Capítulo 26

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Rhys Maximov lo miraba desde el umbral de la puerta con un gesto de preocupación, su respiración estaba agitada, como si acabara de subir las escaleras corriendo en lugar de haber esperado el elevador.

-¿Qué estás haciendo aquí?-inquirió Alex, rompiendo el silencio.- Es tarde.

O al menos pensaba que era tarde, no se molestó ni en ver la hora en cuanto llegó, pero por la oscuridad de la noche debía de serlo.

Rhys pareció desconcertado por lo hostil de su tono de voz, sin embargo no era algo poco habitual en Alex, siempre había sido de un estado de ánimo poco amigable. Sin preguntar, como era costumbre para él, ingresó a su departamento.

-Llevo horas intentando comunicarme contigo, no respondiste a ninguna de mis llamadas, Alex.- explicó con calma, no sonaba enfadado, solo algo acelerado y confundido, eso de alguna forma era peor.

Era más fácil terminar algo si la otra persona estaba furiosa contigo. Pero Rhys no lo odiaba, y no quería que este lo hiciera. Lastima que querer y necesitar eran cosas completamente diferentes.

Le dio la espalda, comenzando a hurgar en los cajones de sus muebles.

-No sabía qué hablar por teléfono, era algo que solíamos hacer.- respondió mientras buscaba la famosa memoria digital que había escondido, abrió la caja donde recordaba haberlo dejado, y suspiró aliviado al verlo allí.-En especial porque no somos amigos.

Auch.

Rhys no se esperaba esa respuesta tan directa. Pero decidió no prestarle atención, quizás pensando que solo se trataba de un humor sombrío, quizás se hubiera convencido de aquello, pero Alex estaba raro, no era su habitual forma de ser tan hostil de la nada.

-¿Ha ocurrido algo?

-No. Si, no sé.- gruñó Alex, tratando de reprimir un siseo al sentarse en el sillón mullido cuando sus costillas estaban tan sensibles ante el más mínimo roce.- Se me ha perdido el móvil, no tengo ni puta idea donde lo dejé ¿contento?

No era mentira del todo, esos tipos se lo robaron o pudo haberse caído en la pelea, lo que fuese, no lo tenía consigo cuando lo trajeron de vuelta.

-Máximos ¿Qué estás haciendo realmente aquí?

-Te dije...

-Sí, me dijiste que estabas intentando comunicarte conmigo, pero eso no responde a mi pregunta.

Hubo una prolongada pausa, Alex sabía que estaba siendo muy hostil con esos ojos azules que en algunos momentos eran tan falsamente cálidos, que lo confundían constantemente, y hacía que su estómago se retorciera.

-Estaba preocupado, después de todo lo que ha pasado no creo que sea seguro que te quedes aquí.- admitió Rhys.- ¿Es que no puedo preocuparme?

-Estabas preocupado.- repitió Alex.

-Si.

-Porque soy tu empleado.- indicó Alex, su voz sonando exponencialmente fría.

-Alex, vamos- dijo Rhys haciendo indicio de tocarle el hombro pero su rostro se contrajo en una mueca herida cuando Alex se alejó con un brusco movimiento, poniéndose de pie.- Sabes que a estas alturas eres mucho más que solo un empleado. Eres... nosotros somos...

No, pensó Alex dándole la espalda y sirviendo whisky en un vaso, dándole un sorbo largo para apaciguar un poco el dolor que sentía en el cuerpo. No ahora, por favor, no ahora.

-Quiero... terminar este juego.- murmuró Alex, aun sin atreverse a mirarlo a la cara.

-¿Qué?- preguntó Rhys, costandole con creces asimilar lo que el otro acababa de decir.

Make me love you (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora