[Capítulo 8]

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Holaaaaaaaaaasssssss ¿como están?

«» ←pensamientos.
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POV KISHI

La sangre vacilaba las puntas de mis botas, llenandolas más de aquel líquido con sabor a hierro, si es que eso era posible.
Después de tres horas intensas, la alarma de mi teléfono comenzaba a sonar, solo que esta vez su melodía era música para mis oídos y no un ruido taladrante que me despierta por las mañanas.

Aquella música marcaba el final de mi entreno. Usé la manga de mi chándal como toalla, limpiando la sangre que me había salpicado a la cara.
Tenía una risa de lo más tonta dibujada sobre mis labios, estaba eufórica.

Observé el gimnasio, era todo un desastre que yo solita había provocado. Muñecos de pruebas por los suelos, mutilados por mi katana, desprendiendo él líquido artificial que lo hacía todo más tétrico.

-Joder, que bien sienta esta mierda.

Me dejé caer al suelo, quedandome en posición de estrella, mirando el techo del gimnasio en busca de algo de aliento. Disfrutaba cada momento de mi entreno, hasta esos fallos tontos que te hacen querer golpear la primera cosa que veas.

Después de tantos años en soledad, sentada en el mismo sofá rojo de siempre, bebiendo cerveza como una alcohólica para evitar aquellos pensamientos que me perseguían.
Esos pensamientos que me decían que ya nada tenía sentido y que debía acabar con mi propio sufrimiento.
Al fin comenzaba a sentirme viva de nuevo.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y miré la hora. «Las diez de la noche, debería ir preparándome para ver a Satoru, no creo que sea adecuado ir con estas pintas».

Me incorporé de un salto, impulsandome con las piernas que, para mí sorpresa, seguían funcionando.

No tardé mucho en limpiar el gimnasio, la escuela tenía una tecnología brutal y habían robots que hacían de todo.

Una vez había terminado, salí a paso ligero de allí para llegar lo antes posible a mi habitación, iba justa de tiempo y, conociendo a Satoru, si llegaba un minuto tarde ya no me abriría la puerta.

Nada más entrar por la puerta me tiré de cabeza a la ducha, manchando el agua de un color rojo vino intenso.
Mientras dejaba que el agua caliente recorriera mi cuerpo a su gusto, empecé a darle vueltas a la situación.
¿Qué le diría a Satoru? Mis verdaderos motivos no eran suficientes, no me perdonaría jamás.

«Vamos, piensa algo rápido Kishi...»

Nada, no había manera. Mi mente estaba en blanco, solo escuchaba mi propio corazón latiendo con intensidad y las gotas de agua impactar sobre el mármol.

Al final, terminé por salir de la ducha y no darle más vueltas. Que fuera lo que Dios quiera, pero iba a intentarlo.
Opté por ponerme algo casual, un top pegado de color negro junto a unos cargo del mismo color. No me daba tiempo a mucho, así que me sequé el cabello lo justo para no ir dejando gotas de agua allá donde vaya.

La habitación de Satoru estaba muy cerca de la mía, tanto que solo la separaba una habitación, la de Suguru.
Pero aún así, quería salir con tiempo, para mentalizarme. Era incómodo, tanto como comer en silencio delante de un grupo de personas con las que no tienes confianza.

Ahí estaba yo, frente a su puerta, paralizada. Me temblaban hasta las pestañas de los nervios y era incapaz de tranquilizarme.

«Maldita sea, ponle ovarios Kishi, tu no eres así, además le conoces desde hace años ¿qué podría pasar? »

Podían pasar muchas cosas, entre ellas cagarla más que antes y perder a Satoru para siempre. No quería eso, quería ayudarle, quería arreglar todo lo malo que había hecho. Era un deseo egoísta, ya que una parte de mi ya no lo hacía por Satoru, sino por mi misma, para quitarme esa carga de encima, esa carga que me recordaba lo mucho que había metido la pata con todos.

As de corazones | Satoru Gojo × OC | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora