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.—¿Te sientes mejor? —inquirió la anciana sacerdotisa, luego de darle una infusión a su invitada.
—Sí, ya. Muchas gracias —sonrió, agradecida. La anciana Kaede siempre se había preocupado por ella—. Esto era lo que necesitaba.
—Me alegra escucharlo. Muchas veces solo necesitamos una bebida caliente para ordenar nuestras ideas —musitó, sentándose al lado de la muchacha—. Sobre todo, si por nuestra cabeza pasan pensamientos inadecuados respecto a otros seres.
—¿Anciana Kaede?
—Kagome, ¿InuYasha y tú tienen algún tipo de problema? —cuestionó sin titubear. La mujer era consciente que estos eran temas íntimos de pareja; sin embargo, nunca estaba de más un consejo lleno de sabiduría y experiencia—. Me refiero a, ¿él y tú están distanciados? ¿Acaso alguien más se está interponiendo entre ustedes dos?
Higurashi parpadeó rápidamente, gracias a las sorpresivas preguntas que la vieja mujer le exteriorizó. Ella estaba segura que en algún momento le insinuaría algo; así como lo hizo con Sesshōmaru, pero esto no era una suposición, esto se sintió como una afirmación.
Era como si la anciana supiera realmente qué era lo que pasaba entre ella y el hermano de su marido.
Esto era malo. Era muy malo que ella supiera. Sin embargo, Sesshōmaru le había advertido que tuviera cuidado. Además, ella se tenía que controlar, pues no sabía a ciencia cierta hasta qué punto las «supociones» de la anciana eran verdad.
—InuYasha y yo estamos perfectamente bien. Nuestro matrimonio no está pasando por ningún tipo de problema.
—Qué bueno. Es que se me hizo muy extraña tu actitud al saber que por varios días no estarías con él. —La mujer acentuó su mirada. Tratando de encontrar algún quiebre emocional que le diera la razón a su encrucijada—. Sango no para de llorar y extrañar a su marido, pero tú, a diferencia de ella, pareces estar muy feliz. Como si algo o alguien te estuviera manteniendo con vida.
—Anciana Kaede, con todo el respeto que usted se merece le diré unas cuantas cosas —Kagome le tenía mucha admiración y gratitud a la sacerdotisa que la instruyó. Sin embargo, eso no le daba motivos para inmiscuirse en su vida personal. Lo que sucedía entre ella y su marido era algo que no le interesaba a nadie más que a ellos dos—. Yo soy una sacerdotisa que vive para el servicio de los demás; por lo tanto, no puedo estar triste o mi energía disminuirá y no podré ayudar a los aldeanos. Además, es lógico que Sango extrañe demasiado a Miroku, pues ellos tienen hijos que deben cuidar. Sango acaba de tener un bebé y tiene un par de gemelas que devengan su atención todo el tiempo. Para ella debe ser muy complicado estar sola con los niños —espetó con seguridad. En ningún momento debía flaquear—. Nosotros no tenemos hijos; así que, es diferente nuestra relación. Como pareja estamos conscientes de nuestras responsabilidades y eso es una prioridad. Honestamente, extraño mucho a mi marido, pero eso no es motivo para llorar a cada instante.
—Disculpa mi atrevimiento, Kagome. Sé que no debo meterme en su relación, pero me pareció muy extraño el verte tan radiante. Además... —calló. Quizá ella estaba sacando conclusiones de más. Quizá estaba imaginando cosas que no eran. Sea como sea iba a confiar en ella, pues sus palabras no parecían ser una falacia—. Nada, olvídalo. No es importante.
—Anciana Kaede, agradezco su preocupación. Sin embargo, nada está pasando entre mi marido y yo. Quédese tranquila.
Kagome sonrió con cariño a la mujer que tenía al lado. Ella siempre sería alguien importante para su vida, pues la había cuidado y protegido desde que apareció en la aldea hace algunos años. La anciana Kaede era muy sabía y su intención nunca fue engañarla. No obstante, debía hacerlo, ya que su relación clandestina era muy importante.
Su unión con Sesshōmaru iba más allá de lo inimaginable.
»—Le agradezco mucho su tiempo y sus remedios, pero ya debo marcharme. —La sacerdotisa se puso de pie y luego ayudó con mucho cuidado a la anciana a levantarse—. Mañana tengo que visitar a los enfermos desde que inicie el alba.
—Claro, ve. Debes reponer tus energías —le dijo, palmeando su mano con ternura—. Siento mucho no poder acompañarte, pero los años me impiden recorrer largas distancias.
—Descuide, yo me encargo. Usted ya hace mucho cuidando a los aldeanos que viven cerca —sonrió con franqueza—. Fue un gusto verla.
—Igualmente, Kagome. Descansa.
La azabache salió de la cabaña, despidiéndose con una reverencia delante de la anciana.
Pensando seriamente en la conversación que acababa de tener con la antigua sacerdotisa. La mujer no le había dicho explícitamente nada, pero sospechaba. Claro que sospechaba. Así que, la propuesta de Sesshōmaru era la más acertada. Ya que no importaba cuánto los acecharan, ellos nunca dejarían de encontrarse.
Nunca dejarían de entregarse. Nunca dejarían de amarse... Sí, amarse. Porque Kagome debía aceptar de una vez por todas cuánto lo amaba.
Continuará...
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.¡Hola!
¿Cómo están?
Interesante la conversación, ¿cierto? Aunque pensándolo bien, creo que fueron más interesante esas afirmaciones internas que tiene Kagome. Al parecer, tanto ella como Sesshōmaru están teniendo sentimientos fuertes y reales el uno por el otro. Así que, ya veremos qué pasa con este triángulo amoroso que, claramente, está demasiado inclinado para uno de sus lados.
Gracias por su apoyo incondicional y por todas sus muestras de amor. Realmente estoy muy feliz de pertenecer a esta comunidad. Las quiero.
Pd. Este capítulo fue un poco más largo, ya que no quería cortar la conversación. Así que, pienso extenderlos cuando la escena lo amerite; aunque la idea es que la mayoría de sus capítulos sean drabbles. Ya veremos.
Nos leemos muy pronto.
Con amor.
GabyJA
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Tú, eres mía [SesshOme]
FantasyColección de drabbles, viñetas, one-shot e historia cortas inspiradas en: Sesshōmaru y Kagome. Disclaimer: Los personajes de «InuYasha» pertenecen exclusivamente a Rumiko Takahashi. ⚠️¡Advertencias!⚠️ ◾Contenido explícito +18 ◾Lenguaje obsceno ◾Tem...