29. Jaula.

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(Narra Joel)

Cerró sus ojos con fuerza en el momento en el que Harry deslizó la gasa con alcohol por su ceja rota. Sintió algo en el regazo, así que tuvo que obligarse a mirar de nuevo para ver de lo que se trataba.

—Póntela en el labio— le dijo Harry sin dejar de mirar la ceja de Joel, demasiado concentrado.

Joel sacó la pomada que Harry le había tirado en una caja y colocó una pequeña cantidad en su índice, el cual luego llevó con delicadeza al corte en su labio. No tenía más heridas, aunque eso no significaba que el cuerpo y la mente no le dolieran por lo que había hecho. Sobre todo mentalmente... Joel sí se volvía a sentir como una mierda.

Escuchó los pasos de alguien aproximarse y se esforzó por mirar por el rabillo del ojo de quién se trataba. Louis suspiró quedándose frente a ellos una vez que estuvo a su altura. Cruzó los brazos en su pecho y ladeó la cabeza, apreciando la forma en la que Harry seguía curando el corte de Joel. Ellos se encontraban en el polígono. Joel se había dejado una jodida fortuna durante años en ese mismo lugar, pues lo que uno podía ver a simple vista solo era un local abandonado y de tuberías goteantes que de vez en cuando tenía lámparas de fuego, sin embargo, subterráneas se encontraban todas las oficinas que controlaban su centro de mando.

Y era algo mucho más grande de lo que él podía contar.

—Los niños están esperando para dormir— susurró Louis—. Creo que sería buena idea que les dijeras algo...

Joel lo miró sin mover demasiado la cabeza. No hacía más de dos horas que habían llegado del Genesis. Seguramente el torneo se habría acabado al encontrar el cuerpo inerte de Daniel en los vestuarios... No era tan difícil saber que había sido Joel, por lo que no habían tardado en resguardarse.

La ofensiva sería inmediata.

—Ahora voy.

Louis asintió a sus palabras, aunque no se retiró. Permaneció ahí observando detenido la forma en la que Harry hacía su trabajo, hasta que finalmente terminó dejando a Joel libre.

Él respiró profundamente y se puso en pie. No había dado un discurso en su puta vida, él no era alguien a quien envidiar o alguien motivador. Mientras caminaba hacia la amplia sala en la que habían ubicado a todos los niños, Joel solo podía pensar en que no tenía absolutamente nada que decirles que esos niños no supieran ya. Él no sabía tranquilizarlos porque nunca nadie había mostrado interés en tranquilizar a Joel a aquella edad. No sabía tratar con niños.

Joel, definitivamente, no era partidario de los niños.

Lo confirmó al entrar a la sala y escuchar la bruma de voces que todos parecían compenetrarse en chillar para marearlo. Su cabeza punzaba y sus piernas se sentían un tanto flojas. Joel era consciente de que no dormiría esa noche, aunque lo único que deseaba era tumbarse y dejar de pensar. Injustamente, su mente no se lo permitiría esa velada.

Vio a Connie, Millie, Athenea y Eden tratando de calmar a los niños. Ellos parecían acostumbrados a ellas al haberlas visto ayudándolos a salir del orfanato. Joel tendría que agradecerles más tarde, sin ellas esto no habría salido ni de lejos bien. Podrían estar muy muertos en ese momento de no haber sido por la velocidad de su ejecución.

No les digas eso a los niños.

Joel carraspeó con la garganta. Poco a poco, todos los niños comenzaron a callarse. Sentía muchos ojitos sobre él, analizándolo y esperando a ver qué era lo que harían a continuación. Joel tragó saliva. Ni siquiera sabía por dónde empezar.

—Quiero... ¿Todo el mundo tiene un saco de dormir y una almohada?— los niños vitorearon un "sí" coordinado y conjunto—. Vale... Las camas llegarán mañana, ¿De acuerdo? Aún no hay para todos y no es justo que algunos tengáis y otros no. Aquí no hay nadie mejor que nadie, a partir de ahora no estáis separados por edades, sino que sois un solo equipo. Si no hay para todos vosotros, no habrá para ninguno. ¿Queda claro?

Dragones De Tinta || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora