Erick estaba cansado. Estaba, de verdad, tremendamente cansado.
—El señor Joel está bien.
Se pasó una mano por las sienes y después presionó con fuerza el puente de su nariz. Sentía su nuca calcinada con el sol que alumbraba el día a su espalda.
—Rita, mira... No quiero ser impertinente, en serio, pero es que me da exactamente igual que tú me lo digas. Quiero hablar con él y escucharlo yo mismo.
Rita no pareció ofendida en lo más mínimo, pues le regaló una sonrisa ladeada de esas maternales— Erick las había visto poco en su vida, pero suponía que eran algo así— y le agarró las manos con una caricia. Su acento italiano rebotaba en cada palabra que vibraba entre paladar y lengua.
—Confíe en mí, señor Erick.
—Si yo confío— aseguró alterado—. En el que no confío es en mi novio, ¿de acuerdo? Porque si está mal no te va a decir a ti que necesita un descanso. Quiero hablar con él y preguntar cómo está todo. Solo eso. Lleva sin llamar una semana. ¿Sabes a lo que me refiero?
—Lo entiendo.
—Muy bien— aseguró él, carraspeando su garganta y poniéndose un poco más recto—. Entonces dame el teléfono.
—No puedo hacer eso, señor Erick.
¡Y una puta mierda, venga ya!
Porque cuando el jodido Joel le había dicho en un millón de ocasiones que no servía para ser un jefe, Erick no se imaginó que en sus planes de vida estaría pelearse con una mujer cincuentona por un maldito teléfono de teclas.
Erick respiró profundamente y se llevó ambas manos para cubrirse la boca.
—Rita, ¿para quién trabajas?
—Para el señor Joel.
—Para el señor Joel, eso es. ¿Y qué te dijo el señor Joel sobre mí?
—Que cumpliera todas las órdenes que me diera.
Erick alzó las manos en el aire.
—Y si te estoy pidiendo un teléfono, ¡¿Por qué no tengo mi teléfono?!
Escuchó unos pasos lentos tras su espalda, aunque, a decir verdad, Erick no podía concentrarse en nada que no fuera el rostro impasible de la mujer ante él.
—Porque el señor Joel no me ha dado la orden de darle un teléfono, señor Erick.
—¡Yo estoy pidiéndolo! ¡Soy yo el que lo quiere!
—Hey, enano— escuchó a Christopher entonces, antes de sentir una mano en su hombro recuperado—. ¿Y este escándalo?
Rita le regaló una sonrisa a Christopher que él se encargó de devolver. Erick giró a mirar a su amigo, sin darse cuenta de que Chris lo había girado completamente y ahora le estaba dando la espalda a Rita.
—Estoy pidiendo un teléfono.
—¿Y para eso tienes que chillarle a la pobre Rita?
—¡No me está escuchando!
Chris frunció los labios y comenzó a caminar, sosteniéndolo por los hombros para que Erick lo siguiera.
Él estaba tan concentrado discutiendo, que ni siquiera se dio cuenta de que se estaban alejando de Rita y del salón principal de la casa. No se enteró ni cuando el sol ahora cegó levemente su vista al salir al exterior.
—¿La estás escuchando tú a ella, Er? Te ha dicho que no puede dártelo.
—Per-...— Erick se quedó en silencio y bufó, frunciendo el ceño—. Quiero hablar con Joel...
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Dragones De Tinta || Joerick
FanfictionErick es un profesor de arte que decide mudarse con sus fieles amigos a la gélida ciudad de Inverness, en Escocia, tras ser rechazado por su conservadora familia. A ojos de cualquiera, Joel es un tatuador reservado que retiene sus sonrisas y cautiva...