MELODÍAS DE PLACER

7.1K 40 4
                                    


Esta noche las calles están vacías, no hay ni un alma, sería muy loco de mi parte si saliera con tremenda tempestad. Son las 3 de la madrugada y acabó de despertar, y por más esfuerzos que haga ya no puedo dormir. Mi cuerpo está tembloroso. Decido abrir la ventana y el aire húmedo entra acariciando mi cuerpo, el frío traspasa la delgada tela causando una mágica reacción en mí. De mi bata sobresalen dos pequeñas protuberancias, justo en el centro de cada uno de mis senos; el viento no tarda en hacerse sentir y envía una ligera ráfaga de lluvia y mi pecho se torna translúcido por entre la blanca tela.

No me extraña que esté algo excitada ya que mi mente me traiciona y vuela muy lejos de mi cuerpo, tras recuerdos de momentos que no han sucedido, ¿O será que es un deseo que quiero que suceda?

Tu imagen dentro de mi cabeza revolotea al compás del viento. Visualizó tu intensa mirada de ojos oscuros, tu cabello corto negro, esa piel morena con tu figura alta y delgada. Tus firmes y largas manos de pianista. No hay una sola cosa que no encuentre sensual en ti. ¿Quieres saber qué estoy pensando? No hace falta que me digas que sí; quiero contártelo de todos modos.

Mis dedos se deslizaban, apenas rozando las teclas del viejo piano café de la estancia. A pesar de que me encontraba absorta en mi labor, escuché el crujir de la puerta y entraste con tus pantalones negros y camisa del mismo color, tan ceremonioso y elegante como nunca en tu vida. Tus pasos pausados pero firmes se acercaban a mí. Las notas que resonaban en toda la habitación cesaron de pronto.

-Hola- exclamé alegremente mientras miraba tu rostro. -¿Cómo estás?

-Bien- respondiste sin intención. Me incorporé y respiré tu perfume. Cerraste el piano al llegar a mí.

Mis labios se movieron, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra sellaste callaste con un beso apasionado. Pude sentir tu cálida y dulce humedad en mis labios, percibí que tus brazos me rodeaban y comenzaban a descender lentamente por mi espalda; mis manos, ligeramente aturdidas por la impresión, se movieron en dirección a tu espalda. Tus labios carnosos y suaves aplastándose contra los míos, mis manos comenzaron a jugar con tu cabello. Realmente no comprendía la razón de tus acciones, pero no me importó. Estaba disfrutando de nuestros labios que por un momento se separaron solo lo suficiente para recuperar el aliento. Mi seno izquierdo se tensó al contacto de tu mano, que se cerró alrededor del mismo, suavemente primero, y con creciente pasión después.

Me separé de ti solo por un instante y me senté sobre el piano. Mis labios se retraian cada vez con más fuerza hasta que volví nuevamente a besar los tuyos; abandoné tus labios y busqué tu cuello, sentí tus manos bajo mi bata, mi respiración se hacía más agitada. Luego me la quitaste, mirándome a los ojos. Como una especie de reacción me mordí el labio. Tu boca recorría ágilmente mis pezones. La excitación se apoderaba rápidamente de los dos, tu mano derecha tocó mi tobillo y comenzó a subir muy lentamente, apenas tocándome, ejerciendo más presión conforme iba subiendo, te mordí el labio al tiempo que apretaste mi muslo, tu mano buscando debajo de mi intimidad me hizo comprobar que ibas a tomarme, aquí mismo.

Me moví ligeramente para facilitarte la tarea de quitarme mis bragas, comenzaste a bajarla con ambas manos hasta que quedó enrollada en mis rodillas. No pude reprimir un gemido. Tomé tu mano y la coloqué descaradamente sobre mi entrepierna, tus dedos comenzaron a moverse ágilmente sobre la piel.

Mis senos estaban tan erguidos que parecían dos globos a punto de explotar, te quité la camisa tan fuerte que por poco se desprenden los botones, sonreíste y te quitaste los pantalones de la misma manera, estabas tan excitado como yo, tu pene estaba totalmente endurecido; estabas tan ansioso como yo, acerqué mi mano lentamente, lo sentí tan caliente y duro que quise tenerlo dentro de mí en ese mismo instante. Comencé primero a tocarte muy despacio, más y más rápido después, tu respiración se hacía más agitada y entrecortada mientras que mis manos se movían por puntos estratégicos de tu hermoso cuerpo.

Censurado Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora