayuno, de todas formas en la mañana tenía mejores cosas de las que ocuparse, como avanzar en el informe que le había pedido su jefe con las estadísticas del último mes.
Dos pasos ya dentro del elevador, y después de bajar al piso uno casi chocó con alguien, es entonces que distinguió el rostro de su vecino Tobias, un hombre de unos cuarenta y pocos años que se había mudado hace tres meses al apartamento de al lado, con un extraño hábito de acosarlo en los momentos más inoportunos.
Bien, cualquiera diría que eso era una exageración lo admitía.
Lo que no admitía era la razón por la que ese hombre siempre salía de su apartamento cuando él lo hacía, como si esperara encontrarse con Alex accidentalmente en el corredor, por no mencionar las veces que se había intentado auto invitar sutilmente a su apartamento por un café, ja.
Ya lo había rechazado como unas cinco veces, y no porque este tipo no fuera atractivo precisamente, sino porque lo ponía incómodo. Es por ello que no ocultó su irritación al presionar el botón, sintiendo la presencia de Tobias apoyarse en el muro a su lado.
-Buenos días, Alex- murmuró con una sonrisa suave.
-Hey- respondió con un asentimiento, lanzándole una fugaz mirada por el rabillo del ojo.
Si le tendías la mano, te agarraba el pie.
O el pene quizás.
Acomodándose la corbata y dando un vistazo a su reloj, se removió con impaciencia.
Iba llegar dos horas antes que el resto de sus compañeros, pero daba igual, cuando trabajabas para uno de los CEOs de una empresa tan importante no podías darte el lujo de descansar todas las horas correspondientes. Pero llegar unos cinco minutos después quizás valían el ahorrarse este encuentro.
Se hizo un silencio algo incómodo en el que se replanteó fingir que olvidaba algo dentro de su apartamento para evitar estar más tiempo del debido con su vecino. Aun no entendía como el tipo era tan despistado para no notar que simplemente no había interés de su parte, por suerte no tuvo que hacer su plan maestro ya que su teléfono vibró en su bolsillo.
Agradeció al desgraciado que lo llamaba.
-¿Sí?- respondió sin mirar el nombre.
-Oh, Alex, gracias a Dios estás bien ¿Dónde te encuentras en estos momentos?- se escuchó la voz de Cristina, la secretaria de su jefe.
-Saliendo de mi edificio. ¿Por qué?
-Por favor, Alex ven rápido, hay una emergencia.
¿Cristina había llegado antes que él? Eso debía ser un momento trascendental en la historia de la humanidad.
-Cristina...
-No hagas preguntas.
-¿Qué? ¿Por q-?- antes de siquiera formular la pregunta la llamada se cortó- ¿Hola?
Sin respuesta.
-¿Algún problema?- preguntó Tobias enarcando una ceja.
Alex se metió el teléfono en el bolsillo y se apresuró a la oficina sin molestarse en responder o despedirse de su vecino. Algo en la voz de Cristina lo había puesto inquieto. Cristina nunca llegaba tan temprano. No era la rutina. No era su rutina.
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Make me love you (Gay)
RomanceAlex tiene 34 años, ha trabajado 10 años para Industrias Maximov, y espera que luego de todo el arduo trabajo su esfuerzo sea recompensado de alguna forma, y ¿Qué mejor que de ser ascendido a nuevo Director Ejecutivo? Pero, ¿Qué puedes hacer cuando...