Erick no era una persona que tuviera demasiados días malos. Es decir, claro que los tenía. Había veces en las que levantarse de la cama era un suplicio en todos los sentidos, pero haber vivido prácticamente solo por toda su vida le había enseñado a quitarse las sábanas de encima y apreciar el sol al amanecer.
Cuando estaba con Brad, los días malos simplemente eran una campanita sonando en el fondo de su cabeza. Daba igual que lloviera, que tronara, que los relámpagos rugieran y el cielo se partiera en dos. Aprendió que desde los brazos de Brad el horizonte se veía más bonito, que el arcoíris brillaba de una forma distinta a lo que siempre había conocido. Fue así durante meses, durante un año, incluso. Y no importaba que cada vez que estuviera en contacto con un hombre, Brad chillara y berreara, si diciéndole que tenía razón y que no iba a suceder más veces todo aquello acabaría.
Conocía a su expareja. Sabía que era salvaje, sabía que le gustaba llegar de trabajar y encontrar una copa de vino blanco sobre la mesa de una encimera con una cena ya hecha encima. Sabía que Brad jamás estuvo de acuerdo con el trabajo de Erick, porque jamás le pareció suficiente dinero para poder vivir los dos si algo sucedía con su propio trabajo. Sabía que tenía un vocabulario ofensivo, que se enfadaba con las bromas en referencia a su inexistente virilidad y que las peleas siempre terminaban rebotando contra Erick, daba igual con quién las hubiera tenido.
Es decir, no le presentó a sus padres hasta que cumplieron siete meses juntos... En cuanto llegó a verlos, les dijo que Erick era su amigo. Erick ya les estaba contando a Chris, Zabdiel y Richard sobre Brad prácticamente desde la primera cita, así que fue parecido a sentir su piel arrancada lentamente a bocados.
Casi como lo sentía ahí, con la diferencia de que era físico. Había daño interior, por supuesto que lo había. Su mente y su cuerpo habían sido golpeados de lleno.
—No te preocupes...— susurró Louis, moviéndose de lado a lado por el salón—. Todo está bien.
Ni siquiera le había preguntado qué había sucedido. Erick solo había estallado a llorar, patético y adolorido. Porque no sentía el cuerpo, no sentía la cara por la ardiente presión que quemaba su piel quebrada. Veía gotas de sangre en el suelo, en el sofá, en su ropa y en sus manos. Veía sangre en el pelaje de Pipo, debido a que el animal lo único que había intentado hacer desde que Louis lo había rescatado de la cocina había sido intentar lamerlo para hacerlo sanar a su manera.
Erick le acarició el pelaje, sentado en el sofá con el perro en su regazo. Lo tenía acaramelado contra el estómago. Había gruñido en cuanto Louis se había acercado para tenderle una bolsa de hielo, lo que había provocado que Louis no intentara acercarse más. Erick no pensaba culpar al animal en ese momento. Sentía sus propias lágrimas rodar por sus mejillas y las veía caer sobre sus manos teñidas de bermellón. No tenía ánimo ni para mirarse a un espejo.
Entonces la puerta de su casa se abrió, rápida y sin previo aviso.
Escuchó los pasos de Louis rápidos hacia ahí, escuchó la voz ahogada del de luceros zafiro, escuchó el latido de su corazón rozándole las orejas. Sabía quién era, sin haber alzado la mirada o respirado su perfume.
—Joel, tienes qu-... Joel, escucha... Joel.
Porque entre sus pestañas llegó a ver unas botas que conocía, totalmente negras y ceñidas hasta pasados sus tobillos. Erick bajó todavía más la mirada cuando Pipo se incorporó, gruñendo en la dirección de Joel una vez que se quedó estático frente al sofá, simplemente mirando la figura de Erick en completo silencio.
Y de momento vio su mano lenta extendiéndose hasta Pipo, dejando que el perro reconociera su aroma. Pipo lo olfateó calmado. Debió reconocerlo de alguna manera, pues volvió a acurrucarse alerta en el regazo de Erick en el segundo en el que él volvió a acariciar su cabeza, tranquilizando sus nervios.
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Dragones De Tinta || Joerick
FanfictionErick es un profesor de arte que decide mudarse con sus fieles amigos a la gélida ciudad de Inverness, en Escocia, tras ser rechazado por su conservadora familia. A ojos de cualquiera, Joel es un tatuador reservado que retiene sus sonrisas y cautiva...