Autoridad

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Este capítulo fue escrito especialmente para la persona a quien dedico esta historia. Mi amiga querida, AbbyTaisho ¡Feliz cumpleaños!

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—¡Niña, ven aquí! No corras o te vas a- —Jaken suspiró en el momento exacto en el que el rostro de Rin se estrelló contra el suelo. La jovencita parecía una chiquilla consentida corriendo descalza por los pasillos—. Te lo dije.

—Se-señor Jaken, yo —balbuceó, limpiándose una pequeña lágrima que se le escapó, pues le dolió mucho el golpe que se dio. Ella sabía que ya no era una niña pequeña, pero su inocencia la hacía querer jugar, aun siendo una adolescente—. Perdóneme, Rin no se fijó que había una bajada y por eso se cayó. Discúlpeme.

—Deja de jugar y compórtate como una jovencita de tu edad, si el amo te ve así me va a-

—Jaken. —La imponente voz de Sesshōmaru retumbó por todo el lugar, haciendo que el diminuto demonio se inmutara y con temor volteara para verlo—. ¡¿Qué estás haciendo?! Te dije que era tu responsabilidad cuidar a Rin para que no le pasara nada. Tú la tienes en esta casa encerrada como si fuera un mueble cuando la puedes llevar al jardín; cerciorándote de cuidarla.

—Amo bonito, disculpe, fue mi culpa, pero esta ni-

—No quiero excusas. Quiero que la cuides, Rin es como mi hija y si le pasa algo tú tendrás que-

—¡Sesshōmaru, basta ya! —exclamó la sacerdotisa, muy molesta; luego de apreciar cómo el demonio reprendió a su sirviente injustamente. Ese tipo de actitudes no las iba a soportar—. Jaken no tiene la culpa, ¡fue un accidente! —espetó, mientras se acercaba a Rin. Ella aún se encontraba en el suelo; así que, Kagome se agachó para consolarla—. ¿Estás bien?

—Sí, señora Kagome, estoy bien. Rin fue la culpable de su caída, no el señor Jaken. El me advirtió y yo no lo escuché. ¡Es mi culpa! —gritó, llorando con desesperación. La pequeña no quería que se pelearan por su causa—. Yo nunca tengo cuidado.

—Calma, calma, ya pasó. Todo estará bien —Kagome la recostó en su regazo; luego le acarició el cabello, mientras le susurraba palabras de consuelo. Rin, todavía era una niña traviesa, a pesar de haber entrado a la adolescencia; así que, era lógico que aún quisiera jugar, pese a su edad. Además, en cualquier momento lo dejaría de hacer. ¿¡Qué más daba dejarla disfrutar un poco más!?—. Solo ten cuidado la próxima vez y mejor sal al jardín, allí puedes jugar con las flores y los animales. Bajo la supervisión de Jaken, quien muy feliz te va a cuidar, ¿verdad?

—Sí, sí, sí. Prometo cuidarla muy bien la próxima vez —arguyó, nada feliz de la tarea que le encomendó, pues desde que Rin llegó él dejó de ser el acompañante de su amo para convertirse en una niñera. Y para colmo de males, era muy probable que cuando el heredero de la pareja naciera le fueran a encomendar la misma tarea; dejando en claro que su función siempre sería cuidar a los pequeños. Y con lo mucho que a él le gustaban los niños—. Esta vez no le voy a fallar, amo bonito.

—Eso espero —masculló con ese semblante estoico que tanto lo caracterizaba—. Rin, dile a Jaken que te dé de comer, ya es tarde y tú te debes acostarte temprano.

—Sí, amo. Como usted diga.

Sesshōmaru palmeó con cariño la cabeza de la chiquilla, pues él la quería como a su hija. Rin lo abrazó y después le sonrió; transmitiendo en ese pequeño gesto todo su amor y su agradecimiento, ya que él la acogió como a un miembro más de su familia. Permitiéndole recuperar lo que la vida le quitó: un papá y una mamá.

Tú, eres mía [SesshOme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora