As de corazones | Satoru Gojo × OC | +18

[Capítulo 25]

Es normal que en este capítulo no entendais algunas cosas!

Sin corregirrr

Kishi

Parecía que me habían clavado un par de alfileres en los ojos. Me costaba mucho abrirlos, tanto que dudé si lo conseguiría. Al hacerlo, me encontré a mí misma reflejada en el retrovisor de un coche.
Fruncí el ceño y ladeé mi cabeza, sintiendo calambres de dolor punzantes que me hacían cerrar los ojos de nuevo. Volví a abrir los ojos, encontrándome con un albino que reconocería a kilómetros.

Él conducía, con la mirada fija en la carretera y concentrado en el movimiento de sus manos.

—Satoru —mi voz apenas tenía fuerza.

El ni siquiera me miró. Su mirada seguía en la carretera y su expresión no había cambiado ni un poco. Ahora que mi vista era más nítida, podía ver sus ojos, levemente rojizos y ojeras marcadas.

—Cierra los ojos y duerme —sentenció —. Aún queda un buen rato para llegar a la escuela.

Fruncí el ceño, confundida por su actitud tan distante.

—¿Qué te pasa? —pregunté, débilmente.

Empezó a reír irónicamente. Apartó una de sus manos del volante para meterla en su bolsillo. De el, sacó una carta amarillenta y me la entregó, tirándola sobre mis piernas.

La leí mientras todos los recuerdos de lo que parecía haber sido hace unas horas, invadían mi mente. Lo recordé todo, lo recordé a él. Las lágrimas amenazaban con salir cada vez que recibía noticias de él, pero no quería hacerlo delante de Satoru, aunque ya lo había hecho.

—No tengo nada que ver con esto —me sinceré, sintiendo las náuseas en mi garganta.

—¿Estás segura de eso? —la voz salió directamente desde su garganta, enfriando mi piel a su paso.

—¿A que viene esto? Te estoy diciendo que no tengo nada que ver —alcé mi tono de voz, pero sin llegar a gritar.

De pronto, mi cuerpo casi choca contra el cristal del coche y el cinturón me ahoga por momentos.
El sonido de los neumáticos derrapar por el asfalto me avisaban de que Satoru había dado un frenazo que casi me saca el alma. Ahora estábamos en mitad de la carretera, casi a las cinco de la mañana, sin nadie que pasara por allí. Apenas había luz.

—Entonces explícame por qué mierda te ha enviado otra rosa —hizo énfasis en "otra", y yo, lo entendí todo.

Nunca le dije a Satoru que había recibido una rosa por parte de Suguru, que él había conseguido entrar a la escuela.

No tenía excusa. La había cagado y mucho.

Mi silencio dijo lo que las palabras no podían. Mis ojos coincidieron con los suyos, en busca de compasión, de perdón. Pero no había ni rastro de ninguna de ellas.

—¿Por qué no dijiste nada de la rosa? ¿Por qué no me dijiste que él había estado en la escuela?—susurró, con la voz gélida.

Tragué mi saliva, en un acto de intentar aferrarme a algo. No sirvió de nada.

—No lo sé.

Hubieron unos segundos de silencio, en los que Satoru buscaba en mi mirada una excusa. Una excusa que le ayudara a perdonarme, pero no la había.

Y al no encontrar algo de esperanza, Satoru volvió a cerrarse, diciendo algo que arrasaría con todo.

—Debí echarte de la escuela el primer día —su risa se tornó en angustia y lágrimas —No puedo confiar en ti. Eres igual que él.