¿Podría la cama de Joel considerarse la octava maravilla del mundo? Para Erick sí.
Acostumbrado a su cama de los anteriores inquilinos del hogar, su colchón de muelles sueltos y su habitación fría, incluso el cuarto de invitados le había parecido una exquisitez demencial. Sin embargo, una sola noche en esa paradisiaca parte del cielo le había demostrado que con dinero se podía conseguir prácticamente todo en esta vida, así que ojalá alguien jodiera ese hecho de "el dinero no compra la felicidad". No, no lo hace, solo te la proporciona.
Erick tenía el pelo mojado de la ducha que se había dado antes. En ese momento no llovía, aunque el horizonte encapotado y el tono grisáceo del cielo daban a entender que lo haría pronto. Pipo revoloteaba entre sus piernas en busca de alimento, casi rozando el borde del delantal de cocina negro que llevaba atado al cuello y enganchado a la cintura.
—Entiendo— aseguró él al móvil, el cual sostenía con su cabeza y el cuello.
Zabdiel suspiró al otro lado del teléfono. Estaba agobiado por las fiestas que se acercaban y lo había llamado para buscar consejo.
—Richard dijo que podíamos hacerlo en su casa, pero me sabe mal con Yoce y todo, además de que tiene turno de tarde el día de Navidad. Para mí no es problema hacerlo en casa... También estamos más cerca si queremos ir a algún bar luego.
—Bueno... Pues entonces habla con Richard y le cuentas tu idea. A mí me parece bien, el caso es estar juntos y listo.
Desvió su mirada cuando Joel maldijo sentado en el suelo, al frente de la chimenea. Dejó los troncos fuera y ahora se habían mojado, por lo que le estaba costando más de lo normal encender el fuego. Apreció la forma en la que Pipo fue hacia ahí entre saltitos, olfateando la madera bajo la atenta mirada de Joel, mientras trataba de quitar las ramas de un tronco.
—Lo sé— comentó Zabdiel al otro lado, tomando una respiración profunda—. El problema viene en Año Nuevo... Delia me ha pedido pasarlo juntos y no sé muy bien lo que hacer.
—Pásalo con ella, Zab. O si lo prefieres puedes traerla. Seguro que Chris también quiere pasar la nochevieja con esa noviecita que se ha hecho.
—Oh, Erick, Anna es un amor. En serio, la conocimos el sábado cuando tú estabas enfermo... Creo que te caerá genial. A mí me encanta poder tener masajes gratis de ahora en adelante...
—¡Por eso te cae bien, egoísta!— exclamó él entre risas, haciendo reír a su amigo al otro lado—. Quiero conocerla bien. Diría de ir a mi casa esa noche, pero es muy pequeña si vamos a ser tantos.
—Chris dijo de celebrarlo en su casa— le contó relajado—. También queríamos decírselo a los chicos, por si alguno no tenía algún plan... Niall dijo que se iría a Irlanda y Liam y Amy creo que no celebran las fiestas y no sé exactamente lo que harán, tampoco sé nada de Zayn o Joel...
Erick tomó una respiración profunda y desvió la mirada. Joel se encontraba con el ceño fruncido, las piernas encogidas y un mechero en la mano mientras despellejaba el tronco, rebosante de concentración. Vestía un nuevo pantalón corto de deporte y una camiseta azul marino que cubría sus brazos.
—Si quieres, yo me encargo de preguntarles.
—¿Eso estaría bien? ¿Te encuentras bien para llamarles? Puedo hacerlo yo...
—Está bien, Zab. Ya me encuentro mejor. Gracias por haberme llamado.
Él hizo un pequeño sonido.
—De nada, enano. Gracias a ti por haberme solucionado las dudas. Hablaré con Richard para el veinticinco y confirmaré lo de Chris para Año Nuevo. Te enviaré un mensaje en cuanto sepa algo, ¿De acuerdo?
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Dragones De Tinta || Joerick
FanfictionErick es un profesor de arte que decide mudarse con sus fieles amigos a la gélida ciudad de Inverness, en Escocia, tras ser rechazado por su conservadora familia. A ojos de cualquiera, Joel es un tatuador reservado que retiene sus sonrisas y cautiva...