Nocturno

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—Kagome, voy a... ¡Ay!

—InuYasha...

El hanyō se desplomó encima del cuerpo desnudo de su mujer. Aferrándose a su delicada piel. Ella le sonrió y él la besó. La pareja, después de un largo período de ausencia, volvió a hacer el amor.

InuYasha se levantó del futón; revistiéndose en silencio ante la atenta mirada de su esposa que yacía acostada. Ella no le dijo nada, pues de un tiempo para acá, era muy común que después de intimar él saliera a refrescarse al río que había cerca de la cabaña. Así que, ya estaba acostumbrada. Sin embargo, era muy extraño que volviera en la madrugada. No obstante, no le preocupaba; ya que, probablemente, terminaba tan cansado que se quedaba dormido en el agua.

Eso era algo que ya le había pasado y ella lo había comprobado, pues cuando se casaron él la llevó en una ocasión al río después de entregarse. Supuestamente para relajarse; sin embargo, al instante de tocar el agua, InuYasha se había quedado dormido con el cuerpo a medio meter y la cabeza recostada en una piedra. Así que, para ella, esa noche no fue agradable, pues no durmió absolutamente nada por estarlo cuidado.

Desde esa ocasión, él dejó de tomar estos baños nocturnos. No obstante, algunos meses antes de que ella comenzara a encontrarse con Sesshōmaru. InuYasha volvió a la rutina, pero esta fue más constante; ya que alegaba que el trabajo lo dejaba tan agotado que necesitaba descansar en la tranquilidad del agua. Ella lo comprendió y no se quejó. Es más, lo quiso ayudar, acercándose a él para que pudiesen intimar con mayor frecuencia. Ayudándolo de esa manera a liberar el estrés que tenía albergado.

El sexo era el mejor remedio para los pesares y ella lo tenía comprobado; sin embargo, él con amabilidad la dijo que no, pues se encontraba tan cansado que lo único que quería era bañarse para relajarse.

De ahí en adelante, sus encuentros íntimos fueron disminuyendo, hasta que, en un momento de desesperación, Kagome acudió al bosque para expulsar su frustración. Sin esperar que, gracias a ese arranque de calentura, iniciara con lo que ahora era su relación.

Porque ella y Sesshōmaru tenían una relación. Una candente, delirante y apasionante relación.

La sacerdotisa comenzó a acariciarse los senos, endureciendo sus pezones con los pequeños pellizcos que se daba. Ella estaba hipnotizada, eclipsada por la posesividad de su mirada. Ojos ámbar que la perturbaban y la llevaban al cielo.

Al inmenso cielo del cual la desterraba cada vez que la profanaba. Cada vez que la ultrajaba y cada vez tomaba como suya. Porque ella era suya.

Kagome siguió acariciándose, mientras lo pensaba. Su mente la llevó al instante en el que él la penetró por primera vez; haciéndola enloquecer. Ella se arqueó y con su mano bajó. Llegando al centro de su ser que le provocaba placer.

—Sigue, sigue así —musitó una voz. Una excitante y anhelante voz.

—Se-Sesshōmaru —balbuceó, jadeante de pasión—. ¡Ah!

—Shhh... silencio. No grites o el estúpido de mi hermano te escuchará. Él no está tan lejos y yo he venido para hacerte llegar. Porque veo que él no te hizo explotar —espetó, antes de morder el pezón que pedía atención—. Eres tan deliciosa. Y él es un idiota que no te sabe complacer. Pero no te preocupes, yo lo haré y te borraré sus huellas de la piel.

—Sesshōmaru, por favor —suplicó, palpando la humedad que salió de su intimidad—. Tómame, ¡tómame ya!

El demonio sonrió y con orgullo obedeció. Montándose en su cuerpo, mientras lamía su piel. Borrando con sus besos las manos de él. Las caricias del hombre que no la complació y que la perdió, porque él ya no era el dueño de su piel ni de su corazón.

El único dueño era él, el demonio que con tanto celo la follaba y la llevaba a arder con él. Únicamente con él.

«Sigue con tus baños nocturnos, InuYasha. Y no te preocupes por nada, pues yo seré el único que haré desfallecer a mi mujer...» pensó, besándola con pasión.

Continuará...

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¡Hola!

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¡Hola!

¿Cómo están?

Bueno, pasaba por aquí a dejarles un nuevo capítulo. Un nuevo episodio que relevó aspectos interesantes, de verdad interesantes.

Tuvimos a Kagome disfrutando al máximo. Porque vamos, debió ser muy rica la fantasía de estar con dos hermanos. Perdón, Señor; prometo no pecar más. No obstante, también describimos que Inu tiene salidas nocturnas para bañarse. Raro, ¿cierto? O quizá no, quizá la mente lo esté juzgando mal porque él no sería capaz de hacerle a ella algo igual. ¿O sí?

Sin embargo, amé el final. Yo también quiero vivir ese sueño, pero que se haga realidad. Ya veremos si Sesshōmaru sigue soportando compartir a Kag con su hermano. Ya que imagino que la tortura de verla entre sus brazos lo está matando; aunque no lo haya aceptado.

Mil gracias a todas por su apoyo. Sus reviews y sus votos me dan vida. Son un sol, las quiero con el alma.

Nos leemos muy pronto.

Con amor.

GabyJA 

Tú, eres mía [SesshOme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora