UNA NOCHE DE PLACER

4.8K 23 0
                                    

Entre a tu habitación y estabas dormida, ligeramente tapada, mientras que por la ventana se colaba una brisa fría. La sábana subía al ritmo de tu respiración, mientras que la corriente acariciaba tu piel delicadamente. Cerré la puerta en silencio y seguías dormida, me quedó de pie, frente a ti, viéndote, delicada y tranquila, disfrutando de tu inconsciencia. Con mucho cuidado saqué las esposas que llevaba escondidas y esposo tus muñecas a la cama. «Ahora eres mía».

Acaricio tú rostro de porcelana con la punta de mis dedos y, poco a poco, abres tus ojos. Cuando me miras una sonrisa se cruza por tu boca, pero desaparece al darte cuenta que estás atada y a mí merced. Tu mirada alarmada pregunta: —¿Qué pasa?, ¿Por qué me atas?

—Esta noche me perteneces— le contesté con un tono neutro.

Asumiste tu papel con resignación, ya que no te quedaba más remedio, mientras comienzo a desnudarme lentamente, de forma que sientas que mis manos deseaban tocar tu cuerpo, te voy quitando la poca ropa que te cubría sin que pudieras evitarlo... Bueno, tampoco había resistencia. Finalmente te quedas desnuda, desprotegida, expuesta a mis deseos.

Mis labios se morían por sentirte, «Y quién soy yo para negárselo» besé tus pechos, tu cuello, tus hombros. Sientes como la humedad de mi aliento moja tu piel, como el tacto de mi lengua se pega a ti, se extiende, te envuelve. Al poco tiempo escucho tus gemidos. En ningún momento has querido ponérmelo fácil, pero al final siempre te ganó y consigo arrancarte tus gemidos, esos gemidos que tanto me excitan, que tanto me prenden. Notó como tu mirada quema mi piel, como sin escucharte me pides más. Y te lo concedo, un beso lleno de amor y ternura. Un beso largo, profundo, lleno de gemidos, de un aliento compartido. Dos lenguas que se recorren con pasión, con prisas e insistencia. Dos bocas unidas formando un único mundo del que dos almas ardientes no desean escapar. Una unión perfecta, que finaliza con dos labios comiéndose mutuamente, devorándose sin piedad.

Me separé de ti, mientras jadeabas relamiendo tus labios, intentando recuperar el sabor que mi boca había dejado en ti. —Quiero más— dijiste. Desearía desatarte, pero no, quería llevarte al máximo de placer, te abalanzaste hacia mi tal cual como una leona que eres. Pero hoy no puedes sobornar al domador, y la rabia te excita aún más. Noto el calor irradiado de tu interior, la humedad que cada vez se apodera de tu intimidad, pero te dejo sola, sufriendo, deseando mi vuelta, y odiándome por tardar tanto.

Finalmente volví y mientras te preguntas qué será lo próximo que suceda. Vendo tus ojos pese a que intentas resistirte, sientes curiosidad por saber que he traído en mis manos, conocer a qué te vas a enfrentar, —¿Tienes miedo por lo que pueda pasar? — te pregunté.

—No. Confío en ti.

Una sonrisa se deja ver en mi cara. Notas una pausa, larga e incómoda. Sabes que estoy ahí, pero no puedes verme, ni sentirme, ni situarme. En estos momentos no soy más que un fantasma que te aterra. De repente te estremeces, mientras que notas en tus pechos como algo viscoso se extiende. Preguntas —¿Qué es eso? — pero no obtienes respuesta, y eso te desespera, mientras sientes como cada vez se extiende más, por tu tripa, tus muslos, tus hombros... Y tras unos minutos, notas como se acaba, cuando ya estás prácticamente cubierta. Es entonces cuando liberó tus ojos, y en la penumbra notas algo oscuro que cubre tu piel. Me miras alarmada, pero, por toda respuesta, lamo un poco de tus pechos y te doy un profundo beso. —¡Chocolate! — Exclamas. Y noto como te relajas. Es entonces cuando comienzo a lamerte entera, todo tu cuerpo, lentamente, sin dejarme ni un centímetro. Te saboreo y te devoro, pues eres el más exquisito manjar que he probado nunca.

Finalmente acabas húmeda, deseas tener un orgasmo, deseas liberar toda la excitación contenida, esa que he provocado en ti, dejar que estalles y recorra todo tu cuerpo. «¿Cuándo te he puesto las cosas tan fáciles?» Comienzo a palpar tu clítoris, noto como tu respiración se agita, tu temperatura aumenta por momentos, veo como cierras los ojos de placer. Y me separó de ti. Gimes y te retuerces agonizante, pidiéndome que continúe. No me muevo, y te contempló impaciente. Me insultas, me amenazas, me dices que me arrepentiré... No me importa, disfruto viéndote así. Finalmente te tranquilizas, y es cuando vuelvo a la carga. Vuelvo a recorrer tus zonas intimas con las manos, con mis dedos, ágilmente, notando como cada vez sientes más placer, y de nuevo, en tu punto álgido, me vuelvo a separar, mientras te retuerces en la cama, con las manos inmovilizadas. Lloras y gimes, intentando frotar tus muslos para acabar lo que no te doy, pero es inútil, no lo consigues.

Y justo en el momento de mayor desesperación, me acerco a ti, hundo mi cabeza entre tus muslos y acabo con mi lengua lo que tu pretendías finalizar rozándote contigo misma. Saboreo tu orgasmo, noto como tiemblan tus piernas, como palpita tu cuerpo, y continuó así hasta que, rendida, caes en tu cama sin poder moverte. Durante unos minutos la única evidencia de que estás viva es tu pecho, que sube y baja aceleradamente, agitado intentando proporcionarle aire, hasta que al cabo de unos minutos tu cuerpo se tranquiliza y recuperas el control de tu cuerpo. Me abrazo a ti, tiernamente, y poco a poco te quedas dormida entre mis brazos, sintiendo como mi calor y el tuyo se funden como quisieras que lo hicieran nuestros cuerpos.

A la mañana siguiente te despiertas sola, en tu cama, sin que puedas encontrar ningún rastro de mi presencia. Y ahora es cuando te entra la duda, si todo ha sido un sueño o la más dulce y excitante de las realidades, pero no puedes estar segura. No hay ningún indicio de que haya estado ahí, y durante todo el día la duda te abruma la mente, sin que puedas alejarla de ti ni un instante. ¿Fui un producto de tu mente sedienta de placer?, ¿O por el contrario fui tan real como el aire que respiras?

La respuesta la tenías en tus ojos, solo que no te percatabas. Fue hasta que después de regresar del baño que viste en tu mesa de noche un pedazo de tela de seda negra y tres barras de chocolate que fueron participé de... Una noche de placer.

MRJ

Sí les gusta hagánmelo saber con un like 💋💋

Censurado Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora