PIDE LO QUE QUIERAS. 3/5

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Era sábado y estaba en la cama, el reloj de mi mesa de noche marca las 10:00 AM y me siento perezosa porque hoy no toca ir a trabajar y mejor, porque ya no sabría con qué ojos mirar a mi jefa y peor aún no sé cómo disimular el deseo intenso que siento por ella, he sentido hasta celos de imaginarla con su marido, imaginarla en un día común con sus hijas... fuera de mi alcance. Lo sé, no debería sentirme así, no es nada sano.

Después del trío con su amiga y futura inversora en la empresa no paró de quitármela de la cabeza. Me acuerdo de ella, desnuda, con el arnés penetrando a Martha y gimiendo a la vez y la excitación se apodera de mi cuerpo. Recuerdo sus pechos grandes rodeando mi cara, sus labios gruesos y esos besos húmedos que atrapaban mi lengua... ¡Ufff! Me pierdo. De repente, siento que estoy un poco húmeda y es inevitable no quererme tocar, primero paso mi mano por mi seno y con la mano libre, despacio, acarició mi intimidad que está palpitando de deseo, mis labios se van abriendo para dejarme entrar en mi misma, mis dedos se deslizan y yo sigo pensando en mi jefa, en cuatro y como me pedía que le acariciara el clítoris mientras tenía sus pechos en mi boca... Esos pensamientos recurrentes me hacen llegar al orgasmo en seguida.

Estos días han sido muy locos, pasar de ser casi un fantasma para ella a ser ¿Su juguete sexual? Así que pienso que no puede durar eternamente y me entran dudas de si será lo mejor para mí y sobre todo para mi carrera profesional, pero la verdad es que no le doy mucha importancia, ahora mismo valoró más todas las nuevas emociones y los nuevos placeres que me está brindando el día a día. De los momentos que me ofrece, mi jefa. Ahora no puedo, ni quiero parar. Quiero lograr un ascenso... la verdad ¿estoy con ella por el ascenso? Es una pregunta que me habia estado haciendo últimamente. No puedo pensar con claridad, sólo pienso en llegar a la oficina y encontrar la manera de estar con Alexandra, inventarme cualquier excusa para tener que tocarla y sobretodo tener un tiempo a solas para meterle mano, o el lugar donde podamos tener sexo a escondidas y con el morbo añadido de que no puedan descubrirnos y por supuesto, que nos descubran no es una opción, ella tiene familia y yo arruinaría mi carrera.

Pronto recibo un mensaje de ella:

—Alexandra: Ayer estuviste increíble, morí de placer cuando nos miramos mientras yo estaba penetrando a Martha. No puedo quitármelo de la cabeza... O, mejor dicho, no quiero quitarme de la mente tu mirada, tu cuerpo.

Me leí dos veces el mensaje antes de responderle. La verdad tenía que compartir ese sentimiento con ella, yo tampoco dejaba de pensarla. ¿Qué nos pasa?

—Amanda: Tengo qué sincerarme contigo y decirte qué me acabo de masturbar pensando en todo lo que pasó, pero siempre término pensando en ti.

No puedo evitar estar cachonda todo el día porque sólo tengo imágenes de ti desnuda. Estoy enganchada al sexo contigo.

—Alexandra: Esto es una locura Amanda y lo sabemos.

—Amanda: Lo sé.

—Alexandra: ¿Crees que podríamos vernos un rato ahora por la mañana?

¡Wow! Lo pensé por un momento ya esto estaba tomando más fuerza.

—Amnada: ¿Quieres venir a mi apartamento? No sé, hacemos algo rápido para quitarnos un poco esta calentura. Yo estoy cachonda, pero mal desde que me desperté y todo por tu culpa.

Pensé que me había pasado tres pueblos con mi propuesta de hacerla venir a mi domicilio solo para tener sexo y lo pensé porque me había dejado en visto. Pero no fue hasta unos minutos que vi su respuesta en el chat.

—Alexandra: Perfecto envíame tu dirección.

Fue entonces cuando me levanté y empecé a arreglar el apartamento. No me esmere mucho en mi ropa, pero lo que elegí era bastante sexy. Al rato aparece mi jefa con Donuts y café. Yo la recibí con una camiseta, sin sostén y en bragas. Nada más vernos un deseo descontrolado sé apoderó de nosotras, ella dejó las cosas en el comedor y empiezo a tocarme los pechos, mis pezones se endurecieron, ya empiezo a notarme húmeda, es algo superior a mí, no lo puedo controlar, ¡Dios! Hago el intento y muero en él. Y es que verla entrar y tomarme tan decidida ardiendo en deseo de hacerme gozar, y querer hacerme suya, me pone súper a mil. Por mi parte levanté su vestido, otra vez la condenada viene sin bragas. Tocó sus labios: ¡Ya está mojada!

La miró a los ojos y me muerdo el labio, mi cara delata mi excitación, deseo y pasión. Estoy muriendo en ella, tengo un sentimiento profundo de querer llorar, pero me aguanto, no es el momento, pero me abruma está sensación.

—Desde que me dijiste que te habías masturbado me entro una excitación y venía prendida- me dijo finamente a los ojos. En sus ojos veía la lujuria y deseo, pero también me parecía ver la necesidad de ser amada y deseada. Y yo estaba dispuesta a darle eso.

Nos seguíamos tocando mientras nos miramos a los ojos, ella gime, yo deseo que me toque también y se lo pido en un todo desesperado, —Jefa, anda entra en mí o me muero.

—¡Oh! Dios me encanta cuando me súplicas y me dices, Jefa... Pues sí, te vas a morir y vas a resucitar en mis brazos — Responde.

Tuvimos el primer orgasmo en la mesa de la sala. Alexandra está haciendo que yo amé u odie esta parte de mi apartamento. Luego como las propias borrachas llegamos a la cama para seguir disfrutándonos.

La recorde con arnés y me acordé que tenía uno sin uso guardado. A veces se me daban por comprar juguetes sexuales y nos los usaba, pero ahora todos los iba a usar con mi jefa.

—Espera— le digo en voz de desespero.

—¿A dónde vas? —responde con expectativa.

-Momento, jefa.

Sacó un arnés y me lo pongo. Ella me da una sonrisa con total picardía.

—No sé por qué me asombró, pero no tienes pinta de tener estos juguetes — me dice y sonríe.

Me le acercó y le doy un beso en el cuello. —¡Ah! No, ¿Y de qué tengo pinta? — le preguntó.

—De nerd aburrida— su risas es como escuchar la más bella melodía.

—¡Ah! Si. Bueno. Ya verás el revolcón que te da está nerds aburrida.

Empiezo a penetrarla despacio, mientras la beso, ella me toca los pechos, yo me muero cada vez que me pellizca o me muerde los pezones. Al notar que gime empiezo a ir más rápido con el arnés, está tan húmeda que entró y salgo con facilidad, sus gemidos y su cara me ponen más cachonda, se ve tan mujer, tan bella, nos perdemos en nuestras miradas y eso me encanta. Creo que de algunas caras de Alexandra que le conozco, sin duda cuando está teniendo sexo es mi favorita.

—Me voy a correr... No puedo esperar... — Y de repente, grita, gime, me araña la espalda, sus ojos lo dicen todo... Se corre conmigo.

Nos tumbamos en la cama la una al lado de la otra. Nos buscamos para seguir sintiendo nuestros cuerpos. Me pone su mano en mi cara, huele a mí, huele a sexo, tomo una respiración, me encanta ese olor después del sexo, es como un sentimiento salvaje, instintivo animal...que me lleva a querer volver a tenerla en mis brazos. No puedo parar esta adicción.

Continua...

Censurado Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora