Intuición

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—Gracias, señor Sesshōmaru —dijo. Saltando de un lado a otro con el obsequio que le había entregado—. Rin está feliz.

—Sé buena niña —espeté, mientras la observé sonreír. Los humanos, realmente se alegraban con pequeñeces—. Jaken, ve con ella.

—Pero amo, yo no quiero dejarlo aquí solo.

—¡Ve!

—Vamos, señor Jaken. Venga conmigo.

Los vi de reojo alejarse. Perdiéndose en el bosque que los llevaba a la aldea. Al sitio donde vivía mi protegida. El mismo sitio donde vivía ella. La sacerdotisa. La mujer de mi hermano.

Mi mujer, únicamente, mía. Esa hembra me pertenecía.

—Sesshōmaru, ¿tú por la aldea? —inquirió la anciana que llegó a pararse a mi lado. A pesar de los años seguía siendo poderosa, pues protegió su esencia con un campo de energía para que no sintiera su presencia—. ¿Viniste por Rin? Porque imagino que fue ella la que te trajo hasta aquí, ¿verdad?

—... —No le respondí. Odiaba que me preguntaran lo que hacía. Esa anciana era una entrometida.

—Ya veo —musitó. La antigua sacerdotisa suspiró. Clavando su único ojo en el horizonte—. Sabías que InuYasha está de viaje y tardará aproximadamente un mes en volver. Kagome se quedó sola en su cabaña y, a diferencia de Sango, ella no se encuentra desesperada. Es más, ha estado más entusiasmada, cuidando y atendiendo a los aldeanos.

—Mmm.

No sabía qué era lo que pretendía al contarme todo esto, pero esa mujer no era una simple humana. Ella debía tener algún interés para sacar a relucir un tema que no me importaba.

O eso era lo que aparentaba.

—No lo sé, quizá los años me han afectado, pero siento un aura diferente en Kagome. Una esencia que antes no había percibido —esbozó, llevando su mirada a mi semblante—. Es como si ella estuviera... Imposible, esa mujer jamás se dejaría corromper por nadie más. ¿O tú qué piensas, Sesshōmaru?

—Qué ese asunto no es de mi interés. Me da lo mismo si el estúpido de mi hermano se va o no de viaje. Tampoco me importa qué es lo que le pasa a esa mujer —expuse, sin perder el frío semblante que me caracterizaba. Esa anciana estaba muy equivocada si pensaba que iba a caer en su trampa.

—Comprendo. A ti nunca te han interesado los humanos. Mucho menos lo que tenga que ver con InuYasha. —La observé, devolviendo la mirada hacia el horizonte—. Fue bueno verte. Deberías venir un poco más, la pequeña Rin estaría feliz y, quizá... Olvídalo, nos vemos, Sesshōmaru.

Ni siquiera voltee. Simplemente, dejé que se marchara. Esa maldita anciana ya sospechaba. Tenía la leve sospecha de que algo pasaba. Aunque ella aún no podía asegurarlo, sino lo habría exteriorizado. Kaede no se quedaría callada. Sin embargo, poco me importaba; es más, me alegraba.

No obstante, no quería que ella saliera lastimada. No quería que Kagome se mortificara. Pero, ¡¿qué diablos estaba diciendo?! ¿Acaso me estaba preocupado? Yo, el gran Sesshōmaru, perturbado por la tranquilidad de una humana.

Una simple e insignificante humana que me había robado hasta el aliento. Un ser inferior que se metió en mis pensamientos. Una mujer que se penetró en la frialdad de mi corazón.

Un corazón que comenzó a latir por ella. Simplemente por ella.

«Eres mía, solo mía...»

Continuará...

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¡Hola!

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¡Hola!

¿Cómo están?

Al parecer, alguien ya se dio cuenta del cambio de actitud de Kagome. Aunque, ¿quién no estaría de buen humor teniendo a ese monumento al lado?

Sin embargo, ¿qué creen que va a pasar? ¿Será que la anciana los descubrirá? O, ¿le dirá sus sospechas a InuYasha cuando vuelva?

Tocará averiguar qué pasa por la mente de la anciana Kaede.

Mil gracias por su apoyo incondicional, de verdad me hace muy feliz leer cada comentario. Además, sus votos me llenan de vida.

Los quiero.

Nos leemos pronto.

GabyJA 

Tú, eres mía [SesshOme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora