Deseo

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Habían pasado algunos días desde la última vez que la hice mía.

Las noches seguían avanzando y mi deseo por poseerla iba aumentando. Esa maldita mujer había acabado con la razón que habitaba dentro de mi ser.

Sin embargo, estaba seguro que no solamente yo estaba desesperado, pues la estuve observando. Ella estaba trabajando, sanando y curando a los aldeanos. No obstante, su piel segregaba su miel. Un aroma que me hacía arder la piel. Mi hembra me quería poseer.

A mí, únicamente, a mí. Al demonio que le profanaba la intimidad de su ser como nadie más lo podía hacer.

Mi estúpido hermano era un tarado, quien juraba que la había conquistado. ¡Imbécil! Eso jamás había pasado. Ella sí se había enamorado, pero él la había decepcionado al idolatrarla como a una flor con la que debía tener extremo cuidado.

InuYasha tenía temor a lastimarla, herirla o dañarla. No obstante, eso era lo que ella anhelaba. Claro que era lo que deseaba.

Por eso me gusta recordar el día que la encontré...

«Una noche, en medio de la oscuridad, la hallé; sollozando a más no poder. En ese instante, no me acerqué, simplemente, la observé. Contemplándola como nunca imaginé.

Kagome se comenzó a acariciar por encima de su traje sacerdotal. Ella, lentamente se lo quitó. Aventando las estorbosas prendas hacia un lado. Luego se abrió y se metió dos dedos que se lamió en su cavidad. La mujer se arqueó para darse mayor profundidad; pellizcando sus senos una y otra vez, mientras sus dedos arremetían dentro de su ser.

Verla así, complaciéndose ella misma, me enloqueció. Al grado de quererla poseer, montándola encima de mi virilidad. Sin embargo, no me acerqué, solamente disfruté. Liberando mi hombría para complacerme como lo hacía mi mujer.

Sí, mi mujer. Porque desde ese instante supe que la tenía que tener. Aún si eso significaba que la tuviese que compartir con el idiota de mi hermano.

Él, evidentemente, no la podía satisfacer, pero yo lo haría con mucho placer.

Esa hembra brincaría en mi endurecida piel, hasta más no poder. Porque yo le enseñaría que era el desfallecer por un demonio que sí sabía lo que le tenía que hacer.

Esa noche, la marqué, sin tocarle la piel. Esa noche, la acaricié con mis garras, sin que ella se enterara; porque su aroma a celo se fundió en la cúspide de mis deseos.

Esa noche, juré que solo yo la haría mujer. Porque ella era mía. Únicamente mía...»

Ahora me encontraba sometido a sus pies. Kagome me nublaba los sentidos.

—Amo bonito, ¿a dónde va? Dígame, ¿lo puedo acompañar? —me preguntó mi fiel servidor.

—Por ahí, ya vuelvo.

—Pero amo, debe-

No lo dejé continuar. Odiaba que alguien me quisiera controlar, sobre todo él. Un insignificante demonio que no tenía derecho a opinar sobre mi vida personal.

Rápidamente, me alejé. Volando hasta llegar al lugar donde esa noche iba a reposar. Con sigilo me acomodé, recostando la espalda en una frondosa rama que daba justo a lo que quería ver. Justo al sitio donde habitaba mi mujer.

Ella yacía dormida, envuelta en un futón con mi maldito hermano a un lado. ¡Idiota! ¿Cómo podía estar durmiendo sentado? ¿Teniendo a esa hembra a su lado?

Sin embargo, eso me daba igual, pues solo avivaba mi instinto animal. Un instinto que se haría realidad cuando ese estúpido se volviera a marchar.

Gracias al cielo sería mañana, pues ya no podía aguantar este terrible deseo de arremeter dentro de ella con todo y mis garras.

«Vete tranquilo, InuYasha. Yo cuidaré muy bien a tu mujer. Perdón, a mí mujer. Maldito imbécil» pensé.

Continuará...

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¡Hola!

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¡Hola!

¿Cómo están?

Primero, quiero agradecerles todo el amor y el apoyo que me han brindado. De corazón les puedo decir que no imaginé cuánto amor iba a recibir. ¡Muchísimas gracias!

Así que, he decidido que esta será una historia de varios capítulos cortos, ya que será un reto para mí escribir en tan poco y; además, en primera persona. Ojalá les agrade todo lo que tengo planeado para continuar con esta aventura.

Mil gracias por todo, comunidad SesshOme. Han sido un amor.

Nos leemos pronto.

Con amor.

GabyJA

Tú, eres mía [SesshOme]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora