LA DETECTIVE SULLIVAN (2/3)

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La idea de estar en peligro como lo mencionó la detective, Sullivan me angustió de nuevo, sentía que todo mi mundo tambaleaba, era como si me hubiera transformado en otra persona que yo misma desconocía. En ese momento entró un señor alto y de contextura gruesa, con las mangas arremangadas y con la corbata floja, un grueso bigote adornaba su labio superior.

—Teniente ¿Ahora que tememos?

—Me parece que todo sigue igual, señor, hasta que no tengamos al basquetbolista esto seguirá confuso, aunque ese dinero en el casillero de esta chica confirma mi teoría, ¿no cree?

—Tu teoría es muy novelera, Sullivan. No termina de convencerme— dijo y suspiró con fastidio. Resolvió irse, pero se volteó y me miró directamente a los ojos.

—¿Tú conoces a la ex esposa de Peralta?

—Solo por fotos, hay un par de fotografías de ella bajo el cristal del escritorio de él— le respondí con seguridad.

—Señor. Me parece que no es por ahí donde hay que buscar—aseguró la detective.

El hombre asintió con la cabeza y salió sin despedirse. La teniente marcó un número en el teléfono de la mesita.

—¿Luis? Prepáreme el vehículo que vamos saliendo— Nos montamos en un Volkswagen negro, sin identificación. Además del chofer iban dos gorilas, con una pistola ametralladora cada uno. La teniente se montó adelante y a mí me tocó viajar en medio de estos custodios. El automóvil dio un viaje de casi una hora y media, hasta llegar a una residencia de casas bajas con techo a dos aguas. El garaje se abrió y solo cuando la pesada puerta metálica descendió uno de los guardias hizo una seña y la teniente me ordenó que bajara. Me condujo a un cuarto cerrado que tenía baño privado, un televisor y una cama pequeña.

—¿Tienes hambre? — preguntó.

Respondí que no y ella me dejó sola. Decidí darme una ducha y me acosté a dormir. A la madrugada me despertó mi propia ansiedad. Me sentía prisionera, o desterrada de una vida con la que jamás estuve conforme pero que ahora añoraba con la misma angustia con que se añoran las cosas perdidas, como añoraba en otro tiempo a mi padre después de su muerte. Encendí el televisor y vi los noticieros de la madrugada. Todos hablaban de la incapacidad de la policía para resolver el misterio de la muerte de Marcos Peralta, el abogado de su ex esposa afirmaba que la idea de un suicidio cada vez tenía menos sustento. El locutor decía que de las dos sospechosas solo una continuaba detenida y mostraban la foto de Amaya. Comencé a atar cabos en ese momento. Si la detective me había preguntado por el novio de Amaya, sobre su relación con Peralta, si conocía a la ex esposa... pero no conseguí relacionar todos los otros datos, el contrato de alquiler, el dinero puesto en mi casillero de la universidad.

—Señorita Martínez. ¿Está despierta?, ¿Puedo pasar? —preguntó la voz de la teniente. Rápidamente me levanté y le abrí la puerta. La mujer traía puesto un camisón transparente, debajo llevaba una tanga negra y un sostén que apenas parecía contener unos senos preciosos, sus muslos se me antojaron tan hermosos que hasta sentí envidia ¿qué me estaba pasando?, ¿Qué tenía esta mujer que con esa aura de poder y autoridad me estaba haciendo tambalear todos los cimientos de mi vida? Rogué que no se diera cuenta de la perturbación que me producía su presencia en ese atuendo sexy.

—Hola— me dijo cuando abrí. —Disculpa que la moleste, vístete que vamos a tomar un café. Me llamaron y hay novedades— dijo y salió de la habitación y si había sido hermoso el panorama de su cuerpo transparentado por el camisón, mucho más hermosa me pareció al darse vuelta y dejarme ver el panorama de sus curvas.

Me vestí rápidamente y salí de la habitación. En una salita donde había una mesa redonda los custodios me ofrecieron café. Uno de ellos hablaba por radio mientras acomodaba su pistola en una sobaquera. La teniente apareció después con una bandeja llena de emparedados, se había puesto pantalones negros y una blusa color crema. El pelo suelto acentuaba la belleza de su rostro. Iba por mi segundo emparedado cuando el otro custodio indicó que ya podíamos salir.

Censurado Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora