Sin previo aviso

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Quiero agradecer a mi amiga, Abby Taisho, por regalarme esta imagen tan bonita para el capítulo de hoy. Gracias, amiga. Te adoro.

 Te adoro

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La pareja yacía envuelta en una sábana, luego de las intensas horas de acción en las que desbordó la pasión.

Pasión desenfrenada que los consumió con su calor; ya que desde que la mujer salió embarazada su lívido aumentó y su inagotable apetito sexual los arrastró a los dos a un abismo del que no hubo salvación.

Del que nunca querían redención.

Kagome se encontraba acurrucada en el fornido pecho del demonio que con amor la contemplaba. Parecía un bello ángel caído del cielo, pues su aura pura se desprendía de su ser, a pesar de que su poder se mantenía resguardado en su interior. Esto para protegerlo a él. Sesshōmaru era consciente que estaba a su merced, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr.

Con ternura le acarició el cabello, quitando un rebelde mechón de su frente, el cual no le dejaba apreciar esas largas pestañas que apenas danzaban con el aire que entraba. Kagome se movió un poco, acomodándose mejor en su pecho; sin embargo, cuando se movió uno de sus desnudos senos quedó expuesto. Resaltando el rosado pezón que lo invitó a lamerlo.

Sesshōmaru se saboreó e internamente se recriminó por desearla como un depredador, pues su mujer dormía plácidamente en la cama. Ella necesitaba el descanso, ya que en su vientre su cachorro se estaba gestando; no obstante, su cuerpo era un manjar de deseo. Una ninfa bajada del cielo. La diosa de la lujuria y la pasión que lo incitaba al calor. A encender la hoguera que había en su interior.

Kagome se restregó dormida en su cuerpo, moviéndose encima de su pecho; mientras su pezón se tambaleaba rogándole porque lo tomara. Él se lamió los labios y lentamente su cabeza fue bajando, sacando la punta de la lengua para poder besarlo y de una vez devo-

—¡Já! Ya entiendo por qué en todo este tiempo no has llegado a mi palacio —dijo cuando entró a la habitación. Importándole poco lo que fuese a interrumpir—. Jamás creí que tu instinto animal fuese más grande que tu responsabilidad. Pero veo que te pareces mucho a él.

—¡Amo bonito, perdón! Yo le dije que no podía entrar, pero ella insistió y yo no... —balbuceaba un apenado Jaken con el rostro agachado. El renacuajo ni siquiera se atrevía a levantar la vista, pues sabía que no debía ver lo que ahí había. Sobre todo porque él respetaba mucho a su señor—. Perdón, amo.

—Ya, ya, deja de pedir perdón, pareces un perro faldero detrás de un ser que te cambió a ti y a su labor por una insignificante mu-

—¡Basta ya, madre! —gritó, cansado del show que llegó a hacer a su habitación. Él estaba furioso, ya que sintió exactamente cuando su heredero se asustó dentro del vientre de su madre. Además, Kagome se despertó de golpe, muy apena por encontrarse desnudarte delante de la mujer que ahora era su suegra. El demonio con cariño le acarició el rostro y la cubrió con la sábana, antes de proseguir con su discurso—. ¡¿Quién demonios crees que eres para entrar así a mi casa y a mi habitación?!

Tú, eres mía [SesshOme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora